“Ya estoy llegando”, el último mensaje del chico que murió en el micro
Santiago, de 16 años, se lo envió a su papá antes del accidente. Otros dos pasajeros fallecieron y el chofer fue detenido.
Lo envió Santiago Ayerzi, de 16, a su papá por WhatsApp. Fue minutos antes del accidente en que murieron otras dos personas. El chofer está preso e investigan si se durmió.
“Pa, ya estoy llegando”, le avisó por mensaje Santiago Ayerzi a su papá, y al mismo tiempo compartió con él su ubicación en tiempo real para que lo siguiera desde la pantalla del celular. Nadie había informado todavía de un accidente, ni los medios ni las autoridades, y como el ómnibus no llegaba a la terminal, el hombre buscó la aplicación de mensajería en su teléfono: el globito que indica la localizacón de su contacto, en este caso la de su hijo, titilaba detenido en la ruta 2. Hacia allí fue.
Claudio Fazio, papá del muchacho, fue uno de los primeros en llegar al lugar. Se encontró con el desastre en pleno desarrollo: el micro de doble piso tumbado en el agua, algunos pasajeros que habían sido rescatados y bomberos trabajando, intentanto sacar los cuerpos. Escenas de desesperación. Su hijo Santiago, de 16 años, no estaba entre los rescatados, tampoco en el ómnibus, adonde había quedado atrapada solo una de las tres víctimas fatales.
Con lanzas y ganchos, los bomberos buscaban en el agua: los vidrios del lado izquierdo, donde golpeo el micro contra el agua habían estallado y en la hondanada inundada entre ambas manos de la autovía flotaban pedazos de carrocería, ropas, alguna mochila.
El cuerpo del muchacho fue encon- trado allí, sumergido. Más tarde, la autopsia determinará la causa de su muerte: se desconoce si murió por un golpe o ahogado. “No pudimos hablar con él, estaba desesperado, incluso llegó a reconocerlo a su hijo cuando lo subimos a la morguera”, contó a Clarín una fuente forense.
Fazio es baterista en una banda de Santa Clara del Mar, La Escandalosa, que publicó en su muro de Facebook: “Muy triste con tu partida amigo!!! Nuestro mas sentido pésame a la flia de nuestro baterista Claudio Fazio, quien perdió a su hijo Santi en manos nuevamente de la imprudencia ajena!!! Ya nos pasó de lejos con Martín Ovejero, hoy le toca a uno mas cercano nuestro!!! Te vamos a extrañar tanto, Santi, no lo podemos creer!!!”.
Santiago cursaba el quinto año en la Escuela Secundaria N°1 del balneario. Tras conocer la noticia, sus autoridades declararon asueto por duelo para la jornada del jueves.
Las otras dos víctimas son Víctor Obregó, de La Matanza y de 37 años, y Cristino Moudelle, paraguayo de 53 años. Ambos viajaban a Miramar, donde trabajaban en una obra. Otros tres obreros que viajaban con ellos aportaron datos para identificarlos; ellos resultaron ilesos.
El interno 1107 de la empresa Rutamar era conducido por Adrián Raventini, de 44 años. El chofer quedó alojado en la Unidad Penal 44 por disposición del fiscal Rodolfo Moure, que le imputó homicidio culposo agravado. Una de las hipótesis más firmes de los peritos indica que Raventini, que un día antes del accidente tuvo su día franco, “se durmió”.
No participó otro vehículo, no había marcas de frenadas, el clima era bueno y la visibilidad, óptima. Desde que mordió la banquina hasta clavarse en la zanja el micro recorrió unos 150 metros. Fue cerca de las 7 de la mañana de ayer en el kilómetro 373 de la Autovía 2. Los demás pasajeros, otras 23 personas, fueron atendidos por politraumatismos, ninguno revestía gravedad.
La función de geolocalización mediante la que el papá de Santiago Ayerzi supo dónde estaba su hijo puede activarse por determianda cantidad de tiempo en WhatsApp. Al hacerlo, un mapa en la pantalla brinda la ubicación en tiempo real de los contactos. “Llegó solo hasta acá, no podía creerlo, lo contuvo el personal aquí, un momento muy doloroso, muy triste”, lamentó la fuente. El hombre debió ser asistido y acompañado cuando se fue del lugar.
Dos horas después, el ómnibus fue enderezado por dos grúas, los bomberos terminaron de sacar el equipaje y todo lo que había quedado al costado del vehículo: bolsos, mochilas, mantas, un traje en su funda, todo embarrado, y un skate, del que Santiago no se separaba. ■