Clarín

La búsqueda de volver a generar confianza

- Ricardo Kirschbaum

Mañana es feriado en Estados Unidos -es el “Labour Day”- y el Fondo Monetario no atiende en Washington. Recién el martes Nicolás Dujovne renegociar­á un acuerdo que Mauricio Macri había anunciado como hecho, en un mensaje que trajo más daños que beneficios. El que recomendó hacerlo fue el jefe del Banco Central, Luis Caputo, que olfateaba una corrida y quiso anticipars­e. Ya se sabe cuáles fueron sus consecuenc­ias: la desconfian­za puso al Gobierno contra las cuerdas y lo obligó a volver al FMI para proponer un ajuste más drástico - y otras medidas - a cambio de anticipos que disipen el fantasma del default.

Dujovne va en uno de los peores momentos del gobierno de Macri, quien está obligado a tomar decisiones para recrear la confianza. Ya se sabe que no se desprender­á del jefe del Gabinete, su hombre de máxima confianza, con el que ató su propia suerte en una frase:

“Marcos Peña soy yo”. Entonces ¿de qué cambio se habla? Si las principale­s piezas no se mueven, lo que se muestre corre el riesgo de ser pura cosmética, aún los recortes de poder, la necesaria fusión o desaparici­ón de algún ministerio. No parece que el mercado se conmueva si Lombardi llega a Cultura o Bergman se rebaja a subsecreta­rio. Todos miran, entonces, a Dujovne, que llega a hablar con Christine Lagarde, la pope del FMI, con esa pesada mochila. Hasta se mencionan sus posi-

Macri unió su suerte a la de su jefe de Gabinete: “Marcos Peña soy yo”. Dujovne irá al FMI envuelto en rumores

bles reemplazan­tes: Carlos Melconian o Rogelio Frigerio, actual ministro del Interior. Quienes pusieron de nuevo en carrera al ex jefe del Banco Nación fueron dirigentes de peso del núcleo de poder del macrismo, quienes, además, consideran que el ministro de Economía, cualquiera sea, debe recuperar los atributos amputados por el esquema de poder que impuso Macri, con Peña, Quintana y Lopetegui, cuando llegó a la Rosada.

La lógica de Olivos es otra. Ha quedado clara en otras circunstan­cias adversas pero nunca se ha enfrentado a una crisis de confianza de la profundida­d de la actual, atizada también por necesidade­s políticas.

Los gobernador­es peronistas, que el martes volverán a reunirse en el CFI, han dicho varias veces que están dispuestos a acordar con el Presupuest­o, viga central de la estrategia oficial, pero piden una prenda de amor. El DNU que volteó el Fondo de la Soja afectó un acuerdo previo al que habían llegado antes con el Gobierno. Sin embargo, los puentes no están rotos.

El peronismo no kirchneris­ta está comenzando a articular una alternativ­a política a Cristina, cuya situación judicial la obliga a radicaliza­rse cada vez más. Aunque los gobernador­es afirman de viva voz que la ex presidenta ya fue, temen que el remolino económico arrastre al peronismo a aferrarse de ese pasado para salvarse, sobre todo en la provincia de Buenos Aires.

Sergio Massa, Miguel Pichetto, Roberto Lavagna, Urtubey, Manzur y, posiblemen­te, Schiaretti, se mostrarán juntos, en un primer paso para enhebrar los pedazos del peronismo balcanizad­o.

Pero las expectativ­as, ahora, están en las decisiones políticas y económicas que tome Macri.

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