DIÁLOGO DI ABIERTO
El escritor conversó con su colega Claudia Piñeiro. Habló del miedo a la vejez y de su obsesión con el exilio.
El escritor Leonardo Padura habló ha con Claudia Piñeiro ante un auditorio repleto sobre la escritura y la vida en Cuba.
Además de destacado autor, el escritor Leonardo Padura es un perseverante: nunca dejó de deslizar críticas al régimen cubano, pero tampoco abandonó la isla. Sus críticas suelen ser equilibradas: cuestiona y, al mismo tiempo, matiza con virtudes del pueblo isleño. Pese al éxito internacional que se ganó, sigue viviendo en la casa que sus padres levantaron en 1954, en el barrio Mantilla, al sur de La Habana. En febrero, en un charla con Clarín, advirtió que en Cuba “nadie se ha muerto de hambre, pero nadie ha comido lo suficiente”.
La crítica más marcada surge de sus novelas, muchas de ellas historias de ficción que transcurren en una ciudad empobrecida, que sufre. Aquí, presentó este jueves La transparencia del tiempo, en Fundación Osde. Es la novena entrega de la saga del (ex) detective Mario Conde, que retoma su trabajo por un caso particular y para ganarse unos dólares: una urgencia habitual en la capital cubana. Y también, en ese marco, hizo referencia a la situación de su país: “Cuba fue un país que se propuso luchar contra la pobreza y en muchos casos la ha democratizado”, disparó promediando la charla con Claudia Piñeiro, que estuvo a cargo de la entrevista abierta ante un auditorio colmado, de 400 butacas.
El cubano se encargó de aclarar también que no hace política con su literatura, sino que retrata un paisaje que conoce bien: "Yo no tengo ninguna militancia política, enjuicio en el periodismo a la realidad cubana desde una lectura social. Lo peor que le puede pasar a un escritor es hacer política con su literatura, porque termina siendo utilizado por los políticos, sea de un bando u otro".
El encuentro entre estos dos notables escritores había despertado una tensión insospechada, en un país que a lo largo de su historia se ha descripto como "moderno" y "avanzado". Fue porque, a inicios de julio, luego de que se anunciara la fecha de la charla, Piñeiro -activa defensora del aborto legal en los debates que se dieron en el Congreso- fue atacada en las redes sociales por su posición: entonces algunos pidieron que se cancelara este diálogo. La presentación, sin embargo, se desarrolló en un clima distendido y sin incidentes de ningún tipo.
El escritor se concentró en su personaje, que lo ha acompañado por 28 años y que ahora también se hace preguntas sobre el tiempo, sobre la vejez, sobre un ciclo que podría estar cerca de terminarse: "Yo le tengo terror a la vejez, no estoy haciendo más que expresar un sentimiento personal -admitió el autor-. Uno empieza a ver que el tiempo que queda es menos que el vivido y hay un montón de cosas que ya no es posible hacer."
La alusión a la vejez en la ficción puede leerse en relación a la vitalidad de Conde, que ya está grande, como a la de un régimen político, aunque esto último no se hace explícito.
“En esencia, es el mismo Conde, con sus frustraciones y sus esperanzas. Con esa mirada irónica con la que se defiende de la realidad agresiva que lo rodea. Pero el lector se va a encontrar con un personaje que, a los 60 años, se encuentra más maduro, más sensible", le había dicho a este diario en una entrevista de febrero. Dentro de una atmósfera saturada de calor caribeño, y en la estructura clásica del policial, el personaje debe averiguar qué sucedió con una imagen tallada en madera de una virgen negra, la Virgen de Regla, patrona cubana. Se la robaron a un ex compañero de estudios, Bobby, que reaparece dispuesto a pagar muy bien por la pesquisa. Pero, ¿es una simple réplica con valor sentimental para Bobby o, en verdad, una obra con valor patrimonial? Es decir: ¿hay fuertes intereses creados detrás de la búsqueda que Conde deberá encarar, en princi-
Lo peor que le puede pasar a un escritor es hacer política con su literatura, porque termina siendo utilizado”
Hoy en Cuba se está discutiendo si la nueva Constitución suma el matrimonio igualitario. Cambió la situación de los gays”
pio, con mera inocencia? ¿Una red de tráfico que opera en la isla?
Esta novena entrega reconstruye, en su trama, la llegada de esa virgen patrona desde un valle catalán, en un viaje que se remonta siglos atrás. La figura fue "evacuada" en plena Guerra Civil Española y mucho antes tuvo un origen medieval. Se recrean conflictos en distintas geografías, en distintos siglos, con una figura religiosa como testigo de las pasiones humanas.
La novela también explora la amistad, el compañerismo y el dolor por los seres queridos que deciden, como pueden, abandonar la Cuba: el exilio es para el escritor una obsesión personal, según reconoció hoy.
"He empezado a escribir una novela sobre la diáspora de mi generación, que es una diáspora con características diferentes. El exilio es una tragedia universal y en estos momentos especialmente, por los migrantes", señaló. "A partir de la década del 90 empieza una diáspora diferente, que es la de mi generación. Hubo gente que se fue con motivaciones políticas, por motivos de supervivencia, o por razones sentimentales... y sobre eso quiero escribir porque es uno de los signos de mi generación en Cuba."
También abordó el tema de la homosexualidad, porque el personaje de Bobby es homosexual. "Hoy en Cuba se está discutiendo si la nueva Constitución suma el matrimonio igualitario. Cambió mucho la situación de los antes maltratados gays - explicó en este sentido-. "Bobby vive en un espacio más normal la segunda parte de su vida, pero no es una buena persona: porque seas parte de una minoría, no hay que considerar que todos son buenas personas."
Aunque esta novela se lee como epílogo de una época, Padura ya adelantó que Conde volverá. Quizá el décimo libro sea el cierre de una larga y sufrida epopeya. ■