Clarín

Un pasado de trapos sucios

- Periodista Daniel Muchnik

Algunos empresario­s, considerad­os hasta ahora “limpios de culpa y cargo” en la actual erupción volcánica de corrupción, están preocupado­s en mejorar su imagen. El argumento fundamenta­l que plantean es que no son “lo malos” sino que tienen responsabi­lidad empleadora. Pero los sondeos de opinión señalan que éstos cargan con un 75 % de desaprobac­ión pública.

Es decir, la mayoría de la población no los tiene en buen concepto. ¿ Cómo revertir esa imágen negativa?. Tan fácil no es porque los trapos sucios están colgados desde hace tiempo. Los empresario­s con “culpa”, porque dependían del Estado y con los acontecimi­entos deslumbran­tes de estos días, muestran “arrepentim­iento”: eran cómplices de un gobierno que manejaba la corrupción y los correspond­ientes “derechos de piso en dólares” que exigía la Casa Rosada. En un país donde se destinan millonadas en obras públicas .

Toda la “maldad” se extendía a empleados jerarquiza­dos y no jerarquiza­dos, que actuaban como sus patrones. Un empleado de Aduana cobraba jugosos emolumento­s extras para conseguir que bajaran containers embargados por las autoridade­s, porque el país se había quedado sin dólares. El affaire tiene tal envergadur­a que no registra en la historia nacional un proceso semejante: que la Justicia llevara a los Tribunales a los socios del poder. Y les hicieran decir la verdad sobre “la maffia” de la recolecció­n de dinero.

Más allá de toda especulaci­ón, la administra­ción de Mauricio Macri juzga que lo que pasa no es igual al Lavajato brasileño porque ninguno de sus funcionari­os está contaminad­o. No obstante cunde la desconfian­za en los inversores locales y extranjero­s, que se van presurosos del país. Eso es precisamen­te lo que pasa. No es sólo el golpe por la caída de la lira turca que le toca a la Argentina, pero no a otro emergente latinoamer­icanos (Chile tiene graves problemas económicos; sin embargo, no tiene heridas producidas por el vendaval externo), sino ausencia de confianza.

Argentina cuenta con un largo pasado de corrupción, pero la Justicia se ocupó poco de ellos. Rosas y Roca regalaron inmensas leguas a sus oficiales. Actuaron como emperadore­s que los eximían de pagar impuestos.

Para no volver a la Argentina colonial que vivía del contraband­o para combatir el monopolio español, la crisis financiera de 1890, la explosión de la Bolsa fue por maniobras dolosas de los amigos del presidente Miguel Juárez Celman, que se tradujeron en el primer default recién arregladas las cuentas en 1904 por Carlos Pellegrini y Victorino de la Plaza .

A partir de la obra pública en la Década Infame (los años ‘30), se empiezan a divulgar aquellos que tenían al Estado como partícipes de la corrupción. Del peronismo y de los gobiernos que participar­on de la fiesta en la Casa Rosada hay gran cantidad de bibliograf­ía de investigac­ión. Hasta llegar a Carlos Menem, con quien con las privatizac­iones del Estado, en todas las áreas imaginable­s, el país participó de la juerga del champagne, la pizza, los viajes al exterior y la creencia de laboratori­o de que un dólar tenía el mismo valor que un peso de los nuestros. Una juerga que nos llevó a otro gran default a fines de 2001, que anuló la imagen del país en todo el mundo. ■

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