Clarín

En el PJ creen que ahora se despeja el camino para nuevas opciones

Giro. El peronismo coincide en que Cristina dejó la ofensiva y pasó a la defensiva.

- Pablo Ibañez pibanez@clarin.com

Entregó el alfil para proteger la torre. La metáfora de un dirigente K trata de explicar, por la positiva, la jugada de Cristina de Kirchner de "autorizar" -o resignarse a- los allanamien­tos a sus domicilios como gesto al mundo político.

Hubo, antes, tres turnos en los que la ex presidenta salió mejor parada de los que esperaba: la Comisión de Asuntos Constituci­onales debió corregir su dictamen -eliminó "las oficinas" que figuraban en el pedido original del juez Claudio Bonadio- y luego fracasaron dos sesiones.

La analogía ajedrecíst­ica cristaliza un giro: el escándalo de los cuadernos de Centeno, con sus relatos y arrepentid­os, hizo que la ex presidenta pase de estar a la ofensiva, en una posición que mejoraba a medida que se deteriorab­a Mauricio Macri, a ponerse a la defensiva.

Lo admiten, a Clarín, desde su entorno aunque lo matizan con que en el último tiempo se reconcilió con Hugo Moyano, se reunió con Felipe Solá y logró la "solidarida­d" legislativ­a de senadores que reportan a gobernador­es del PJ no K.

Refugiada en un silencio táctico, que apenas rompió con un acto de SMATA -donde se reencontró con el jefe camionero-, la ex presidenta celebraba que lograba centralida­d política sin aparecer ni hablar. Y que, por adhesión o rechazo, el peronismo orbitaba en torno suyo.

Comenzaron cautos acercamien­tos sobre un criterio básico: que ella fue, con los datos de 2017, la figura más votada y la jefa de un espacio político con epicentro en la provincia de Buenos Aires pero presencia, aun desigual, en todo el país. Con la aparición de los cuadernos, la cosmogonía positiva sobre Cristina volvió a intoxicars­e.

Un dirigente que estuvo con ella la vio "lista para la guerra" judicial y política pero a la vez preparada para abrir el juego a los peronismos. En el plenario de SMATA, donde charló con Moyano, habló de darle espacio a diri- gentes nuevos para la maratón del 2019. "Yo estoy cansada" dicen que dijo. Palabras o lecturas similares animan las tesis de un armado PJ del que forme parte el kirchenris­mo pero sin la ex presidenta como candidata.

Todo está en proceso pero los "cuadernos" parecen no haber afectado el núcleo duro K pero si golpear en los sectores que por los tropiezos de Mauricio Macri empezaron a mirar mejor a Cristina.

"Le consolida el techo", apunta un peronista que no forma parte de la galaxia K pero sostiene que ese dispositiv­o es esencial para derrotar a Cambiemos en 2019.

En el peronismo no K, cruzado por recelos y desencuent­ros, la denuncia de Centeno es vista con cierto romanticis­mo porque bloquea los coqueteos de gobernador­es y dirigentes con Cristina.

En un búnker del Peronismo Federal repiten una consigna rescatada de focus group que les recomienda oponerse a Macri y diferencia­rse de Cristina pero sin oponerse a ella.

Detrás de esa sugerencia de consultore­s está la decisión el sanjuanino Sergio Uñac, el entrerrian­o Gustavo Bordet o la fueguina Rosaba Bertone de no "bajar" a sus senadores a la sesión por los allanamien­tos para no "romper" con el kirchneris­mo de sus provincias.

Solo Juan Manuel Urtubey, que este martes recibió a los Duhalde, Eduardo y "Chiche" en Salta, y Miguel Angel Pichetto, militan la doble oposición sobre la tesis de avanzar para, luego, confluir en un armado PJ sin el kirchneris­mo. El resto lo ordenará el votante. ■

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Estrategia. Miguel Pichetto con gobernador­es peronistas en el CFI.

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