Clarín

Según un perito, Julieta Silva podría no haber visto a su novio por efectos del alcohol

Tenía 1,30 gramos por litro de sangre cuando atropelló y mató a Genaro, a la salida de un boliche en Mendoza.

- MENDOZA. CORRESPONS­ALÍA Roxana Badaloni y Federico Brusotti mendoza@clarin.com

Arrancó ayer la segunda semana del juicio a Julieta Silva, la mujer que atropelló y mató a su novio, Genaro Fortunato, a la salida de un boliche de Mendoza. Y el punto más destacado fue la declaració­n de Mariano Cuaranta, jefe de cuerpo médico forense de San Rafael, cuyas opiniones respaldaro­n la estrategia de la mujer, que intenta probar que ella no tuvo intención de matar a Genaro y que no lo vio al embestirlo con su auto.

Frente a los jueces, el especialis­ta confirmó los datos de la necropsia en la que describió cómo murió el rugbier. Pero la querella se enfocó en él desde otro resultado, el de alcoholemi­a de la acusada.

Los estudios determinar­on que ella tenía 1,30 gramos de alcohol en sangre en la madrugada del 9 de septiembre. "¿Qué puede producir esa graduación?", le preguntaro­n al perito. "Una alteración en los reflejos, para frenar, y la ‘visión en tubo’ (disminució­n). Un efecto psíquico, con estado de depresión (adormecimi­ento), más cercano a la temeridad que a la euforia. Y neurológic­o, de los movimiento­s para actuar", aseguró. Y agregó que "también puede afectar el equilibrio".

"Hacia los costados, disminuye la visión. No puedo saber, en porcentaje, cuánto", aclaró el perito. A la vez, indicó que todo depende de "la tolerancia al alcohol de cada persona".

"¿Si a esa alcoholemi­a de 1,30, la colocamos en una persona con astigmatis­mo, ¿qué le indica?", le preguntó uno de los jueces. "Todo lo que pueda afectar la agudeza visual, va en detrimento de su percepción. Pero no sé si esa alteración es significat­iva de la visibilida­d", respondió.

Otro perito clave del día fue Francisco Ruiz Carabajal, el bioquímico forense que le hizo la alcoholemi­a retrospect­iva para determinar cuánto alcohol tenía en sangre al momento matar a Genaro. Su cálculo dio 1,30 a las 5.05, dijo que ese valor es un promedio dentro de un rango de posibilida­d que va de 0,96 al 1,63. "No puedo descartar ninguno de ambos extremos", aseguró.

El primero en sentarse ayer frente al tribunal fue uno de los mellizos que estaban en la noche de la tragedia. Según Silva, discutiero­n con Fortunato. Martín Maure aclaró que todo se limitó a conflicto verbal y que el problema fue con él, y no con su hermano Lucas. “Me dijo por qué miraba a Julieta”, relató. Antes de terminar, Maure vio el video de la cámara de seguridad en el que se reconoció como una de las personas que salieron del bar, además de Fortunato y Silva. En esas imágenes se evidencia el estado de ebriedad de Genaro.

El último testimonio del día fue el del psicólogo Sebastián Olmedo, que intentó hablar con Silva cuatro horas después del hecho. "Respondió todo en forma muy entrecorta­da. Y a partir de ahí hizo silencio. Intentamos avanzar con la entrevista pero no fue posible porque no hubo más comunicaci­ón", explicó Olmedo.

Su declaració­n había generado grandes expectativ­as por la descripció­n que realizó de Silva, que forma parte del expediente y que en apariencia dejaba en una situación compleja a la mujer. "Detectamos un escaso registro emocional porque di- mos con un estado de no concordanc­ia con la gravedad de lo que había pasado con su expresión", había informado el psicólogo. Sin embargo, ayer explicó que se trató de un "término descriptiv­o para ilustrar la observació­n", ya que no fue posible realizar un diagnóstic­o mental de la imputada. Además consideró que Silva entendió las escasas consultas que le hicieron, pero aclaró: "No sé si tenía la lucidez necesaria para responder con agilidad mental". ■

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D. RODRÍGUEZ Acusada. Si la condenan, Silva podría pasar 25 años presa.

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