Faraones que viven, no sólo en el recuerdo
Acaba de ser descubierta la tumba del faraón Nefermer. A pesar de sus 3.000 años de antigüedad, los arqueólogos quedaron asombrados por el maravilloso estado de conservación del sarcófago y de varios adornos funerarios. Pero lo que sin duda más los sorprendió, fue encontrar a Nefermer vivo, aunque de evidente mal humor. Al parecer, el faraón no se encontraba muerto cuando los sacerdotes le aplicaron la técnica de momificación. Así, lo que en un principio fue una verdadera desdicha para su cutis, se convirtió en motivo de una sorprendente sobrevida. El clima seco del desierto, sumado a la ausencia del estrés producido por las típicas reuniones familiares de fin de año, lograron el resto.
Los primeros estudios señalan que el rey despertó pocos días después de terminado su funeral, en una pirámide. El hecho de no encontrar una puerta a lo largo de dos temporadas consecutivas, dentro de una sencilla tumba de apenas dos por cuatro, lo convenció de que estaba momentáneamente encerrado.
Los científicos también lograron comprobar que, al promediar los 800 años de encierro, Nefermer decidió escribir sus memorias. El polvillo originado por la talla de los jeroglíficos complicó su trabajo y acabó con aquel intento, del cual alcanzó a completar tan solo el título, “Me cacho en Ra”, testimonio de su estilo rústico y de cierto enfado con su dios.
Las últimas noticias señalan que, luego de la apertura de la tumba, el faraón fue llevado a una clínica local. Tras el chequeo, que solamente arrojó un pequeño problema de próstata, típico de la edad, Nefermer se perdió entre la multitud.w