Clarín

Bares porteños de tango y de cuento

- Judith Savloff jsavloff@clarin.com

La presentaci­ón del café notable La Poesía (1982), de San Telmo, dice: “Entre sus reliquias se encuentran el mural de Juan Manuel Sánchez, la galería con 120 retratos de maestros de las letras argentinas, la chopera de bronce, las chapas con recordator­ios en las mesas, el mostrador de madera y las coleccione­s de antigüedad­es, de latas y botellas”. Es decir, en pocas líneas, esboza varios mundos para evocar y disfrutar. Sin embargo, elegir uno y hacerle zoom puede resultar igual o más encantador que curiosear entre varios, que andar de aquí para allá, que pasar del piano centenario a las variedades de sifo- nes que tan bien propone recordar este bar.

Y las visitas guiadas gratuitas Bares Tangueros, que acaba de presentar el Ente de Turismo porteño, son una buena oportunida­d para comprobarl­o. En ese marco, una de las claves para re-conocer a La Poesía es la historia de Horacio Ferrer -quien fue homenajead­o esta semana en el Mundial de Tango por los 50 años de su obra Chiquilín de Bachín- y la artista plástica Lulú Michelli, su mujer durante 33 años. Se encontraro­n en ese café el 7 de junio de 1982, casi dos meses después de que lo inauguraro­n. Y una década más tarde él le escribió Lulú, el valsecito -con música de Raúl Garello-. “¿Te acordás del café La Poesía,/ esa mágica noche en San Telmo?/ Buenos Aires urdió nuestro encuentro... Y te amo, te amo, te amo...”

En Los Galgos (1928), Enrique Santos Discépolo tenía una de las “mesas que nunca preguntan”, que aparecen en Cafetín de Buenos Aires (1948). “Era prácticame­nte vecino del bar, ya que está en Callao 501 y él vivía en el 765. De hecho, solía decir que las cosas le iban tan mal que hasta los números de su casa estaban invertidos”, cuentan desde el Ente de Turismo.

La década de oro del tango tiene una joya en la Ciudad: el bar Mar Azul. En Rodríguez Peña y Tucumán, entre estudiante­s de institucio­nes vecinas, conserva paredes cubiertas de azulejos, vidrios pintados y otras marcas originales de fines de la década de 1940.

Las nuevas visitas guiadas incluyen además historias de lugares que ya no están. “En Avenida de Mayo y Perú se encontraba la Casa Tagini, donde Gardel registró sus primeras grabacione­s en 1912. Temas folclórico­s. Recién en 1917 interpreta­ría su primer tango canción”. También incluyen cruces con la ficción: “Entramos al pasaje Güemes -Florida 165, uno de los rincones Art Nouveau más lindos de Capital- con el cuento El otro cielo, de Cortázar, y nos encontramo­s con la descripció­n perfecta del lugar. Épocas de las orquestas de tango. Y es probable que al atravesar el portal al final de la galería -con salida a la calle San Martín- nos encontremo­s en París”, como pasa en el relato. Y las nuevas visitas incluyen misterios: “¿Quién es Malena, la del tango? Intentarem­os averiguarl­o en la calle Balcarce, donde funcionaba la tanguería de Lucio Demare”.

La agenda completa de las visitas y cómo anotarse, en www.ba.tours ■

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