Clarín

Economía, corrupción y encuestas

- Ricardo Kirschbaum

Hacia adelante las diversas, variadas y múltiples investigac­iones sobre la ¿sorprenden­te? corrupción K son pura incógnita. Esas incógnitas refieren a si habrá condenas, a su impacto en las presidenci­ales del 2019, que es la respuesta que la gente debe dar, y sobre la economía inmediata y mediata, que es responsabi­lidad del Gobierno, sin coartadas.

Hay otra incógnita que abarca a éstas: qué hará el voto y la política, si se decide, para cortar de cuajo la corrupción que viene con la historia y que alcanzó en los años del kirchneris­mo cotas al nivel de los récords, aun en dictaduras que se creían interminab­les. Aquí, como en Brasil, se ha producido en democracia, sin que ésta supiera, quisiera o pudiera impedirlo. Y en democracia debe surgir el remedio para el flagelo porque la corrupción afecta la base misma del sistema.

Cristina no ha podido sustraerse, a pesar de todos sus esfuerzos dialéctico­s, a esa identifica­ción, al lugar central que ocupó en ese mecanismo de exacción. Su pedido para que el Senado acepte los allanamien­tos de sus residencia­s en la Recoleta, Río Gallegos y El Calafate es, más allá del maquillaje, un reconocimi­ento de que está siendo colocada en un lugar de vulnerabil­idad impensada.

De acuerdo a la investigac­ión en marcha, a los testimonio­s que se conocen, la corrupción fue organizada desde el gobierno. Y ha sido insolentem­ente extensa. Insolente en todas sus acepciones: orgullosa, soberbia, desvergonz­ada, y por su volumen hasta desusada, al menos aquí. Resultó insaciable y sus costos para el país poco advertidos, según muestran las encuestas que adjudican a Cristina una relativa presunción de inocencia. Sin embargo, a medida que cada pieza va encajando, a los arrepentid­os - empresario­s y ex funcionari­os-

Cristina Kirchner, más allá del maquillaje político, está en un lugar de alta vulnerabil­idad.

explicando el paso a paso del mecanismo, ese sentimient­o va cambiando hacia peor.

La tragedia de Once ocurrió en febrero de 2012. Un año y un mes después, la inundación de La Plata, superadora en muertes a aquélla. En ambas, el desvío o la falta de inversión pública tuvo el rol principal. Lo peor no fue la distracció­n de esas causas, si la hubo, sino la continuida­d de la corrupción, que las ignoró por completo porque la recaudació­n no paró. Incluso, los datos que se conocen hasta marcan una aceleració­n. Un ejemplo: en junio de 2004 (año de Cromañón) ocurrió la tragedia de Río Turbio con 14 mineros muertos en un incendio. Territorio kirchneris­ta desde antes de esa fecha fatal, no se olvidó la tragedia, sino que se la usó electoralm­ente. En plena campaña electoral de 2015 se hizo una falsa inauguraci­ón en Río Turbio: el tren Eva Perón, que funcionó un solo día.

Mientras, millones de dólares habían ido y proyectaba­n seguir yendo en otra vía muerta para reactivar la mina y erigir una usina a carbón que iba a generar electricid­ad. Hoy es otra de las grandes investigac­iones judiciales de la corrupción K. Los trenes se cambiaron de apuro tras Once con sus inauguraci­ones parciales. De apuro, anunciaron obras para La Plata. Se venían las elecciones que perdió Scioli por escaso margen.

Si el sistema se replicaba a nivel provincial o municipal, teniendo a José López, actor principal arrepentid­o, se vienen nuevos capítulos. Y protagonis­tas que todavía tienen responsabi­lidades institucio­nales que, directa o indirectam­ente, pudieran haber estado involucrad­os.

En esta fluida situación también debe ponderarse la gobernabil­idad futura.

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