Sushi y música para celebrar la amistad entre Argentina y Japón
Una multitud fue al Jardín Japonés. Hubo shows y más de 80 puestos con comida y artesanías típicas.
Si la amistad de dos naciones pudiera medirse por la cantidad de personas que pasaron ayer por el Jardín Japonés, entonces la hermandad entre Japón y Argentina está garantizada. Una multitud de vecinos acompañó los festejos por los 120 años de la firma de un tratado de comercio y navegación que se transformó en el puntapié inicial para un proceso de inmigración con el que llegaron al país muchas familias niponas. Hoy se estima que hay alrededor de 65.000 personas que pertenecen a esa comunidad.
Según los organizadores, pasaron por el lugar más de 120.000 personas. La avenida Adolfo Berro se transformó en una peatonal, con 80 stands y un escenario. Además de artesanías (como el característico origami), hubo stands de pintura y de íconos de la cultura, como Totoro y todo el universo de personajes creados por el director Hayao Miyazaki.
Y claro, hubo puestos de comida. Por mucho, fueron los más convocantes. Se formaron colas para probar el taiyaki, un pastelito de hojaldre con forma de pez; el relleno clásico es con porotos adukis, pero aquí fueron reversionados y se podía elegir entre el dulce de leche y la crema pastelera. También hubo puestos de sushi.
Otro stand que captó la atención de las familias fue el que servía matcha, que es un tipo de té verde pero en polvo. Con ese ingrediente preparaban una suerte de tereré (con limón, menta y azúcar), o matcha bombón (con leche, bolitas de tapioca, crema y salsa toffee).
De fondo, la voz dulce de la cantante Romina Shimabukuro amenizó una tarde muy fría, que regalaba algo de calidez cada vez que asomaba el sol. "¡Es tan lindo este paseo! Venimos dos o tres veces al año, pero nos encanta cuando además podemos comer cosas tradicionales y disfrutar un show", contaron Marcela y Juan, de paseo con sus tres hijos.
Adentro del Jardín Japonés, otra multitud caminaba a paso lento. Miles de selfies por minuto, aprovechando los arcos rojos, los puentes y las últimas postales de los cerezos en flor. Por la entrada de avenida Casares, las familias hicieron más de 300 metros de cola para ingresar. Además hubo un acto protocolar con la presencia del embajador de Japón, Noriteru Fukushima, y autoridades de la Ciudad.
Fue un Día del Niño diferente, una oportunidad de conocer la cultura de los japoneses en el país. ■