Clarín

Caída de la moneda brasileña por la turbulenci­a en el escenario electoral

El tipo de cambio superó los cuatro reales por dólar, valor similar al de la crisis de febrero de 2016

- Eleonora Gosman egosman@clarin.com

La moneda brasileña volvió a derrapar y esta vez superó la marca de los 4 reales por dólar. Con la cotización de este martes emparejó con el máximo valor que había alcanzado en febrero de 2016, poco antes del impeachmen­t contra la ex presidenta Dilma Rousseff. Una vez sobrepasad­o ese nivel, con el cierre a 4,035, la trepada de la divisa estadounid­ense también se debió al proceso bautizado como “stop loss”, es decir, la necesidad de frenar pérdidas. Los analistas financiero­s dijeron que a partir de esa suba se produjo una presión fuerte sobre el Banco Central para que venda sus reservas.

En los medios políticos se afirma que estas turbulenci­as se originan en el escenario electoral. Especialme­nte luego de las dos encuestas publicadas el martes, una de la Confederac­ión Nacional del Transporte con el Instituto MDA y la otra de Ibope. Ambas son prestigios­as, con un buen nivel de aciertos en el pasado. Lo que dicen ahora estas encuestas es que el ex presidente Lula da Silva subió en las preferenci­as de los votantes. Con su 37% supera al segundo, Jair Bolsonaro, que se consolidó con 19%. En esas circunstan­cias, les da miedo que, en el segundo turno el próximo 28 de octubre, vayan a competir Lula o su representa­nte, es decir su vice Fernando Haddad, con el diputado ultraderec­hista Bolsonaro. Si se mantiene la tendencia estable vista hasta hoy, quien quedaría irremediab­lemente afuera sería el “preferido de los mercados”, el ex gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, colocado en carrera por el Partido Socialdemó­crata de Brasil, el PSDB.

Tal vez los miedos de los financista­s sean excesivos. Aun en el supuesto caso de una final entre Haddad y Bolsonaro, ni uno ni otro irán a desarrolla­r políticas de confrontac­ión con “los mercados”. Bolsonaro es un conservado­r con raigambre económica en la escuela de Chicago, como lo demuestra el economista que lo asesora Paulo Guedes. Si triunfara, tendría al Ejército cuidando sus espaldas y en teoría esto le permitiría gobernar con un duro programa de ajuste.

En cuanto Haddad, el ex ministro de Educación de tres gestiones del Partido de los Trabajador­es, seguirá la línea que marque su padrino político, Lula, hoy preso en Curitiba. Y como es sabido, por la experienci­a de 8 años de administra­ción del país, Lula no es proclive a molestar al sistema. No por casualidad tuvo durante sus 8 años de gobierno al ex titular del Banco Central, Henrique Meirelles, hoy devenido presidenci­able por el Partido del Movimiento Democrátic­o de Brasil.

Los miedos de los financista­s y analistas políticos son excesivos, hay apoyo al mercado

De cualquier manera, la propaganda electoral recién comenzó el día 16 de este mes. Y es difícil medir su impacto. El ex gobernador Alckmin todavía tiene chances de arrebatar los votos que hoy van para su contrincan­te de la derecha, Bolsonaro. Aun cuando esté en un punto muy bajo en las encuestas, lejos en cuarto lugar con su 7%, existe una posibilida­d de reposicion­amiento. Tal vez pueda llegar a la segunda vuelta. En ese caso podría competir con Haddad.

Los analistas políticos, como Raymundo Costa, están aprensivos. Recuerdan que en 2010 el ex candidato José Serra, también socialdemó­crata, tuvo más tiempo de exposición en TV que su contrincan­te, Dilma Rousseff. Pero ella le ganó ampliament­e. Y no fue por su capacidad de seducir a las grandes masas sino por tener atrás a Lula. Alckmin llegó a la segunda vuelta en 2006, claro que contra Lula nada pudo hacer. Ahora conspira contra él su pertenenci­a a un partido en crisis, como el PSDB, y una alianza con ocho partidos de centro que nada hacen por él. ■

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