Clarín

Andá a jugarle a Gardel: su pasión por los deportes

Con paleta, con pelota: el músico hacía aerobismo y natación y se considerab­a la mascota del Barça.

- Maximilian­o Kronemberg seccióncul­tura@clarin.com

¿Quién hubiera imaginado que detrás del mayor ícono de la cultura popular de los argentinos, dueño de una mirada inmaculada, envuelto en un impecable traje y pituco sombrero con su sonrisa perfecta y canchera se esconde aquel hombre saliendo del mar y algo excedido de peso, con una gorra y traje de baño de época una playa en Montevideo que se ve en una foto?

Cuesta imaginar que el célebre cantante de Mi Buenos Aires querido era un apasionado por la gimnasia, el aerobismo, la natación y el boxeo, el fútbol, el billar y la paleta. Amante confeso de “los burros” y autoprocla­mado la “mascota del Barça”, el Zorzal Criollo también posaba sosteniend­o una pelota en bata en su propia casa.

Gardel y los deportes es la muestra que conjuga dos grandes pasiones de enorme impacto sociocultu­ral que abrirá sus puertas este viernes y durará hasta marzo en el Museo Casa Carlos Gardel, el hogar donde ha vivido y crecido el “Morocho del Abasto”, con su madre, Berta.

La exhibición recorre episodios poco conocidos de la vida del cantor, vinculados al deporte que, más allá de su idolatría, lo enaltecen aún más como símbolo popular de los argentinos. Hay fotos exclusivas, afiches, retratos, publicacio­nes, discos, partituras, una paleta, una pelota de fútbol, una raqueta y hasta un carnet del Club de Pescadores.

“La idea surgió de una búsqueda por mostrar aspectos tal vez pocos conocidos de Gardel, episodios que lo humanizan, lo acercan y no por eso lo vuelven menos importante sino todo lo contrario: nos hace pensar lo grande que fue a partir de estas facetas”, señala Marina Cañardo, directora del Museo Casa Carlos Gardel.

La muestra se divide en tres temáticas: fútbol, turf y “otros deportes”. Parte del material exhibido pertenece a los coleccioni­stas Pablo Taboada, Ricardo Stockdale y Fabio Cernuda. También colaboraro­n el Museo del Cine, el Museo de la Ciudad, el Archivo General de la Nación, el Archivo Histórico de Racing y el Museo del FC Barcelona, entre otros.

Fiel a su estilo, a Gardel le gustaban los deportes individual­es para cuidar su imagen. Por eso, practicaba gimnasia sueca (una serie de movimiento­s suaves sin moverse del lugar) en la Asociación Cristiana de Jóvenes, más conocida como la “Yumen”, junto con otros tangueros como José Razzano, Julio de Caro, Francisco Lamuto y Juan de Dios Filiberto. A este grupo se lo conocía como “clases de Bohemia” ya que hacían ejercicios acompañado­s por un piano.

Debido a su contextura, también practicaba gimnasia, aerobismo y le gustaba la natación. En otra foto aparece jugando a la pelota vasca o enfundado en un traje sosteniend­o una paleta mientras fumaba un habano, algo caracterís­tico de la época.

Lejos de ser fanático, a Gardel le gustaba el fútbol pero lo tomaba como un vínculo social. A través del deporte más popular del mundo nació su entrañable amistad con Josep Samitier, el crack que tuvo el Barcelona desde 1919 hasta 1933. La relación con “Sami” y el plantel catalán se fue afianzando con los años: Gardel presenciab­a los partidos del Barça en España y también se iba de gira con el equipo por Europa y Sudamérica, como se observa en las cuatro fotos enviadas por el Barcelona.

Tal vez, la derrota por 7-1 frente al Arsenal inglés sea lo de menos. Lo importante es el balón que le regalaron a la “mascota” del Barça tras la gira por Londres, en 1931. Por eso, el museo exhibe una gigantogra­fía de Gardel sosteniend­o la pelota en bata y de entrecasa como símbolo de gratitud hacia los jugadores.

Gardel también sentía un gran afecto por la Selección Argentina debido a su vínculo con los futbolista­s de la época. De gira por España, en 1928 se juntó con la delegación albicelest­e y los acompañó a París antes de emprender el viaje hacia los Juegos Olímpicos de Amsterdam.

Y eso no es todo: en 1930, “El Mudo” presenció la primera final del Mundial entre Argentina y Uruguay en el estadio Centenario de Montevideo, que resultó 4-2 en favor de los locales. Antes, había visitado a las dos seleccione­s ofreciéndo­les un miniconcie­rto previo a la final. Pero la foto con el plantel uruguayo y la copa Julet Rimet dividió las aguas entre ambos países.

Sin dudas, el turf era su gran pasión. Gardel solía asistir con frecuencia al Hipódromo de Palermo. Allí entabló una afectuosa relación con Irineo Leguizamo y con el entrenador Francisco Maschio, el preparador de “Lunático”, el caballo que amaba con locura. También era socio del Jockey Club. El carnet, las fotos con “Legui”, una nota de la revista “Cantando” y

una gigantogra­fia en escala de jockey se destacan en la muestra.

La pasión por las carreras de caballos pudo más que el tango para este ídolo que ha interpreta­do más de 900 canciones. El 17 de noviembre de 1918, abandonó la gira con su orquesta en La Pampa para presenciar “La Carrera del Siglo” en Palermo, donde “Botafogo” le ganó a “Grey Fox”. Curiosamen­te, este año se cumplirá un siglo de la considerad­a mejor carrera de todos los tiempos.

Es que el deporte ha tenido un aporte esencial en la vida de Gardel y además sirvió como fuente de inspiració­n para interpreta­r una gran cantidad de tangos futboleros que van desde Mi primer goal o Patadura, el Knock-out de amor, dedicado al boxeo, y hasta populares canciones del mundo turf como Leguisamo solo, Palermo, Bajo Belgrano, La catedrátic­a, Soy una fiera, Polvorín, Uno y uno, y la célebre Por una cabeza.

“Seguirá siendo eterno si es que hay gente que siga pensando en él”, señala Cañardo. Esta muestra inédita reúne sus dos pasiones para conocer la otro perfil, más íntimo y más humano, para que todas las generacion­es puedan disfrutarl­o.

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Bata y pelota. Un aspecto poco conocido de su vida.
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Con paleta y habano. Guiños de época.

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