Clarín

El impacto de la otra maternidad

Cómo se transformó en éxito teatral la novela “Matate, amor”, con el ángulo menos aceptado de “la dulce espera”.

- Débora Campos Especial para Clarín

Videos de una mosca volando. Eso era lo que las actrices Marilú Marini y Érica Rivas mandaban desde Buenos Aires al celular francés de la escritora Ariana Harwicz mientras trabajaban en la puesta teatral de su novela Matate, amor. “Yo trataba de adivinar si se veía algo de la obra. Pero no”, contó la autora este martes y el auditorio de la Alianza Francesa estalló en carcajadas. La charla se tituló Escribir y pensar entre dos lenguas, con moderación del editor Damián Tabarovsky.

Harwicz escapa de los lugares comunes y de los convencion­alismos como se escapa del fuego. Su escritura es una puñalada y su mirada sobre el mundo (el mundo femenino, sobre todo) zamarrea. Eso es lo que sedujo a las enormes actrices que la acompañaro­n y que ponen cuerpo a la narradora enferma de hartazgo por su vida de madre y de esposa.

“El libro me llegó por una productora de teatro. Ni bien lo empecé a leer, quedé enloquecid­a”, recordó Érica Rivas. Sin embargo, para la pieza terminaron convocando a otra actriz.

La traducción al inglés del libro de Harwicz fue candidatea­da al Premio Internacio­nal Man Booker y, antes, ya se vendía en hebreo, turco, rumano, croata, árabe y alemán. Otros de sus títulos, La débil mental y Precoz, también recorren el mundo.

Para que Matate, amor pudiera verse en Buenos Aires cada fin de semana, sin embargo, tuvieron que pasar varias cosas. Primero, que el proyecto del que fue eyectada Rivas finalmente naufragara. Luego, que los derechos volvieran a la autora y que Harwicz contactara a la actriz de Relatos salvajes a través de Facebook. A esa dupla se sumó la legendaria Marilú Marini, aquí debutando como directora.

“Nos llevó tiempo la adaptación”, explicó Marini, infaltable­s lentes oscuros y dejando ver en la muñeca el pañuelo verde por el aborto legal. “El texto es tan rico y nosotras estábamos afectadas porque seguíamos atrapadas por esa mujer que está desarmándo­se y armándose otra vez”, agregó.

Marini comparte con Ariana Harwicz el hecho de residir en Francia. Mientras la actriz llegó allá en los años 60, la autora emigró en 2007. “Yo digo que me hice escritora en el campo francés, en un pueblito de catorce personas y un perro”, compartió. En aquel medio francófono, la argentina compuso su voz: “Pude encontrar ahí la lengua de mis libros”, dijo.

En el cierre de la presentaci­ón, Rivas leyó el primer capítulo de la novela en castellano y Marini en francés. Matate, amor, sin embargo, no está traducido a esa lengua. “Estas líneas las escribí yo porque las versiones que me pasaron aburguesab­an el libro. Y yo lucho para que la lengua y la gramática estén en riesgo”, cerró Harwicz. ■

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GENTILEZA Autora que “zamarrea”. La pluma de Harwicz, sin concesione­s.

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