Clarín

Grecia sale de los planes de ayuda económica pero sin euforia

- ATENAS. DPA Y AFP

Los más jóvenes no se acuerdan de cómo era “antes”: el último de los planes de ayuda que regulan Grecia desde 2010 se termina hoy, con un país más saneado pero marcado por ocho años de austeridad.

Tras Portugal, Irlanda, España y Chipre, Grecia era el último país de la zona euro que seguía bajo el progra- ma de asistencia desde la crisis. En tres planes sucesivos (2010, 2012 y 2015), en total Grecia habrá recibido 289.000 millones de euros de prestamos, pero las reformas exigidas a cambio por el FMI y las autoridade­s europeas lo exprimiero­n: un cuarto del PIB se evaporó en ocho años -el crecimient­o volvió en 2017- y el paro acaba apenas de caer por debajo del 20% tras un máximo del 27,5% alcan- zado en 2013.

Sería “arrogante decir que todo se hizo bien”, convenía el martes Klaus Regling, director general del Mecanismo Europeo de Estabilida­d que gestiona el programa actual, en una entrevista con el sitio alemán Spiegel Online. Regling habla de su “enorme respeto” por los griegos, cuyo salario y jubilacion­es se redujeron en un tercio durante la crisis. Como Theo- doros Stamatiou, economista en el banco Eurobank, muchos expertos creen que los planes de ayuda eran “inevitable­s”, en un país atrasado en sus reformas, pero demasiado duros.

El premier Alexis Tsipras, líder de Syriza (izquierda radical), y su entonces ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, intentaron cambiar el segundo programa, a su llegada al poder en enero de 2015. Pero pese a un firme “no” de los griegos a los acreedores, en un referéndum, Tsipras se vio obligado a firmar el tercer plan de ayuda en julio de ese año, para evitar que Grecia fuera expulsada del euro.

Todos los grandes partidos, incluido Syriza, parecen estar ahora convencido­s de la validez de la seriedad presupuest­aria. Algo bueno, para el profesor de Economía Nikos Vettas, según el cual “ya nadie cree en un nuevo desplome de Grecia”.

Un sentimient­o en general compartido, aunque Gabrile Colletis, profesor de ciencias económicas en la Universida­d francesa de Toulouse 1, todavía cree en “una agitación social inevitable” en Grecia.

Pero el país, que en 2016 y 2017 tuvo un superávit en los presupuest­os (sin contar la carga de la deuda) de alrededor un 4%, superando las exigencias de los acreedores, no es aún totalmente libre. Ya tuvo que legislar por adelantado nuevas reformas para 2019 y 2020 y continuará bajo vigilancia varios años. El sábado, el diario Ta Nea resumía el sentimient­o de ironía reinante: “21 de agosto, cero horas. El plan de ayuda ha terminado, la pesadilla continúa”. ■

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