Susana eterna Otro año en la tele
En una entrevista exclusiva en su casa, habla de todo: del paso del tiempo, de su rol como abuela, de su hija, sus miedos, del aborto, de Macri, de Cristina y de su regreso de hoy a la TV. Y recita en inglés.
Habló con Clarín de su hija y su nieta. Del macrismo, el kirchnerismo y del miedo a perder la memoria.
Regresa hoy a la TV con un especial sobre Carlos Tevez. Y habla sin tapujos de todo: su nieta, los cuadernos, Macri, el aborto y el paso de los años.
Hay entrevistados que rinden igual tanto por teléfono como en persona. No es el caso de Susana Giménez. Un mano a mano con ella, con su gestualidad al servicio de la descripción y con su casa como escenario de una charla íntima, siempre tiene yapa. Ahora, a cuento del debut de sus especiales (hoy a las 22.30, por Telefe, con Carlos Tevez como figura), abre las puertas del hogar. Cara lavada, pantalón cómodo, se echa en el sillón, esta vez sólo toma agua (el invitado, lo que quiera, menú abierto) y habla, sin filtro. A lo Susana.
Caprichosamente, el disparador son los años. Y, con los años, los miedos. “Yo le temo a la decadencia y a que falle el bocho. Para llevar bien los años hay que ejercitar la ca- beza con algo, con un crucigrama, con una poesía aprendida de memoria, con el Sudoku”.
-De esas tres cosas, ¿cuál hacés? -Trato de hacer todo, especialmente eso de recordar los poemas que me gustan. Había uno en inglés, precioso, que papá me hacía recitar seguido.
-A ver, dale, hacé memoria. -¿Ahora? Ni loca. ¿En serio?
Entregada, acepta. Cierra los ojos, hay una sonrisa que bien podría ser un puchero emotivo anclado en la infancia y después de unos segundos avanza con Bed in Summer (un texto para niños que habla de un chico que prefiere jugar más que dormir). Elige, entre sus tonos, ése con dulce matiz aniñado, y dice:
“In winter I get up at night / and dress by yellow candle-light / In summer, quite the other way / I have to go to bed by day”.
“I have to go to bed and see / the birds still hopping on the tree / Or hear the grown-up people's feet / Still going past me in the street”.
El poema sigue (fue sin traducir para que no perdiera su cadencia). Ella lo dijo de corrido, completo, con una pronunciación envidiable. Fue más la recreación de una postal familiar que una puesta teatral. Perlitas que ofrecen sus charlas a medio metro de distancia.
Como cuando cuenta sus días en Rusia, durante el Mundial, compartidos con su nieta, Lucía Celasco, de 23 años. “A la mañana le decía ‘Buen día, vamos a levantarnos, mi amor, vamos a pasear’. ‘Ah, sí, hola Kika, eh, qué’. Y abría los ojos y ya se conectaba al teléfono. No lo suelta en todo el día. No puedo creer la dependencia que esta generación tiene con el celular. Y cuando mandan mensaje, todo símbolo, abreviatura, TKM, qué sé yo...”.
-¿Cómo te llevás con el lenguaje inclusivo?
-No me llevo. Me irrita tanto... No sé quién lo inventó. Es lo último que nos faltaba: hablar con la e.
-¿Tu nieta lo utiliza? Esperá, ¿puedo decir “tu nieta”? Porque se sabe que no te gusta que te digan abuela. -Los dos (Manuel tiene 22 años) me llaman Kika.
-Pero si alguien te presenta como “la abuela de...”.
-Yo ahí digo “Kika”, con la nariz así fruncida. Y a mi nieta le digo “Si viene alguien divino vos sos mi sobrina”. Y se ríe, obvio. Con ella lo pasamos bárbaro, nos entendemos perfectamente.
-¿Tienen hábitos muy diferentes? -En Rusia tuve que adaptarme. Vivíamos en el mismo cuarto y tenemos estilos opuestos: yo, por ejemplo, llego al hotel, desarmo la valija y ubico todo en el placard. Ella no deshace: va sacando, va poniendo. Su guardadero es la valija, que siempre está ahí a la vista. Saca el cepillo de dientes, el del pelo y listo.
-¿Y cómo fue la convivencia? -Genial, porque yo hice “om”. Y me juré no decirle nada, porque ése es su modo, me lo morfo y listo. Cuando no podía resistirme más le decía: “¿Podemos cerrarla un ratito?”. Hay que ir con tacto. La primera vez que la llevé de viaje fuimos a París, cuando tenía 15, y tuvimos un pequeño altercado por la valija. Se encerró en el baño como una hora. Salió y nos reconciliamos al toque. Le dije al oído: “¿Sabías que sos lo que más quiero en el mundo?”. La adoro. -¿Y tienen vínculo cotidiano?
-Sí, vive a una cuadra. Viene cuando quiere o la llamo y le digo “Te extraño, pasá por casa”.
-¿Tenés más trato que con tu hija? -No, con todos sus quilombos y complicaciones, es mi hija y estoy al lado de ella, siempre. Nosotras todavía no cortamos el cordón.
-Y si Lucía es tu sobrina, ¿Mecha qué sería?
-Mecha es mi hija. Pero no me pregunten la edad, porque eso es de mala educación.
-¿La tuya o la de ella?
-La suya. La mía ya la sabe todo el mundo, pero no la digo, ni loca. Igual me estoy acostumbrando al paso del tiempo. Lo importante es que me siento espléndida y la cabeza funciona fenomenal... Bah, cuan-
Cuando me olvido algún nombre, enseguida lo llamo a Manes y me dice ‘Tranquila, a los cinco minutos te vuelve’”.
Con todos sus quilombos y complicaciones, Mecha es mi hija y estoy al lado de ella, siempre. Nosotras todavía no cortamos el cordón”.
Pañuelo no tengo, pero elijo el verde, por supuesto. Hay casos tremendos de chicas que tienen que abortar en lugares y condiciones imposibles”.
do me olvido algún nombre, enseguida lo llamo a (Facundo, neurocientífico) Manes y me dice “Tranquila, a los cinco minutos te vuelve”.
Y es verdad.
-Bueno, si te acordás de su teléfono es una buena señal.
-El suyo lo tengo anotado, pero yo me acuerdo el de la casa de mi abuela. Era 84-1137. Vivía en Peña y Ayacucho. El tema es que ahora, como tenés todos los números cargados en el celu, no estás obligado a memorizar. Y eso es peligroso.
Ahí nomás se generó el espacio para el poema en inglés. Y tema va, tema viene, apareció el recuerdo de China Zorrilla, de China pasamos a sus anécdotas, de esas anécdotas al rol que una figura pública tiene en las fiestas familiares o con amigos que no son del medio. ¿Y cómo es Susana cuando una fiesta se torna aburrida? “Y, cuando hay silencio, hago un poco el programa. Empiezo, che, escuchá, no sabés... Y saco tema. La Chiqui (Legrand) es muy buena en eso, también”. -Ella dijo el otro día que va para los 92. ¿Creés que a esa altura vos lo dirías públicamente? -Si llego, más vale. La cosa es que al principio te resistís a ventilar tu edad. Mirás para atrás y te preguntás cómo pasó todo tan rápido y te aterra. Pero si cumplís los 90 y estás como ella, ¿cómo no lo vas a decir? Lo que sucede es que hay un momento en que te asusta que pueda venir el deterioro. -Cuando te mirás en el espejo, ¿te gustás?
-Cuando estoy maquillada, sí. Así a cara lavada no mucho.
-Y cuando estás en tu casa, ¿qué look tenés?
-Pantalón ancho de algodón y camiseta. Me gusta estar cómoda. Me encanta el momento de sacarme los tacos, es un alivio.
Claramente Susana es más fresca cuando está así, “de entrecasa”. Y esa naturalidad pareciera invitarla a hablar de todo un poco. -En la nota del año pasado estabas esperanzada con el país que tenía-
mos. ¿Ahora qué sensación tenés? -Ahora estoy triste, por la Argentina. Me da vergüenza lo que hemos vivido. -¿A qué te referís?
-Al Gobierno anterior, a lo que nos dejaron, es todo un espanto. Los que saben dicen que lo que se va descubriendo, como lo de los cuadernos de las coimas, no es nada al lado de todo lo que puede aparecer. A mí esa noticia me cayó como una bomba. -¿Y tenés mirada crítica de este Gobierno?
-Creo que la gente la está pasando mal, no hace falta que alguien me lo diga. Lo veo. A mí el mes pasado me vino una factura de luz de 4.000 pesos y hoy me llegó una de 40 mil. Y eso le pasa a mucha gente. Hay una crisis, pero también hay un motivo: quedó todo mal, se llevaron todo. Dejaron las arcas vacías, se afanaron todo. Hay que recortar y sacar guita de todos lados. A mí también me duele el tema de los impuestos. Tengo muy claro que hay muchísimas personas en peores condicio-
nes. Y entiendo que esto que nos pasa como sociedad es consecuencia de la gestión anterior. -A Macri ¿lo volverías a votar?
-Sí, creo que está haciendo las cosas bien. No hizo mierda el país, cuando llegó ya estaba mal. También pienso que tendría que haber comunicado en qué estado encontró todo, pero no es su estilo. Se ve que al principio no quería amargar a la gente diciendo “se nos viene la night”. -Y con el tema de la legalización del aborto, ¿tenés posición tomada?
-Me parece que cada cual tiene que hacer lo que sienta. Hay que ofrecer condiciones de dignidad ante la necesidad de un aborto... ante una violación, suponete. Ahora, tiene que haber un tope, porque si no van a venir de todos lados a hacérselos acá. -¿Tenés pañuelo verde?
-Pañuelo no, pero elijo el verde, por supuesto. Hay casos tremendos de chicas que tienen que abortar en lugares y condiciones imposibles. Eso es un verdadero drama.
-¿El movimiento de actrices para esta causa no te convocó para grabar un video? -Hablé con Griselda (Siciliani), que me dijo que una palabra mía podía ayudar mucho. Y todos saben cuál es mi postura en este tema, pero videíto no grabé. No soy de grabar videos de apoyo. Mi apoyo está.
Luego se habló de su regreso a la TV (ver “Una recorrida por Fuerte
Apache...”) y de la competencia que iba a tener con Jorge Lanata (finalmente El Trece decidió que Malditos empezara la próxima semana): “Después de 30 años a mí ya no me importa a quién me ponen enfrente. A esta altura voy contra el que sea. Creo que si tuviéramos competitividad en todos los rubros seríamos mejor en todo”.
A agenda abierta. Así fue la cálida charla, en una noche helada, sin el
divismo de una diva de la tele que en su casa pone a descansar el glamour. Y, cuando el glamour de Susana descansa, salen las mejores frases.