Clarín

El fastidio de Qugg que caerá sobre la Tierra

- Héctor Carcía Blanco hgblanco@clarin.com

Qugg vive en la otra punta del Universo. Tiene esposa, cuatro hijos y un drum, una especie de perro que en lugar de ladrar canta boleros. Hace muchos años, en ocasión del Día del Padre, su familia decidió no regalarle un par de medias –obsequio apreciado, pues ellos tienen veintiún pies– sino un lejano planeta llamado Tierra, donde Qugg podría plantar unas sabrosas hortalizas y, de paso, tratar de deshacerse del drum. Cuando el extraterre­stre se hizo un tiempito para visitar la Tierra, descubrió que se trataba de un sitio adorable, pero habitado por dinosaurio­s. Qugg supuso que, más por estúpidos que por real malicia, no tardarían en complicar el desarrollo de sus huertas, por lo cual decidió fumigar el lugar con una suerte de bolitas de naftalina que cayeron sobre la superficie en forma de meteoritos, creando un desparramo considerab­le. Sesenta y cinco millones de años después, Qugg decidió volver a examinar aquella lejana roca, con intencione­s de comenzar con sus plantacion­es. (La idea de abandonar allí a su drum también seguía vigente, porque estaba francament­e podrido de escuchar “Bésame Mucho”.) Grande fue su angustia al descubrir que los dinosaurio­s ya no se paseaban sobre aquella roca, pero que ahora estaba cubierta por otra peste, esta vez compuesta de seres diminutos y mucho más ruidosos y dañinos. Un profundo malestar se apoderó de él cuando advirtió que los entes también cantaban “Bésame Mucho”. Qugg volvió a su planeta de muy mal humor. Desde entonces, Qugg se encuentra fastidioso e intolerant­e. Dicen, quienes lo conocen, que Qugg está a punto de fumigar de nuevo.

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