“La historia no es siempre lo que nos enseñan..., esconde mucho más”
A veces, la historia nos cuenta lo que quiere que sepamos y nos esconde los detalles que problablemente más nos iban a enseñar. La frase “todo es relativo” adquiere en este siglo verdadero significado, porque es en este momento cuando el individuo está preparado para investigar por sí mismo, con veracidad. Con un poco de interés y un poco más de atención, con una lectura fiable, nos daríamos cuenta de que las historias se cuentan con el énfasis que se les quiere dar.
Pierre Gaxotte, historiador y miembro de la Academia francesa, afirma en su libro “La revolución francesa” que no fue el declive de un rey tirano, como se nos contó, sino el ansia de poder de una clase burguesa (el tercer estado) y una oportunidad creada a conciencia. Las intrigas de palacio esta vez se llevaron a las calles de la ciudad y a los pueblos intrigando contra el monarca, el clero y la nobleza. En un estado de anarquía, el gobierno desarticulado, el pueblo, guiado en su inconsciencia por los traidores, les hizo el trabajo a los intrigantes. Los mayores crímenes sin ningún escrúpulo se realizaron bajo el lema de “libertad, igualdad, fraternidad” por el interés de un grupo reducido y manipulando a la población, sacrificando a cualquiera por pura avaricia. Este libro, publicado por un hombre honrado, en 1928, con última edición de 1970, nos puede ayudar a entender que la historia no es siempre lo que nos enseñan, sino que esconde mucho más. Avaricias, intrigas, intereses y detrás un aleccionamiento para ayudar a olvidar. Las lecciones pasadas veraces, no las tuneadas, son la clave para conseguir que el individuo sea libre en su esencia y más en la época de las “fake news”. La igualdad de oportunidad es lo que todo individuo necesita para avanzar trabajando. La fraternidad se crea con solidaridad y con respeto a los demás.
Tras el éxito de la democracia actual se esconde pues la humanidad que ha hecho posible realizar una transición pacífica en un país asolado por la Guerra Civil y la dictadura. No debemos olvidar que son la honradez del activo humano y sus actos lo que define una sociedad floreciente y no los discursos adversos, ni los bulos fáciles. Si no le plantamos cara al engaño, en muchos años apareceremos en los libros de historia como una sociedad democrática de calidad, que se dejó engañar en su esencia por una minoría organizada ávida de poder. Cristina Sande Cecchi sacecri@gmail.com