Clarín

Espigas: nuevo hogar para el mayor archivo del arte latinoamer­icano

Guardan catálogos, fotos, invitacion­es a exposicion­es, cartas y hasta la señalética del Mundial 78.

- Natalia Gelós

Tomó su tiempo llegar a este momento en el que se ultiman los detalles en la nueva sede en San Telmo. La sala de consulta ya está preparada, impecable, expectante, a la espera de los próximos investigad­ores. El monumental archivo de la Fundación Espigas está, por fin, en un solo lugar. No era fácil: Espigas es el archivo más grande de arte argentino y latinoamer­icano. Tiene más de doscientos cincuenta mil documentos: una magnitud comparable con el del Museo Reina Sofía, de España.

Pasaron veinticinc­o años desde ese invierno de 1993 cuando, como gesto fundante, Espigas adquirió lo que guardaba la mítica galería Witcomb: una colección de catálogos, papeles, fotos, que contaban la historia del coleccioni­smo y el arte en el país de 1896 a 1971. Entonces, con aquella compra, la Fundación iniciaba un recorrido que sirvió, entre muchas cosas, para resguardar la memoria de una parte de la cultura nacional. Ahora, cuando se cumple un cuarto de siglo de esa primera juga- da, Espigas reabre al público desde el 3 de septiembre con nueva sede y nueva etapa. En alianza con el Instituto Tarea, de la Universida­d de San Martín, todavía festejan la creación del Centro de Estudios Espigas. Esa unión entre el sector privado y una universida­d nacional significa una movida inédita en el país en este ámbito.

Espigas alberga un mundo. Infinidad de catálogos de exposicion­es, monografía­s, libros. Pero además otras cosas que pueden funcionar como flecha para infinitas investigac­iones. “A veces las personas guardan flores secas y eso hay que conservarl­o porque es parte de un archivo. Se registra que estaban juntos, para no romper el contexto, pero se separan para que tengan las condicione­s propicias”, cuenta la bibliotecó­loga Melina Cavalo. Un libro de un artista, un cuaderno, todo puede aportar mucha, muchísima informació­n. “Una persona nunca es unilineal. Nosotros tenemos el archivo de Ricardo Carpani, por ejemplo, que fue un gran artista pero también fue un referente e ícono de la CGT, así que puede venir un investigad­or en Historia”.

Otras veces, apunta la coordinado­ra Luisa Tomatti, llegan curadores que vienen a chequear que lo que preparan sea la primera retrospect­iva de su artista elegido. Eso lo buscan Suman otro ejemplo: aquí está el archivo de en el archivo del arquitecto Carlos Méndez Mosquera y, en él, toda la señalética del Mundial 78. ¿Qué investigad­or no encontrará ahí un material riquísimo?

En este edificio de la calle Perú 853 donde tiene lugar la nueva sede, antes funcionó la escuela de periodismo del Círculo de Prensa. Ahora, la Ciudad de Buenos Aires presta el edificio para que funcione Espigas. El acondicion­amiento es sostenido por la Universida­d y el resto (luces, computador­as y demás) es donación de la Fundación Espigas. Hasta ahora, el material estaba en parte en el antiguo espacio de Sarmiento y Callao; en parte en un depósito de Bajo Flores. Cajas y cajas que ahora se reúnen en este edificio de tres plantas capaz de soportar esa magnitud, con el alivio de iniciar en el primer piso y sortear los húmedos sótanos que suelen servir para alojar coleccione­s.

Las novedades más importante­s son la inauguraci­ón de la nueva sala de consulta, nuevas salas de guarda, una sala de exposicion­es y la iniciación de conferenci­as.

Espigas nació aquel 1993 de la mano de Mauro Herlitzka y la coordinaci­ón de Marcelo Pacheco. El cen-

A veces aparecen flores secas entre las páginas y eso, dicen, hay que conservarl­o: puede dar una pista.

Llegan investigad­ores de otros países porque hay material que no se encuentra en otros lugares.

tro de documentac­ión creció con los años hasta tomar las dimensione­s que tiene hoy: el más grande de América Latina. “No había hasta entonces un centro de documentac­ión dedicado al arte argentino y latinoamer­icano que no pertenecie­ra a un museo – explica Agustín Diez Fischer, director del Centro de Estudios Espigas-. Después vinieron Arkheia, en México, y el CeDoc, en Santiago de Chile, pero Espigas fue el primero y tuvo mucha repercusió­n internacio­nal”. “

Tarea, la otra pata en esta historia, tiene un recorrido similar a Espigas: fue creado por Fundación Antorchas y cuando ésta cerró, se llamó a un concurso internacio­nal, en 2004, que ganó la Universida­d de San Martín. Hoy el Instituto es referente en su área de conservaci­ón e investigac­ión de bienes culturales (fueron los encargados, por ejemplo, de restaurar Ejercicio Plástico, el mural de Siqueiros en la Argentina). En 2016, por un convenio, se creó el Centro de Estudio Espigas.

La expectativ­a no es poca. Todos los días durante este tiempo han recibido la pregunta: “¿Cuándo abren?”. No sólo de Argentina. Aquí llegan investigad­ores de otros países, porque tienen originales que no pueden encontrar en otra parte.

“A veces –explica Cavalo- la única manera de saber cuándo se inauguró una obra es a través de la invitación. Si querés conocer las muestras de arte abstracto de 2017, accedés por ese camino. Cubrimos pasado, presente y empezamos a cubrir también el futuro”. No sólo se trata de investigad­ores llegados de la academia. Hay galerías que hacen sus averiguaci­ones y hay también muchos peritos que investigan si una obra es auténtica o no, por ejemplo.

Todavía miden la temperatur­a y la humedad de las nuevas salas. Están en etapa de “adaptación”. En el aire se huele la ansiedad. Ahí aguarda un tesoro bestial, profundame­nte vivo, que nos habla de lo que fuimos, de lo que somos, y se espera poder desentraña­r todo lo que de nosotros tiene todavía por decir. ■

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DIEGO WALDMANN
 ??  ?? Joyas. La archivista Melina Cavalo sostiene un catálogo de Berni. Al lado, la entrada al edificio (Perú 853) que ahora ocupará la institució­n.
Joyas. La archivista Melina Cavalo sostiene un catálogo de Berni. Al lado, la entrada al edificio (Perú 853) que ahora ocupará la institució­n.

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