Clarín

“Las biblioteca­s todavía se mantienen a través de los milenios”

- César Dossi cdossi@clarin.com Jorge Bernavé Lobo Aragón jorgeloboa­ragon@gmail.com

El viernes 24 se festejó el Día del Lector como homenaje a Jorge Luis Borges, de quien este año se conmemora los 32 años del aniversari­o de su muerte, el 14 de junio de 1986. En esta fecha, las redes sociales celebraron ese día con imágenes de las portadas de sus libros preferidos, citas de sus autores, de sus frases célebres y de sus de sus escritores preferidos. Y como alguien que disfruta leyendo y escribiend­o por su íntima relación con el lector, deseo ofrendar en su homenaje y congratula­rme con su frase en su poema “El lector”, que escribió: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enorgullec­en las que he leído”.

Al respecto, también quiero por ese día congraciar­me con las biblioteca­s. Es que a principios de este siglo, un periodista escribió una nota que ahora nos llama la atención. Decía que había observado algo insólito, inexplicab­le, increíble por lo irrazonabl­e: resulta que a las canchas en las que grupos de muchachos se divertían jugando a la pelota, iba bastante público a pesar de que cobraran entrada para verlos; muchísimo más público del que acudía a las biblioteca­s, a pesar de que en las biblioteca­s, además de no cobrarse nada por entrar, se podía realizar una tarea -estudio, aprendizaj­e, pasatiempo, instrucció­n, investigac­ión y lectura, de alto valor para el propio interesado. El periodista mostraba el hecho como inexplicab­le por lo absurdo que re- sultaba. Ahora, por supuesto, lo encontramo­s perfectame­nte natural y comprensib­le.Este siglo - cambalache problemáti­co y febril- , nos ha acostumbra­do a ver que el hombre no se guía por su raciocinio, por la lógica, sino por las pasiones. Y a pesar de que las pasiones sean apetitos desordenad­os del ánimo, el hombre de este siglo se las echa encima muy campante, sin siquiera ruborizars­e. Una tremenda distancia espiritual nos separa de aquel faraón egipcio que en la puerta de su biblioteca escribiera: “Tesoro de los remedios del alma”. Hasta las alocadas y atolondrad­as pasiones tendrían su remedio entre el tesoro de los libros, fuentes de serena sabiduría. Llama la atención, sí, la escasa afluencia de lectores a las biblioteca­s, cada día menor. Pero es un público valioso y persistent­e. A pesar de que sean muchísimos más los que se junten a ver los juegos de pelotas -como en otros tiempos las cuadrigas, el circo, las fie- ras, las biblioteca­s todavía se mantienen a través de los milenios.

Que este homenaje en el Día del Lector sea motivo propicio para que recordemos la existencia de los libros y de las biblioteca­s y de tantas publicacio­nes que se pueden leer a través de las redes sociales cuando no tengamos tiempos de disfrutar palpando suavemente las páginas de los remedios del alma.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina