Clarín

Eduardo Lalo, el vengador del idioma castellano

Cambió el rumbo del último Congreso de la Lengua cuando le discutió al Rey de España.

- March Mazzei mmazzei@clarin.com

El hombre sale corriendo, arrancándo­se la corbata. En el camino se encuentra a un amigo y le dice que no puede creer lo que acaba de oír y que debe irse. Sube al auto, es el mediodía, atraviesa la ciudad a toda velocidad, llega a su casa y no abre una ventana, no alimenta al perro, se sienta a la mesa a escribir. El texto se publica al día siguiente en el diario más importante de Puerto Rico y cambia el rumbo del VII Congreso Internacio­nal de la Lengua Española organizado en San Juan de Puerto Rico en 2016.

El hombre convulsion­ado es Eduardo Lalo, ganador en 2013 del Premio Rómulo Gallegos y lo que escuchó fueron dos cosas. Primero, al entonces Director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, decir en la inauguraci­ón que por primera vez el congreso se realizaba fuera de Hispanoamé­rica. Y en el discurso que le seguía, al Rey Felipe VI encantado de haber regresado a los Estados Unidos. “Puerto Rico no es parte de Estados Unidos sino un territorio invadido”, respondió en el artículo Actos de barbarie. La columna dio vuelta al mundo y está publicada en Intervenci­ones (Corregidor), el nuevo libro de Lalo, que fue uno de los invitados centrales a la 7ª Feria de Editores, que se realizó el fin de semana en Centro Cultural Konex. El sábado a la tarde, Lalo participó de una entrevista pública junto a Claudia Piñero. Además de esta recopilaci­ón de conferenci­as, cartas abiertas y alegatos producidos en los últimos años, Lalo presentó en Buenos Aires su nueva novela: Historia de Yuké, donde imagina la reacción de los pobladores americanos a la llegada de los conquistad­ores. Con formas diferentes y una elocuencia inusitada, Lalo aborda "la cuestión caribeña". Una herida fundaciona­l que sigue sangrando en toda América. “La Conquista no termina nunca”, sostiene. -¿Qué efectos tuvo aquel artículo? -Alteró la estructura del Congreso, porque al final cambió el lenguaje y hubo una petición de disculpas. Porque Puerto Rico es una tierra conquistad­a, una colonia. Pero aún en el caso improbable de que Puerto Rico fuera un estado de Estados Unidos sería una provincia latinoamer­icana. -A la distancia, ¿qué cree que motivó a los españoles?

-Hay una agenda, política y económica. Es una actividad para, como dirían ellos, publicitar la marca España. Vieron la oportunida­d de multiplica­r los institutos Cervantes y entrar al mercado estadounid­ense. Pero eso no va a pasar. El discurso de que se habla mucho español en Estados Unidos es falso. Porque es un español de inmigrante­s de primera generación que ni saben inglés. Y sus hijos si van a la escuela no saben escribir en español, no lo leen y muchos no lo hablan.

-¿Y qué hay de los hispanos?

-No hay quienes se asuman como hispanos. Son naciones inexistent­es. Es una identidad construida desde la perspectiv­a de Estados Unidos para decir "tú eres un otro". Hispanic no es una traducción de hispano, se referían a la primera gran masa de inmigrante­s que hablaban español. Es tal la ignorancia que no pueden ubicar un país de América, entonces hacen un cesto donde ponen todo. El español no se va a preservar. Esa gente no va a ir en su vida a un Instituto Cervantes. Hoy el interés está en la cultura latinoamer­icana. En los programas de grandes universida­des no se enseña literatura española sino latinoamer­icana. Y eso se debe a que la literatura española moderna tiene muy poca trascenden­cia. -Habla de Puerto Rico como una colonia y en Historia de Yuké retoma esa idea recurrente.

-Es un libro que puede desorienta­r a los lectores. Está dedicado a mis hijos, que siempre me pedían historias. Una, la del Capitán Frío, les impactó mucho y me pidieron que la escribiera. Pero al divorciarm­e perdí el manuscrito. Ellos siguieron insistiend­o y hace tres años redacté la primera oración: “El bosque de El Yunque es muy antiguo, mucho más de lo imaginado”. Entonces me propuse hacer historia de la montaña, desde el origen hasta la Conquista. -¿Hizo una investigac­ión? -Ninguna investigac­ión, ya había leído mucho. No quería reproducir lo que ya se conoce sino quería ficcionali­zar lo que debió haber sido. Pretendo contar la Conquista desde el punto de vista de la memoria que no registró la historia. Tuve que inventar su perspectiv­a, porque ¿qué era un español para un un originario de esas tierras? Para él estaba su pueblo, su región, su tribu, y vienen, lo capturan, aparece en otro sitio. Él no vio adonde fue. Por eso el grado de estupor, de incomunica­ción que debe haber vivido es lo que trato de rescatar.

-Todo es brutal...

-También es una reivindica­ción de esos pueblos que son los que más han sufrido. El Caribe fue el laboratori­o de América. Cuando llegaron

Cortés y Pizarro ya sabían lo que tenían que hacer. Estuvieron treinta años ensayando con las enfermedad­es, la intimidaci­ón. Esto que hace el Capitán Frío, que le corta la nariz y las orejas a alguien y lo deja en la playa es lo que hacían los conquistad­ores. Ni falta que hizo que te dijeran "¿quieres ser mi esclavo?". Es el acto de violencia de entrada, para preparar el terreno.

-¿Se ven hoy las marcas de esa violencia?

-La conquista no termina nunca. Se cristaliza de generación en generación. En la Argentina el aborto no es legal porque la Conquista ubicó a la mujer en un lugar en que no tiene derecho sobre su cuerpo. Eso es producto de la Conquista, es esclavitud, es servidumbr­e. Otro aspecto de una política sobre los cuerpos. -¿Puede revertir algo la llamada “revolución de las mujeres”?

-Estuve en Congreso el miércoles y ver a mujeres gritando, coreando consignas feministas... eso es nunca visto. Ahora: tendría que ser la liberación o la revolución de muchísimas otras cosas. Una sociedad como la argentina, ¿qué lugar les da a los indígenas?, ¿dónde los ha metido? Aquí cualquiera te va a hablar de que en la Argentina no hay negros. Pero están ahí. ¿Dónde ves a las sexualidad­es alternas y a los pobres?, ¿cómo los haces también a ellos protagonis­tas del país? ■

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Impugnador. Eduardo Lalo, en Buenos Aires. Dice que no existe el boom del castellano en los Estados Unidos.

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