“Al miedo se lo combate con alegría”
Unas horas más tarde, mientras el único grupo argentino en el festival, Dancing Mood, ganaba el escenario principal, la incertidumbre sobre cómo podría armar Pussy Riot su gesta de proclamas sobre un escenario es simple, dinámica, moderna.
Entre el electro, el pop y el trap, sin ningún gesto analógico o acústico, Nadia dirige el tránsito entre el activismo y el aerobismo. El pañuelo verde le cubre la garganta y algunas bailarinas, las espaldas. También se tiñe de naranja para afirmar que cualquier tipo de relación entre el Estado y la Iglesia, apesta.
Las pistas a veces patinan o se disparan solas, agregándole una bienvenida cuota de caos. Sus temas despiden aroma de época, y espectadores que esperaban un aquelarre de ruido y arenga prefieren irse antes. El formidable Straight Outta Vagina es como una versión radical de Lady Gaga, donde la Tolokónnikova canta: “No te hagas el estúpido/ no te hagas el tonto/ una vagina es de dónde realmente venís”.
Más que punk, lo que imbuye a la propuesta es la transversalidad del post-punk: esa transición de la tragedia al humor sin tener que dar muchas explicaciones ni poner comillas. Por momentos, reina la idea de que cualquiera que tenga el valor para subirse al escenario pasa automáticamente a ser una Pussy Riot. Así, invitados por ella, un colectivo LGTB colombiano se suma al show y tiene tiempo de expresarse e incorporarse a la fiesta, en una orgía de color similar a ciertos gestos de Madonna en los ‘90.
En menos de una hora completan un set que cuenta como despedida las palabras de la performer: “Al miedo se lo combate con alegría”.