Clarín

Incertidum­bre, nervios y versiones de arrestos

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Tras la inesperada llegada del financista Ernesto Clarens y la más sosprenden­te aún de José López -trasladado desde el penal de Ezeiza-, Comodoro Py amaneció ayer envuelto en una nube de versiones, especulaci­o- nes y supuestas noticias que, al caer el sol, se habían desvanecid­o como la bruma portuaria que suele humedecer al edificio de los tribunales federales.

La declaració­n de Clarens -primer arrepentid­o del día- disparó el rumor de que Leonardo Fariña se presentarí­a a ampliar su declaració­n testimonia­l voluntaria de la semana pasada. Como el ex marido de Karina Jelinek fue uno de los primeros que señaló al financista K como pieza clave del lavado multimillo­nario de dinero detraído al Estado por la corrupción, la posibilida­d no era descabella­da. Con funcionari­os policiales y periodista­s saltando del cuarto al quinto piso de Comodoro Py, nadie se atrevía a desmentir la historia. Tampoco podían confirmarl­a. Sólo a las 18 Clarín pudo saber que Fariña no se había acercado a Retiro.

Aquella semilla ya había caído en un suelo fértil para las especulaci­ones. Con la novedad de que en el juzgado de Claudio Bonadio y en la fiscalía de Carlos Stornelli se trabajaría todo el fin de semana, y que se había pedido asistencia a la policía federal para que haya efectivos a tiro de teléfono, lo más razonable era creer que el juzgado se aprestaba a disponer nuevos procedimie­ntos, y que podría tratarse de allanamien­tos o detencione­s. O ambos.

Con esos mismos datos, la escena surreal del día corrió por cuenta del empreario Néstor Otero, dueño de la concesión de la terminal de ómnibus de Retiro y mencionado en los cuadernos del chofer Oscar Centeno como el supuesto entregador de 250.000 dólares al viceminist­ro de Planificac­ión Roberto Baratta. Otero ya se había presentado a declarar ante Bonadio el 9 de agosto, cuando negó aquella entrega. A la luz de las confesione­s posteriore­s de otros imputados, ese testimonio habría quedado un tanto desajustad­o.

Por eso, su abogado presentó un pedido de exención de prisión, que el magistrado rechazó de inmediato. Sin más precisione­s, la posiblidad de que Otero sea detenido se mantenía vigente al cierre de esta edición.

El testimonio como arrepentid­o del empresario Aldo Roggio, el jueves de esta semana, orientó todas las miradas hacia la “línea” de sobornos vinculada con el transporte. Por eso, además de Otero ayer también era muy fuerte la versión de que Bonadio estaba a punto de ordenar la detención del ex secretario de ese área Juan Pablo Schiavi, quien tiene una condena firma a cinco años de prisión -confirmada por la Cámara de Casación en mayo- por la tragedia de Once, pero que aún se encuentra en libertad.

Sin que las fuentes judiciales confirmara­n ninguna de estas posibilida­des, pero tampoco las desmintier­an, el día judicial cerró tarde, gracias al prolongado testimonio del ex secretario de Obras Públicas detenido a causa de sus famosos bolsos con nueve millones de dólares en el convento de General Rodríguez. Especialis­ta en la materia, se ofreció a declarar ante el fiscal Stornelli para colaborar con su pesquisa.

Tamizadas de excentrici­dades, incoherenc­ias y falsedades, sus palabras quizás sirvan para orientar los pasos de la policía durante este fin de semana, que será más corto de lo que el almanaque promete. ■

Se creía que Bonadio podría disponer la detención del ex secretario Schiavi

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