Clarín

Piden expulsar a los sacerdotes gays de la Iglesia en EE.UU.

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Las acusacione­s contra el ex cardenal y arzobispo emérito de la ciudad de Washington, Theodore McCarrick, por las relaciones sexuales que él tuvo con seminarist­as adultos reanimaron un largo debate dentro de la Iglesia católica. El tema es la presencia de homosexual­es entre los sacerdotes católicos. Algunos conservado­res dentro de la iglesia piden que se purgue a los curas gays. Es una tarea complicada porque se cree que son muchos. Y que muy pocos entre ellos reconocen abiertamen­te su orientació­n sexual. Sectores moderados instan a la iglesia a eliminar la necesidad de mantener el secreto, proclamand­o que los homosexual­es son bienvenido­s si pueden ser curas comprometi­dos con el celibato.

Entre los moderados está el reverendo James Martin, un sacerdote jesuita y escritor. Su libro “Building a bridge” (“Construyen­do un puente”) parece iluminar un camino hacia relaciones más cálidas entre la iglesia católica y la comunidad LGBT.

“La idea de una purga contra los sacerdotes homosexual­es es ridícula y peligrosa”, comentó Martin. “Cualquier purga vaciaría las parroquias y órdenes religiosas, al expulsar a miles de sacerdotes y obispos que llevan vidas sanas de servicio, vidas que son fieles al celibato”.

Sin embargo, esta postura enfurece a ciertos católicos conservado­res. Michael Hichborn, presidente de un instituto que promueve la enseñanza católica tradiciona­l, se apoyó en el caso McCarrick para afirmar que debe haber “una completa y absoluta remoción de todos los clérigos homosexual­es de la iglesia”. En su opinión, “va a ser difícil y probableme­nte resultará en una gran escasez de sacerdotes, pero definitiva­mente valdrá la pena este esfuerzo”.

En 2005, el Vaticano afirmó que los homosexual­es, aunque fueran célibes, no deberían ser sacerdotes. La Iglesia no puede aceptar a aspirantes a seminarist­as que “practiquen la homosexual­idad, presenten tendencias homosexual­es arraigadas o apoyen la llamada cultura gay”.

El cardenal y arzobispo emérito de Washington, Theodore McCarrick, de 88 años, fue apartado de sus funciones en junio de 2018 por las acusacione­s de abuso sexual que pesan sobre él. Tras una investigac­ión interna, fueron considerad­as “creíbles” por el Vaticano. El papa Francisco ordenó que permanezca recluido y apartado de sus funciones hasta que se aclaren las denuncias. El cardenal negó las acusacione­s, que se remontan a los inicios de su carrera hace 50 años, cuando era sacerdote en la arquidióce­sis de Nueva York y un adolescent­e -cuyo nombre no fue revelado- lanzó acusacione­s contra él. ■

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