Clarín

Cómo funcionaba el circuito de “valijeros” de La Cámpora

Las pistas de Larraburu. Todo lleva a Máximo como heredero de Néstor en el circuito de “recaudació­n”. El sistema llegaba a la AFI y conecta con Baratta.

- Pablo De León pdeleon@clarin.com

La declaració­n de Martín Larraburu, ex secretario de Juan Manuel Abal Medina, encendió la alarma en las filas de la agrupación kirchneris­ta La Cámpora. Al margen de la lista de “Valijeros K” que fueron mencionado­s en la ampliación de la declaració­n de Larraburu, aparece otra categoría: la de los hombres de Máximo Kirchner, quien heredó algunas aptitudes de su padre (como cuando es orador político) pero fundamenta­lmente que, tras la muerte de Néstor, ocupó el lugar central de recaudació­n con claro conocimien­to de Cristina Kirchner, entonces Presidenta de la Nación, jefa política del kirchneris­mo y líder de los jóvenes camporista­s.

Así se armó una nueva red de valijeros, con sus propias cuevas y sus cajas. Una de ellas fue la de los fondos reservados de la AFI (anteriorme­nte llamada SIDE) donde tras el despido tumultuoso del agente Jaime Stiuso, se anunció una transparen­cia mentirosa, con un par de amigos de Máximo con rol fundamenta­l. Así, La Cámpora fue actor central tanto en la recaudació­n como en el destino de ese dinero y hasta llegaron a coincidir con Guillermo Moreno quien creó las DJAI (Declaracio­nes Juradas Anticipada­s de Importació­n) y que significar­on la apertura de una cau- sa judicial contra ex funcionari­os K.

Pero el nombre clave en esa estructura para el financiami­ento de la política habría sido una persona de vínculo estrecho con Máximo: Fernando Basanta.

El doctor Fernando Miguel Basanta es íntimo amigo y “mano derecha” de Máximo Carlos Kirchner. Para algunos en el peronismo, enfrentado a La Cámpora, era cumplía el papel de “comisario político” en las sombras, rol que se le adjudicaba desde el inicio de la organizaci­ón.

Hijo de Arnulfo Basanta, un escritor y poeta ya fallecido que trabajó muchos años en el Correo Argentino y que fue titular de Loterías para Acción Social (LOAS), durante la gobernació­n de Néstor Kirchner. Tal vez de allí, a Fernando Basanta le quedó -como herencia familiar- una silla fija en Lotería Nacional donde reviste como planta permanen- te.

El joven Basanta se transformó luego en hombre de Francisco “Batata” Mansilla, uno de los integrante­s de la “Mesa del Odio”, el grupo de amigos de Néstor Kirchner quienes se reunían con él, con habitualid­ad, en la confitería del hotel Santa Cruz. Mansilla creó después la agrupación santacruce­ña “Por Una Ciudad Solidaria” y en su taller mecánico se celebraron asados donde coinci-

La Cámpora fue actor central tanto en la recaudació­n como en el destino de ese dinero.

dían Néstor Kirchner y el entonces empleado bancario Lázaro Báez. Por ese lazo con “Batata” Mansilla, a Basanta se lo considera “un hombre de la AFI que labura con la policía de Santa Cruz”.

Luego Basanta trabajó, durante las gestiones kirchneris­tas en el Estado, desde marzo de 2009 a julio de 2011 en la Lotería Nacional, lugar apetecible por quienes adoran “la caja política”. Luego, pasó de mayo de 2012 hasta diciembre de 2015 -fin del segundo mandato de CFK- a revistar en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, con un cargo en la cartera que manejó el secretario de Justicia Julián Álvarez, miembro de la conducción camporista y un nexo clave con los jueces federales. En enero de 2016, Basanta volvió a Lotería hasta octubre 2017; ya no está ahí pero porque goza de una licencia sin goce de sueldo de su planta permanente.

Basanta habría sido el hombre encargado del reparto del dinero de las campañas de La Cámpora. Tras visitar el quincho donde vivía Máximo Kirchner en la residencia presidenci­al y, tras un asado regado con vinos Rutini, Basanta habría salido de Olivos con los fondos para repartir entre las distintas agrupacion­es de la fuerza juvenil para el trabajo electoral.

El lugar clave de “operacione­s” de Basanta sería, además de Olivos, la sede central de la agrupación juvenil K, ubicada en la calle Cerrito, entre Bartolomé Mitre y Rivadavia, lugar que no cuenta con ninguna gráfica de identifica­ción partidaria en la fachada del edificio porteño. Hasta allí,llegaban quienes aportaban la plata “negra” para la agrupación juvenil. Este riogallegu­ense fue luego quien Máximo postuló para reemplazar a Jaime Stiuso en la SIDE cuando Cristina Kirchner se desprende del histórico agente de inteligenc­ia, que tan cercano fue a su ex esposo Néstor Kirchner. Basanta se habría sumado a la Agencia Federal de Inteligenc­ia para el manejo de los fondos reservados de un modo muy reservado: no fue nombrado en esa dependenci­a ni figura en ningún registro de la agencia pero habría logrado intervenir, de modo “inorgánico”, la caja a Oscar Parrilli, el ex secretario presidenci­al que Cristina puso en la secretaría de los espías.

Los fondos reservados de la AFI se manejaron siempre sin control pero solo se movieron con el aval del 8 (como se denomina al segundo en la SIDE) del encargado de Operacione­s y del de Finanzas. Allí también revistaba Martín Alanis, otro camporista. Ese tridente que definía el destino de los fondos reservados terminaba en Juan Martín Mena -segundo de Parrilli- y quien tenía trato directo con Basanta, por orden de Máximo.

Esos fondos terminaban, en parte, en el financiami­ento de la campaña de La Cámpora, en sus distritos y no en la faena presidenci­al de Daniel Scioli, a quien el camporismo boicoteó en la pelea electoral de 2015. En la provincia de Buenos Aires, ese rol lo cumplía José Ottavis. ■

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Dos nuevos involucrad­os. El secretario de Abal Medina nombró a Ottavis y el “Cuervo” Larroque como parte del circuito de la plata negra.

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