Nuestro contacto con Siberia
La vida de esa región fue documentada a principios del siglo XX. Rituales y caras que parecen americanos.
Un viaje en el tiempo con resultados sorprendentes. Aunque pueda parecer una simplificación, ésta podría ser una apretada síntesis de la muestra “Las otras fronteras. Fotografiando el Far East, cuyas noventa y nueva fotografías en blanco y negro, de exótica belleza y gran riqueza documental, se exhiben en La Abadía Centro de Arte y Estudios Latinoamericanos. Las imágenes digitalizadas fueron las primeras copias hechas sobre los pre- ciados originales de gelatina pertenecientes al Museo Etnográfico Ruso de San Petersburgo, uno de los más grandes del mundo en su especie.
Allí están mirando fijo a la cámara los cazadores y los agricultores, los trabajadores curtidos por el clima en un territorio que se congelaba cada otoño-invierno (de allí que las imágenes no correspondan a este período), las mujeres y sus atuendos según fueran casadas o solteras, los niños y los chamanes haciendo gala de sus elementos rituales.
Las copias fueron por cargo y cuenta del Muvim (Museo de la Ilustración y la Modernidad de Valencia) que inició, con esta muestra, una cooperación de largo aliento con la institución rusa, a la que también se sumó el MAPI, el Museo de Arte Precolombino e Indígena que depende de la Intendencia de Montevideo. Esta institución montó dos exhibiciones. La segunda, con objetos chamánicos procedentes del museo ruso.
La exposición ocupa tres salas de La Abadía. Junto al curador valenciano Joan Gregori Berenguer y el director del MAPI, Facundo de Almeida, Clarín recorrió la muestra. La conclusión a la que llega Berenguer es que, a partir de estas fotografías, se revalorizan los nexos que unieron al continente americano con Siberia, a la vez que se conoce el origen de muchas prácticas rituales ancestrales que, en buena medida, en dos de las tres Américas (centro y sur) se tienen por originarias, como el chamanismo.
“A América, en general, se la puede ver desde dos ángulos: desde Occidente tenemos una imagen de lo americano. Pero en esta muestra lo
● Hasta el 11/11 en La Abadía, Gorostiaga 1908. Mar. a dom. de 12 a 20. Entrada: $ 80.
vemos desde el Este. Lo que se cuenta es que la colonización inicial no se produjo por el Atlántico, sino por el estrecho de Bering”, dice el curador. Como se señala en el catálogo: “Se piensa que los pueblos del Norte de Asia y sus descendientes amerindios han venido a conservar particularidades culturales muy antiguas, registradas en el momento de entrar en contacto con el hombre blanco. El ejemplo más significativo lo constituirían las prácticas de origen chamánico que observamos en ambos conjuntos de pueblos: los siberianos y los nativos americanos. Todos ellos son descendientes de pueblos que habitaban el extremo nororiental del continente euroasiático”.
Quizá, enla muestra, lo más sorprendente sea pensar que nuestros ancestros pudieron venir de un mar distinto al Atlántico. En uno de los textos del catálogo, De Almeida subraya que “estudios genéticos realizados en las últimas décadas vinculan a algunas de las poblaciones amerindias con poblaciones mongoloides norasiáticas por las afinidades que presentan. Estas similitudes son también visibles en las características físicas de grupos siberianos y americanos actuales”. Pero hay otra raíz: las poblaciones americanas también aparecen vinculadas con pueblos no mongoloides procedentes del oeste europeo. ■