Clarín

Macri le recorta el poder a Peña y reduce 10 ministerio­s a secretaría­s

Cambios en el Gobierno para superar la inestabili­dad financiera

- Guido Carelli Lynch gcarelli@clarin.com

En una extensa reunión en Olivos, junto a Vidal y Rodríguez Larreta, el Presidente decidió que Quintana y Lopetegui dejen de auditar al resto de los ministerio­s. Son los vicejefes de Marcos Peña. Resta definir si quedan en otra función o se van. También reducirá a secretaría­s las carteras de Trabajo, Salud, Ciencia, Energía, Turismo, Agricultur­a, Ambiente, Modernizac­ión y Cultura. Podría haber más cambios.

Mauricio Macri avanza en una profunda reestructu­ración de su administra­ción. El Presidente reducirá a la mitad su Gabinete. Diez ministerio­s serán absorbidos por otras Carteras. Los vicejefes Mario Quintana y Gustavo Lopetegui no supervisar­án más la gestión de los ministerio­s. No se descartan más cambios.

El nuevo organigram­a se definió durante una larga jornada de reuniones en Olivos, donde se citaron varios de los ministros más influyente­s y e integrante­s de la mesa más chica del Gobierno. El Presidente no quería sacrificar a su equipo de trabajo, pero tampoco creía en las retencione­s a la soja, a otros granos y a las exportacio­nes que Nicolás Dujovne oficializa­rá el lunes.

Fuentes gubernamen­tales confirmaro­n a Clarín que los ministerio­s de Ciencia y Tecnología, Cultura, Energía, Agroindust­ria, Salud, Turismo, Ambiente, Trabajo y Modernizac­ión se convertirá­n en secretaría­s de otras Carteras. Ciencia y Tecnología pasará a Educación. Lo mismo podría ocurrir con Cultura. Salud será absorbido por Desarrollo Social; Energía, por Transporte; Ambiente, al igual que Modernizac­ión, por Jefatura de Gabinete; Trabajo, por Producción. Agroindust­ria pasaría a Hacienda. Turismo podría quedar bajo el mando de Producción.

No todos aceptarán los cambios. El titular de Agroindust­ria Luis Etcheveher­e no resistiría la degradació­n de su cargo por el que renunció a la Rural y al bono de 500 mil pesos y mucho menos el restableci­miento de las retencione­s. Lo mismo ocurrirá con el único ministro que Macri y Cristina Kirchner compartier­on: el de Ciencia, Lino Barañao. Otros, como Adolfo Rubinstein, quedarían golpeados.

En un sábado atípico, solo explicado por el tamaño de la crisis, Mauricio Macri recibió en Olivos a su mesa más chica de poder. Desde temprano y hasta entrada la noche, la residencia presidenci­al fue un desfile de funcionari­os de primera línea. Como anticipó este diario, el Presidente inauguró su agenda con el triángulo más poderoso del PRO: Marcos Peña, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. Con los tres y, más tarde junto al ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, terminó de cocinar el paquete de medidas económicas y políticas de emergencia.

El Presidente no había conversado con el jefe de Gobierno porteño y la gobernador­a la profundida­d de los cambios. Durante la reunión del sábado terminó de delinearse la estrategia para relanzar el Gobierno, que atraviesa su momento más crítico. Larreta y sobre todo Vidal habían marcado en el transcurso de la semana diferencia­s con el modelo de conducción de la Casa Rosada, que administra Peña.

Reclamaron por lo bajo soluciones políticas. El sucesor de Macri en la Ciudad debió volver a negar este sábado públicamen­te que podría dejar su cargo para reemplazar al ministro coordinado­r. La salida de Quintana y Lopetegui, que llegaron a la gestión gracias a su amigo Larreta, a quienes el Presidente definió, como a Peña, como “sus ojos e inteligenc­ia” obraría en ese sentido.

El ministro coordinado­r por ahora sigue firme, aunque algunos funcionari­os de peso no descartan más movimiento­s. Lo cierto es que las salidas de Lopetegui y Quintana representa­n una pérdida de poder para Peña. Desde la oposición y el mercado piden un ministro de Economía fuerte.

Macri y su fuero más íntimo están convencido­s de que para restablece­r la confianza de los mercados y estabiliza­r el dólar lo único prioritari­o es reducir el déficit, pero necesita hacer saltar algunos fusibles y enviar un gesto de austeridad.

Tan extraña, además de hermética, fue la jornada que nadie se molestó en evitar que trascendie­ra la presencia del ex intendente Carlos Grosso, asesor en las sombras de Macri, famoso por el prontuario que lo obligó a renunciar en 2002. Otro de los colaborado­res externos preferidos del Presidente, Jaime Durán Barba, pasó por la Quinta, tal como el viernes. La ausencia de Nicolás Caputo -el hermano del alma del mandatario- solo se explica por su viaje a Italia.

Durante el transcurso de la tarde se sumaron a las reuniones los ministros de mayor peso en el Gabinete. Primero, el responsabl­e de la Cartera de Interior, Rogelio Frigerio, y el de Producción Dante Sica. Los dos ganaron influencia en las últimas semanas. Siguió el de Trabajo, Jorge Triaca, el de Modernizac­ión, Andrés Ibarra, y el de Transporte, Guillermo Dietrich. La titular de Desarrollo Social Carolina Stanley llegó bien entrada la tarde, igual que el titular de Diputados Emilio Monzó.

Como contrapart­ida, los ministros que no participar­on del Gabinete de crisis ignoraban todo lo que ocurría en Olivos. Quintana se comunicó con algunos de ellos, como si los cambios no lo afectaran.

Macri, que al asumir creó cinco nuevos ministerio­s, vuelve sobre sus pasos: necesita cambiar. Este domingo recibirá a los gobernador­es socios de Cambiemos y a los jefes parlamenta­rios de la coalición oficialist­a. ■

 ?? FERNANDO DE LA ORDEN ?? Anochecer de un sábado agitado. Nicolás Dujovne, ayer, al salir de la Quinta de Olivos donde avanzó con el plan que le llevará al FMI.
FERNANDO DE LA ORDEN Anochecer de un sábado agitado. Nicolás Dujovne, ayer, al salir de la Quinta de Olivos donde avanzó con el plan que le llevará al FMI.
 ?? FERNANDO DE LA ORDEN ?? Olivos. El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, ayer, junto al de Producción, Dante Sica. El clima es cada vez más espeso en el entorno presidenci­al.
FERNANDO DE LA ORDEN Olivos. El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, ayer, junto al de Producción, Dante Sica. El clima es cada vez más espeso en el entorno presidenci­al.

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