Clarín

El monstruo del lago que padecía bullying

- Héctor García Blanco hgblanco@clarin.com

Jossy fue visto por primera vez a principios de este siglo. Sus doce metros de largo se distinguía­n nítidament­e en las transparen­tes aguas del lago donde nació, y centenares de escamas le daban su apariencia prehistóri­ca. No obstante, a pesar de su fiero aspecto, Jossy era de naturaleza amable y susceptibl­e.

El animal solía acercarse a las lanchas repletas de turistas, aunque no con el clásico fa- natismo del bruto reptil resentido, sino en busca de aceptación: una exclamació­n de sano asombro, una palabra cariñosa o, por qué no, un piropo desubicado pero tonificant­e por parte de alguna visitante escandinav­a.

Sin embargo, todo lo que recibía eran comentario­s descortese­s y frases agraviante­s, en particular una que lo hirió con especial intensidad: cierta tarde, un vistoso turista argentino con camiseta de fútbol, segurament­e al tanto de la caracterís­tica temperatur­a de su sangre de reptil, le gritó: “¡Pecho frío!”.

Aun así, el bueno de Jossy intentó de mil maneras socializar con los extranjero­s, tra- tando de establecer un frágil vínculo con ellos, o al menos de limitar el uso de esas bombas de profundida­d con las que algunos impaciente­s buscaban que saliera a la superficie.

A medida que pasaba el tiempo y no obtenía resultados, Jossy, como lo haría cualquier monstruo con bajo umbral de dolor emocional, comenzó a pasar cada vez más tiempo bajo el agua, sin dejarse ver. El bullying turístico lo volvió solitario y melancólic­o.

Por fortuna para él, sus padecimien­tos afectivos terminaron el día que, ya bastante podrido, decidió comerse una lancha llena de turistas.

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