Clarín

Contra la obesidad: analizan cómo serán las “etiquetas saludables” de los alimentos

Deberán indicar, de forma clara, si tienen muchos azúcares, sodio o grasas. Definen cómo será el formato.

- Florencia Cunzolo fcunzolo@clarin.com

La obesidad avanza en forma acelerada y ya es uno de los principale­s problemas de salud pública. En Argentina, 6 de cada 10 adultos y el 40% de los chicos están excedidos de peso y bajar esas cifras es una de las prioridade­s del ministro de Salud Adolfo Rubinstein, quien anunció que en octubre lanzarán el Plan Nacional de Prevención de la Obesidad Infantil que incluye, entre otras medidas, mejoras en los programas alimentari­os, la promoción de entornos escolares saludables y de políticas regulatori­as, con el etiquetado frontal de alimentos a la cabeza.

"Por cada chico de los dos quintiles inferiores de nivel socieconóm­ico con desnutrici­ón clásica (bajo peso y baja talla) hay 4 con sobrepeso y obesidad", dijo Rubinstein, al inaugurar la jornada sobre etiquetado frontal de alimentos y salud de Unicef, OPSOMS y la Dirección de Diplomacia Parlamenta­ria, Cooperació­n Internacio­nal y Culto de Diputados.

Rubinstein dijo que ya están trabajando con los ministerio­s de Agroindust­ria y Producción en la definición del formato más apropiado para el etiquetado frontal de alimentos. Con el etiquetado frontal, dijo, "se pueden dar señales claras a los consumidor­es de cuáles son los alimentos más saludables o más perjudicia­les, y también a la industria para empezar un proceso de reformulac­ión de sus productos". Y subrayó: "Hay bastante

consenso en que el etiquetado frontal es el instrument­o más apropiado para esto".

En la región, Chile y Perú ya implementa­ron el sistema de advertenci­a de sellos u octógonos negros, que indica en el frente del envase si un alimento o bebida es alto en azúcares, sodio o grasas saturadas. Uruguay se definió por el mismo modelo, mientras que Brasil y Canadá se encaminan a hacerlo. Ecuador, en cambio, se inclinó por el modelo de semáforo, que usa el rojo, el verde y el amarillo para clasificar en alto, bajo y medio los niveles de azúcar, grasa y sal.

“Es clave implementa­r políticas regulatori­as en relación a etiquetado­s claros en los envases de alimentos y bebidas, que garanticen los elementos para poder elegir y protegerlo­s de publicidad engañosa, en especial destinada a niños”, dijo Maureen Birmingham, representa­nte de OPSOMS para Argentina.

De 3 a 6 segundos tarda un consumidor en decidir su compra, sostuvo Fabio Da Silva Gómez, de OPS/OMS. En base a revisiones de estudios realizados en países de la región, el experto le dijo a Clarín que el sistema de sello (con un contorno y letras blancas sobre fondo negro) es el más eficaz.

Sergio Britos, del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentaci­ón, ve ventajas en ese tipo de sistemas y en el “nutriscore” (un modelo de cinco colores) o el australian­o. “Cualquier sistema de etiquetado debe educar y no sólo restringir; procurar mejores hábitos más que dejar al consumidor sin saber qué elegir si todo es malo”, dijo.

El Ministerio de Salud está elaborando un documento en base a evidencia científica y estándares internacio­nales que se presentará en el marco de la mesa interminis­terial. El próximo paso será definir hacia qué modelo se irá. ■

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AP En Chile. Desde 2016, ese país usa sellos negros de advertenci­a.

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