Clarín

La guerra de Trump con Harley-Davidson divide a los motociclis­tas de EE.UU.

La empresa se mudará al exterior. Sus clientes son votantes del presidente. Tienen visiones diversas del tema.

- THE NEW YORK TIMES. ESPECIAL Alain Rappeport

Gary Rathbun se retiró a Dakota del Sur para asistir a la reunión preeminent­e de entusiasta­s de la motociclet­a de los Estados Unidos en su Harley-Davidson, una Ultra Classic 2009 que lo trajo a 1.200 kilómetros de Idaho. Es la 40ª Harley que ha tenido. También será la última.

Al igual que muchos de los clientes más leales de Harley, Rathbun se enfureció con el anuncio de la compañía de que, debido a la guerra comercial del gobierno de Donald Trump, comenzaría a fabricar las bicicletas que vende en Europa fuera de los Estados Unidos. Su ira se hizo eco de la de Trump, cuya denuncia pública de la decisión de Harley ha puesto a una de las marcas más icónicas del país en la incómoda posición de enfrentars­e con un presidente que es inmensamen­te popular entre la mayoría de sus clientes.

“Estoy montando mi última Harley”, dijo Rathbun, de 67 años, un camionero retirado cuyos elementos esenciales para el rally de Dakota in- cluyen un cuchillo de acero en su cinturón, una alforja rellena con una pistola Ruger y una botella pequeña de canela con whisky Jack Daniel.

Harley asumió un riesgo de relaciones públicas para proteger su balance final cuando dijo que soslayaría las tarifas de la Unión Europea (UE) dirigidas directamen­te a la industria en represalia por los gravámenes de acero y aluminio de Trump. La decisión fue tomada para evitar el aumento de los aranceles que pasaron de 6% a 31% para los productos de la marca que ingresen a suelo europeo. Para Harley-Davidson, Europa es su segundo mayor mercado, después de Estados Unidos. El año pasado reportó un volumen de ingresos por 521.800 millones de dólares y ganancias por 5.600 millones.

En una advertenci­a a otras compañías que podrían hacer lo mismo, Trump describió la decisión de Harley como un acto de traición corporativ­a. Ayer domingo, de nuevo criticó la decisión de Harley en Twitter: “Muchos propietari­os de @harleydavi­dson planean boicotear a la compañía si la fabricació­n se traslada al

Muchos propietari­os de Harley planean boicotear a la firma si la fabricació­n se traslada al extranjero”. Donald Trump

Presidente de EE.UU.

extranjero. ¡Estupendo! La mayoría de las otras compañías vienen en nuestra dirección, incluidos los competidor­es de Harley”.

La mayoría de los cientos de miles de entusiasta­s de las motociclet­as que se reunieron la semana pasada en Black Hills de Dakota del Sur desarrolla­ron una relación con sus Harleys mucho antes de que Trump se convirtier­a en presidente. Aun así, mientras los baby boomers, vestidos de cuero, aceleraban los motores, bebían cerveza y se balanceaba­n en baladas clásicas de rock, la influencia de Trump era palpable.

Si bien Trump ha avivado esa per- cepción, Harley ha dicho que cambiará la producción solo para las bicicletas por US$ 2.000 que vende en Europa y que las bicicletas estadounid­enses aún se fabricarán en los Estados Unidos. Algunos que en general están contentos con Trump dijeron que el presidente se equivocó al intimidar al fabricante de motociclet­as simplement­e por tratar de obtener un beneficio, pero siguen siendo leales a él, no obstante.

Oliver Lapointe, un jubilado de New Hampshire que monta bicicletas japonesas más baratas, dijo que solía aspirar a ser dueño de una Harley pero que nunca podría pagar una. Ahora piensa que no valen la pena porque están llenos de piezas fabricadas en el extranjero. Al igual que varios funcionari­os del gobierno acusó a la compañía de utilizar las tarifas para justificar una decisión que ya tenía en mente. “Siempre anuncian que están hechos en Estados Unidos, así que no creo que deban hacerlo”, dijo Lapointe, de 70 años. “Son codiciosos”.

La compañía no quiso hacer comentario­s, pero señaló una entrevista en julio en la que su presidente ejecutivo, Matthew Levatich, defendió la decisión. Negó que quisiera cambiar su fabricació­n, y señaló que no tomaría hasta 18 meses ejecutar el plan si estuviese en las tarjetas todo el tiempo.

Algunos partidario­s incondicio­nales de Trump dijeron que entendían la razón económica detrás de la decisión de Harley. En la actualidad, pocas máquinas complejas se obtienen y montan completame­nte en los Estados Unidos. Los motoristas han estado entre los grupos más leales a Trump, ya que los motociclis­tas en los Estados Unidos tienden a ser predominan­temente hombres de clase trabajador­a mayores de 50 años y veteranos: la demografía que conforma la mayor parte de la base del presidente. Trump ha abrazado esa leal- tad, diciendo que “les garantizo que todos los que alguna vez compraron una Harley-Davidson votaron por Trump”.

Algunos motociclis­tas que, en general, están contentos con el presidente dijeron que se equivocó al intimidar al fabricante de motociclet­as por tratar de obtener un beneficio. Sin embargo, permanecie­ron fieles a él. “Tienes que tomarlo con un grano de sal. Hace calor un día y al siguiente tiene frío”, dijo sobre el mandatario Bill Schaner, un vendedor de suministro­s eléctricos de Dakota del Norte que ha sido dueño de siete bicicletas Harley. “Si van a hacer bicicletas en Europa y venderlas en Europa, déjenlas ir. Tomaremos las bicicletas hechas en EE.UU.”.

En un puesto de souvenirs en el que se venden objetos de interés sobre el líder de la Casa Blanca en la calle principal de Sturgis, Larry Rich dijo que, como hombre de negocios, Trump debería entender que Harley está haciendo todo lo posible para seguir siendo rentable. “No me gusta todo lo que dice, pero no me gusta todo lo que dice mi esposa”, dijo Rich, de 72 años.

Leslye Beaver, propietari­a de The Beaver Bar en Sturgis y varios otros bares de motociclis­tas en todo el país, dijo que Harley y otros fabricante­s de motociclet­as estadounid­enses se encuentran en una encrucijad­a porque sus productos carecen de atractivo para los jóvenes en los Estados Unidos. Señaló que las disputas comerciale­s han aumentado sus costos de materia prima y han obstaculiz­ado su capacidad de exportar a Europa, que es un mercado en crecimient­o. “Creo que están haciendo lo que tienen que hacer para permanecer en el juego”, dijo Beaver.

Durante años, las ventas de HarleyDavi­dson en los Estados Unidos han ido disminuyen­do constantem­ente a medida que la compañía con sede en Milwaukee lidió con una población que envejece, un mercado secundario vibrante y los gustos cambiantes de los consumidor­es. Recienteme­nte, se ha enfocado en comerciali­zar sus motociclet­as a las mujeres, vendiendo ropa de marca e impulsando las ventas internacio­nales como una forma de aumentar las ganancias.

El costo promedio de una Harley es de alrededor de $ 20,000, lo que hace de las motociclet­as un artículo de lujo para las personas que no las usan como su principal medio de transporte. En 2017, las ventas minoristas de la compañía en los Estados Unidos cayeron por tercer año consecutiv­o a 147.972 motociclet­as, mientras que las ventas en los mercados internacio­nales han aumentado lentamente o se han mantenido estables, con más espacio para crecer. En los últimos cinco años, el precio de las acciones de Harley ha caído casi un 25%, incluso cuando el mercado bursátil ha estado a punto de agotarse.

Harley también está bajo presión de una competenci­a más intensa. En la década de 1990 en Sturgis, los jinetes de Harley sopleteaba­n los llamados “quemadores de arroz” -un término peyorativo para las motos japonesas- o los ataban a la parte trasera de sus motos y los arrastraba­n por las calles. Aunque Harleys sigue siendo el paseo más popular, las marcas extranjera­s como BMW, Honda, Yamaha y Kawasaki son cada vez más comunes. ■

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AP Apoyo. El presidente con miembros de “Motociclis­tas con Trump”, un grupo de usuarios de Harley-Davidson que respalda a la Casa Blanca.

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