Otro cardenal pide explicaciones al Papa por los abusos sexuales
Es el estadounidense Raymond Burke. Se sumó a un ex nuncio, que lo acusó de encubrir a un pedófilo.
“La Iglesia se encuentra en una situación gravísima. El Papa debe aclarar. El documento del domingo del arzobispo Carlo María Viganó perturba a todos”. Al día siguiente de que este ex nuncio en Washington, llamado en el Vaticano con ironía “el exterminador de Papas”, publicara una carta de once páginas acusando al pontífice de encubrir a un cardenal pedófilo y reclamar su renuncia, asomó en la primera plana del diario de ultraderecha La Veritá el cardenal Raymond Burke. De 70 años, estadounidense, gran hincha del presidente Donald Trump, Burke es un veterano líder de la conspiración ultraconservadora y tradicionalista que busca deshacerse como sea del Papa.
Así, ayer quedó en claro el origen de “la bomba Viganó” que el domingo estalló en Dublín durante la complicada visita de Jorge Bergoglio a Irlanda, dominada por la devastadora realidad de los abusos sexuales de cu-
ras a menores, protegidos muchas veces por sus obispos. Detrás de Viganó está la gran conspiración que amenaza concretar un cisma contra Francisco, acusado hasta de hereje.
La coordinación de la denuncia de Viganó, que pidió la renuncia del Papa
argentino, seguida del apoyo del cardenal Burke en nombre de la vasta conspiración ultraconservadora norteamericana y europea nacida un año después del cónclave de marzo de 2013 que eligió a Francisco, ajustó los mecanismos de una nueva, grave
ofensiva contra Bergoglio.
Burke dijo a La Veritá que “el único modo es ir adelante y purificar la corrupción por la raíz”. O sea que el Papa argentino sería un gran corruptor que está llevando a la ruina la Iglesia. Sobre el pedido de renuncia de Viganó al Papa, Burke dijo que Francisco “debe afrontar personalmente la cosa aclarando su posición”.
El cardenal norteamericano fue “ministro” del Papa como titular de la Signatura Apostólica hasta que comenzó a chocar con el pontífice, quien lo quitó de ese cargo. Burke tiene aceitados contactos con el ala conservadora dominante en la Conferencia Episcopal de Estados Unidos. También con figuras del nacionalismo ultraderechista como Steve Bannon, el ex asesor de seguridad de Donald Trump, y altos prelados hostiles a la orientación de Bergoglio al frente de la Iglesia. El hombre fuerte del gobierno populista italiano, Matteo Salvini, es amigo y consulta cada tanto al cardenal Burke.
El cardenal Burke sostiene que la carta de Viganó, publicada en varios medios ultraconservadores de EE.UU. el domingo, es de “una naturaleza gravísima y merece una investigación para verificarlas y aplicar las justas penas”. Obviamente, el Papa es el principal acusado.
Con su carta del domingo, el ex nuncio en EE.UU. Carlo María Viganó ha vuelto al centro del escenario de los escándalos vaticanos después de siete años. Había puesto en aprietos ya a Juan Pablo II. Durante el pontificado de Benedicto XVI, como no logró trepar a las cumbres de la carrera con la púrpura cardenalicia y un puesto de “ministro” del Papa, Viganó usó el fuelle y las mañas para difundir documentos secretos del pontífice. Fue el famoso caso de las filtraciones del “Vatileaks”. El resultado fue que en 2011 el Papa Ratzinger lo mandó de nuncio apostólico a Washington para sacárselo de encima. Ratzinger terminó renunciando a su papado en 2013 cuando ya no controlaba las peleas internas en el Vaticano. El “exterminador de Papas” no perdonaba.
Según Viganó, Benedicto XVI se había enterado de las andanzas del cardenal McCarrick, que invitaba a su cama a tantos jóvenes seminaristas, de edad adulta. El arzobispo sostuvo en su denuncia del domingo que Ratzinger castigó a McCarrick pero en secreto. Algo inexplicable: el cardenal siguió haciendo de las suyas, dando misa y conferencias.
Sostiene Viganó que también le habló del asunto a Francisco, que prefirió convertir a McCarrick en su asesor para nombrar nuevos obispos norteamericanos. Pero de todas sus afirmaciones el “exterminador de Papas” no da pruebas. Este año, tras una denuncia de abuso sexual a un menor, el purpurado McCarrick fue castigado por el Papa argentino, que le quitó el título cardenalicio y lo mandó a una vida de aislamiento y oración. Según Viganó, Bergoglio protegió al McCarrick, de 88 años.
Al hablar con La Veritá, Burke alude al dossier que hizo preparar Benedicto sobre el lobby gay vaticano, que nunca apareció. “Me he preguntado que pasó con ese documento, entregado en 2013 a Papa Francisco. Insisto en que la Iglesia se encuentra en una gravísima crisis y debemos reparar el daño hecho a tantas almas”.■
Viganó, ex embajador en Washington, cargó duro contra Francisco en una carta de once páginas.