Los devastadores testimonios de abusos de 300 curas a más de 1.000 chicos en EE.UU.
Los violaron, ataron, torturaron, les tomaron fotos desnudos y hasta los compartían entre varios. Fue desde 1940.
“Militarizaron la fe”. Violaron, torturaron usando rituales religiosos y símbolos católicos, y luego amenazaron a sus víctimas con la eternidad en el infierno. De tal modo, 300 sacerdotes católicos en el estado de Pensilvania emplearon la propia fe de sus presas (chicos y jóvenes seminaristas) y su confianza en ellos como líderes religiosos para abusarlos y silenciarlos. Así lo indica un informe de un jurado investigador que recogió los testimonios de las víctimas y revisó mi- les de documentos, que terminaron en un informe de 1.400 páginas, revelado el martes. El Vaticano condenó ayer los abusos.
La investigación, realizada durante dos años, en seis de las ocho diócesis de Pensilvania --Allentown, Erie, Greensburg, Harrisburg, Pittsburgh y Scranton--, es la más amplia realizada nunca sobre abusos de sacerdotes católicos en Estados Unidos, según los defensores de las víctimas. Más de 1.000 menores, y posiblemente muchos más, fueron asaltados desde la década de 1940, según el informe.
El diario The New York Times describió el informe como “devastador” y remarcó, citando a un fiel camino a misa, lo “difícil que es ser hoy católico” después de leer un informe semejante. Un cura, por ejemplo, ató a una de sus víctimas con una soga dentro un confesionario en “una posición de oración”, escribió el jurado investigador. Cuando el menor se negó a mantener relaciones sexuales, el sacerdote furioso empleó un crucifijo de 18 centímetros para agredirlo sexualmente. Otra víctima contó cómo un religioso usó una cruz de metal para golpearlo. En la rectoría de una parroquia, cuatro curas hicieron que un chico se desnudase y posara como Jesucristo en la cruz mientras le tomaban fotos. “Contó que todos se reían y decían que las imágenes serían utilizadas como referencia para nuevas esculturas religiosas para las parroquias”, dice el informe. Dos de los curas implicados en esos hechos cumplieron más tarde penas de prisión por abusar sexualmente de dos monaguillos. Otro cura contó a un niño al que estaba acariciando que lo que hacía estaba bien porque él era “un instrumento de Dios”. Hay más y peor. Cinco hermanas de una misma familia, una de ellas una beba de 18 meses, fueron abusadas por el mismo sacerdote. En otro caso, un cura embarazó a una joven y luego le arregló el aborto. Los sacerdotes también humillaban sus víctimas.
El informe sigue con más atrocidades. Hubo curas que colaboraban para producir y distribuir pornografía infantil y hasta compartían las víctimas entre sí. George, el chico que hicieron desnudar y posar como Jesús en la cruz, contó que cada uno de estos curas tenía un grupo de chicos favoritos a los que se llevaban de viaje. Los niños recibían regalos, específicamente cruces de oro. El jurado descubrió que estas cruces tenían otro propósito que el premio: eran la insignia visible que señalaba a chicos como víctimas de abuso sexual. Eran una señal para otros depredadores. Muchas de las víctimas luego terminaron como drogadictos o alcohólicos. Algunas se suicidaron. ■