Clarín

Las advertenci­as de Roberto Bolaño

- Federico Finchelste­in

Historiado­r. New York for Social Research de Nueva York

Se cumplieron quince años de la muerte del increíble escritor chileno Roberto Bolaño. Aunque bastante ignorada, su mirada sobre la política sigue siendo esencial para comprender el presente. A pesar de su temprana muerte (falleció a los 50 años), Bolaño nos dejó una concepción del mundo y una advertenci­a sobre el peligro de aceptar sin chistar al régimen de turno.

En particular, anunció el peligro de normalizar a intolerant­es de nuestra actualidad como Donald Trump. Nos dejó, una clave sutil para entender los extremismo­s globales actuales. Una mirada sobre cómo los pasados dictatoria­les y la política del fascismo reverberan en el presente y no se van nunca.

Casi se podría decir que, en su obsesión por el legado histórico del fascismo y su énfasis en sus constantes retornos en el presente, Bolaño profetizó el mundo racista y populista de nuestros tiempos.

Por supuesto, Bolaño no fue el único en hacerlo. Vale recordar la obra maestra de Philip Roth quien con su obra La Conjura contra America de 2004 (publicada un año después de la muerte del autor chileno) presentó una historia alternativ­a de Estados Unidos, en la cual un famoso, un celebrity nacionalis­ta pero también admirador de los nazis (el piloto Charles Lindberg), gana las elecciones y ocupa la Casa Blanca convirtien­do a un Estados Unidos neutral, en un aliado práctico de Hitler.

A partir de ese momento, se agudizan aun más el racismo y la discrimina­ción étnica, cultural y religiosa con el resultado de más discrimina­ciones y persecucio­nes oficiales. Más recienteme­nte pudimos ver esta obsesión por la traición de los nazis locales a la patria retratada en la notable serie televisiva de HBO, El Hombre en el castillo (cuyo autor original fue Philip Dick) y también en el nuevo y polémico comic de Marvel, sobre el Capitán América y el “imperio secreto”, en donde con alusiones subliminal­es al trumpismo, descubrimo­s que el superhéroe americano es en realidad un traidor que trabaja para el enemigo.

Sin embargo, todas estas versiones del nazismo en Estados Unidos tienden a ser etnocéntri­cas, sólo hablan del país del norte y poco exploran las dimensione­s globales del fenómeno. La originalid­ad de Bolaño es justamente que enfatiza un fascismo que no tiene fronteras de tiempo y espacio. Un fascismo global y globalizan­te.

Esta traición nacionalis­ta de los valores éticos y políticos de la nación en pos de un alianza global de las derechas, ya había sido entendida y denunciada justamente por autores latinoamer­icanos como Jorge Luis Borges en la época de la Segunda Guerra mundial y es justamente ésta la tradición que hace pensar a Bolaño que las dictaduras de Pinochet y Videla formaban parte de la historia del fascismo.

Yendo más adelante, Bolaño nos advirtió sobre la dimensión fascista de la violencia contra las mujeres, en especial los femicidios en México y también la violencia racista de la extrema derecha y los skinheads en Europa.

Por supuesto, Bolaño no dijo nada de Donald Trump. ¿Quién hubiera pensado a principios de este siglo que ese millonario payasesco se convertirí­a en uno de los íconos de la nueva derecha racista y populista?

Bolaño fue la antítesis de un intelectua­l del poder. Su vida de emigrado y veces exiliado político, primero en México en los ‘60 y ‘70 y luego en España, siempre lo puso en los márgenes de la cultura de su tiempo. Y desde la marginalid­ad y también la pobreza, Bolaño vio un mundo que de Hitler a Pinochet marcaba continuida­des peligrosas. Alejado de todo y de todos, se dedicó a pensar porque ese racismo de origen fascista, tan típico del trumpismo, puede llegar a ser parte de una cul- tura vendida a las leyes del mercado. Una cultura que abandona la ética y se destruye a sí misma.

En este marco, los liderazgos intolerant­es son normalizad­os, ignorados o incluso a veces celebrados por los intelectua­les del poder. Sigue siendo así, en países ricos en tradición cultural como Estados Unidos pero también europeos como Italia, Francia y Hungría se presentan con gran éxito líderes racistas como Matteo Salvini, Marine Le Pen y Viktor Orban. Lo mismo se podría decir del peligro racista y populista del candidato a la presidenci­a Jair Bolsonaro en Brasil, quien aparece segundo en las últimas encuestas.

Aunque extremo, Brasil no es el único ejemplo. Latinoamér­ica en su conjunto no está exenta de esta corrupción de sus valores constituci­onales. Una corrupción que cuenta con raíces fascistas. Esta idea del fascismo como un origen traumático fundamenta­l para la historia de nuestra América Latina fue propuesta por Bolaño.

El fascismo es la fuente de toda presencia de violencia y sufrimient­o. Esta concepción del fascismo como algo que tiene que ver con Hitler y Mussolini en 1930 y 1940, pero que también tiene su papel dentro y fuera de la historia reciente y de nuestro mismo presente, forma parte de las advertenci­as que nos dejó Bolaño.

Con horror observó cómo el fascismo y las autocracia­s fabrican su propia versión “letrada de la cultura”. Como nos enseñó, esta nueva cultura de derecha no puede ser sólo la expresada en las frases baratas del líder sino también en la traición de los intelectua­les, del nacionalis­mo y el privilegio.

El fascismo y el populismo no implican sólo la manipulaci­ón y la corrupción desde el poder sino también una ideología que sin pensarlo dos veces promueve, eleva y justifica a sus líderes por encima de todo. Para que no triunfen estas ideas contra la democracia es necesario recordar esta advertenci­a principal que nos dejó el gran escritor chileno. ■

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HORACIO CARDO

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