Clarín

EE.UU. y México cerraron un acuerdo comercial para reemplazar el NAFTA

Es en el marco de la renegociac­ión del tratado de libre comercio que Donald Trump siempre quiso cambiar. Ahora se negociaría con Canadá, el otro socio del pacto.

- Paula Lugones plugones@clarin.com

Sentado detrás del escritorio del Salón Oval, con su colega mexicano al teléfono, Donald Trump anunció ayer que EE.UU. y México llegaron a un acuerdo que pondría fin al Tratado del Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés), que era considerad­o un “desastre” por el jefe de la Casa Banca. Será reemplazad­o por un pacto más favorable para Washington y podría sumarse Canadá más adelante.

El NAFTA había eliminado casi todas las barreras comerciale­s entre los suscriptor­es. Desde su entrada en vipuso gor, en 1994, multiplicó por cuatro, hasta 1,1 billones de dólares anuales, el comercio de los tres países, que suman 450 millones de habitantes. Ya desde la campaña, Trump había dicho que era perjudicia­l para los trabajador­es estadounid­enses porque había alentado a las fábricas y productore­s de EE.UU. a que se trasladara­n hacia México para explotar la mano de obra mexicana barata y las regulacion­es más laxas sobre medioambie­nte. Siempre dijo que iba a derogarlo cuando llegara al poder porque era “un desastre” y “el peor acuerdo de la historia”.

Por eso Trump se preocupó por resaltar que le gustaría desembaraz­arse hasta de la sigla por el cual se lo conoce. “Nos vamos a librar de ese nombre [Nafta]”, dijo el presidente. “Lo vamos a llamar el Acuerdo Comercial Estados Unidos-México”, dijo. Más allá de la típica grandilocu­encia presidenci­al, es claro que la renegociac­ión del pacto representa un enorme cambio en la política comercial estadounid­ense de las últimas décadas.

A poco de las elecciones legislativ­as de noviembre, el anuncio supone una victoria para el presidente, que hizo bandera con el proteccion­ismo y la reivindica­ción de los trabajador­es estadounid­enses. Por eso montó un escenario para el anuncio, arrebatánd­ole el impacto mediático a su colega Enrique Peña Nieto. Trump llamó al mexicano por teléfono y lo en altavoz. Pero él se llevó toda la atención.

No quedó demasiado claro el rol de Canadá, y si el nuevo acuerdo podría funcionar sin el país del norte. Trump dijo que se comunicarí­a con el primer ministro canadiense Justin Trudeau para que se sume. “Veremos si Canadá puede parte del trato… podemos hacer un acuerdo por separado o unirlos a éste”, señaló. Trudeau acusó recibo y envió a su canciller a Washington y dijo que solo se sumaría si beneficia a la clase media canadiense.

Las negociacio­nes comenzaron hace más de un año y han sido complejas. Este fin de semana se redujeron las diferencia­s y se llegó a un acuerdo por el cual no se establecer­án cuotas, restriccio­nes ni tarifas al comercio entre los ambos países. El tema más controvert­ido era sobre las reglas de origen, algo por lo que luchaba EE.UU., aunque no logró todo lo que buscaba: se pasa de la exigencia actual de 62,5 por ciento de contenido regional a un 75 por ciento. EE.UU. exigió inicialmen­te un 80%. Además, un 40-45 por ciento del automóvil deberá fabricarse en zonas con salarios de al menos 16 dólares la hora. Trump pretendía en un inicio que el 50 por ciento fuera fabricado en su país específica­mente.

Otro de los temas controvert­idos fue que Trump quería un mecanismo de caducidad automática cada cinco años para decidir si se renovaba. Ahora se contará con una vigencia inicial de 16 años y, pasados los primeros seis años del pacto, se hará una revisión para los siguientes 16 años y así sucesivame­nte.

EE.UU. y México están apurados por cerrar oficialmen­te un acuerdo antes de que termine agosto para poder cumplir los plazos legales que permitan, por un lado, que Peña Nieto lo firme antes de que Manuel Andrés López Obrador asuma la presidenci­a el 1 de diciembre y, por otro, que lo rubrique Trump antes de que los demócratas puedan ganar más peso en el Congreso en noviembre.

Consultado por Clarín, Robert Blecker, profesor de Economía de la American University, señaló que “el gran ganador es la producción de automóvile­s en Norteaméri­ca, ya que creará mayores incentivos para producir productos automotric­es (incluidas piezas y componente­s, así como automóvile­s terminados) en los tres países”. Agregó que “potencialm­ente, este nuevo acuerdo podría conducir a un retorno del empleo en el sector automotriz de México a los EE. UU., pero espero que ese impacto sea mínimo. Los incentivos a los productos automóvile­s y autopartes en México siguen siendo muy grandes, debido a la gran diferencia salarial”.

Sobre si es un triunfo político para Trump, el experto señaló que el presidente “podrá anotar esto como una victoria personal y como una señal de que está ‘haciendo algo’ para promover el empleo y el crecimient­o industrial en los EE. UU. Sin embargo, creo que los trabajador­es estadounid­enses estarán muy decepciona­dos porque, en unos pocos años, quedará claro que la renegociac­ión del NAFTA y las otras medidas proteccion­istas (como las tarifas del acero) están haciendo poco y nada para recuperar los empleos en Estados Unidos.”■

 ??  ?? Anuncio. Donald Trump, en el Salón Oval, al informar sobre el acuerdo ante periodista­s de la Casa Blanca. Al teléfono estaba el presidente mexicano Enrique Peña Nieto.
Anuncio. Donald Trump, en el Salón Oval, al informar sobre el acuerdo ante periodista­s de la Casa Blanca. Al teléfono estaba el presidente mexicano Enrique Peña Nieto.

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