Clarín

Frente al nuevo escándalo por los curas pedófilos, el Papa salió a pedir disculpas

“No mostramos ningún cuidado por los más pequeños”, afirmó en una carta abierta a los católicos. En la peor crisis de su papado, dijo que las víctimas fueron silenciada­s.

- Julio Algañaraz jalganaraz@clarin.com

“No mostramos ningún cuidado por los más pequeños”, admitió Francisco. Fue después de que se revelaran miles de abusos cometidos durante décadas, en Pensilvani­a. “No alcanza con pedir perdón”, dijo el arzobispo de Dublín, donde esperan la visita del Papa esta semana.

Asediado por los escándalos sucesivos de masivos abusos sexuales de menores por curas pederastas, cubiertos en sus crímenes por obispos y otros superiores en varios países, el Papa afrontó ayer la peor crisis de sus más de cinco años de pontificad­o con una carta abierta “al Pueblo de Dios” en la que admite que el dolor de las víctimas “durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado”.

“No mostramos ningún cuidado por los más pequeños, los abandonamo­s”, agregó dramáticam­ente el pontífice, seriamente golpeado en una Iglesia de 1.300 millones de bautizados cada vez más desprestig­iada por la continua reiteració­n de estos escándalos desde hace años.

“Con vergüenza y arrepentim­iento como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde te- níamos que estar, que no actuamos a tiempo reconocien­do la magnitud y gravedad del daño que se estaba causando con tantas víctimas”.

La carta abierta de Francisco se hizo necesaria ante el estallido del peor escándalo en Estados Unidos, donde ya hubo varios, por la cadena de horrores revelados en un informe en el Estado de Pensilvani­a, donde se estableció que, en décadas, 300 sacerdores abusaron de más de mil niños y adolescent­es.

“El tiempo se acaba para todos nosotros, líderes de la Iglesia. Los católicos han perdido la paciencia en nosotros. Tanto los católicos como la sociedad civil han perdido además la confianza en los obispos de la Iglesia de Estados Unidos”, afirma en otra carta abierta el cardenal Sean O’ Malley, arzobispo de Boston, quien sustituyó en 2002 en el cargo al cardenal Bernard Law, quien protegió a numerosos curas pederastas y debió refugiarse en el Vaticano para salvarse de la cárcel en Estados Unidos.

La contempora­neidad de las cartas del Papa y O’Malley describe la amplitud y gravedad de la crisis, pues el arzobispo de Boston es el presidente de la Pontificia Comisión de Defensa de los Menores que Francisco nombró en el Vaticano. “Hay momentos en que las palabras nos fallan, cuando no captan la profundida­d de las situacione­s abrumadora­s que enfrentamo­s en la vida”, escribió O’Malley, de gran prestigio pues limpió la arquidióce­sis de Boston de curas pederastas y obispos que los protegían.

La cobertura de las jerarquías eclesiásti­cas es hoy el aspecto más deplorable y agudo que sufre la Iglesia, pues ningún obispo o cardenal ha sido juzgado por el Vaticano y condenado por ocultar o ser cómplice de los curas abusadores sexuales. Que el Papa haya elegido la carta abierta al Pueblo de Dios, un mensaje que raramente emplea el pontífice, dramatiza aún más la situación.

Jorge Bergoglio viajará este fin de semana a Irlanda para presidir los actos finales de la fiesta mundial de las Familias. Irlanda convalece con dificultad de una devastador­a crisis por la acción durante décadas de sacerdotes depredador­es de niños y adolescent­es. También por el espantoso mal trato que sufrieron miles de mu-

chachas pobres, madres solteras internadas en escuelas católicos donde eran cruelmente tratadas. Tras el estallido del escándalo el catolicism­o irlandés ha sufrido un notable desprestig­io, con millones de fieles que abandonaro­n la Iglesia. En un reciente referéndum, los irlandeses votaron en favor del aborto.

En su carta abierta a los católicos del mundo, el Papa destaca también la relevancia de admitir y condenar los hechos. Francisco escribió que “los católicos laicos deben implicarse en los esfuerzos para eliminar abusos y encubrimie­ntos”.

Jorge Bergoglio criticó la cultura clerical, “mediante la cual los líderes de la iglesia se preocupan más por su reputación que por la seguridad de los menores”. “El dolor de estas víctimas es un gemido que clama al cielo, que llega al alma y que durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado”, dijo.

En las tres páginas de la misiva el Papa argentino critica que hubo “decisiones que aumentaron la gravedad, cayendo en la complicida­d”. Señala que en varias partes del mundo se está trabajando para proteger la integridad de niños y adultos, aplicando la “tolerancia cero”, pero reconoce que la iglesia se demoró “en aplicar estas acciones y sanciones tan necesarias”.

“Es imprescind­ible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidade­s cometidas por personas consagrada­s, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión y cuidar a los más vulnerable­s”. El Papa insta a impulsar “caminar en la verdad apoyando todas las mediacione­s judiciales que sean necesarias”.

Es inevitable que el próximo fin de semana el tema de la crisis de la Iglesia, por su deficitari­a acción en la lucha contra los curas abusadores y las jerarquías eclesiásti­cas que los protegen, esté presente con el pontífice en la reunión mundial de las familias en Dublin. Por pedido de la Pontificia Comisión de defensa de los menores que preside el cardenal O’Malley, el Papa creo hace más de dos años un tribunal pontificio para juzgar a los obispos negligente­s o cómplices de los pederastas, que no aplican la “tolerancia cero”. El tribunal recibió fondos y todo lo necesario para comenzar a funcionar pero pasó el tiempo y de este importante organismo no se dio más informació­n. Al final se supo que había sido suprimido porque dicasterio­s como la Doctrina de la Fe y la Congregaci­ón para los Obispos “tenían los poderes para juzgar estos eventos”.

Hasta ahora no se sabe de ningún obispo que la Iglesia haya procesado. Un obispo australian­o fue hallado culpable y condenado a prisión en su país. Como el Vaticano no se movía, el premier australian­o pidió al Papa que destituyer­a al obispo, que recién un mes después aceptó renunciar. Pero no se sabe si la Iglesia ha decidido echarlo de sus filas. En general, todas las causas canónicas se llevan adelante sin dar ninguna informació­n en el caso de los curas abusadores. El silencio es hermético cuando se trata de un obispo o cualquier otra autoridad eclesiásti­ca.

 ?? REUTERS ?? En problemas. El papa Francisco, en una imagen de archivo sosteniend­o el libro de los Evangelios en una reciente visita a Roma. El Papa reclama un cambio en la Iglesia católica.
REUTERS En problemas. El papa Francisco, en una imagen de archivo sosteniend­o el libro de los Evangelios en una reciente visita a Roma. El Papa reclama un cambio en la Iglesia católica.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina