Sin aportes de EE.UU., los refugiados palestinos se hunden en el desamparo
Polémico. Trump suprimió la financiación de la agencia de la ONU que les brindaba educación y salud.
Los giros críticos que realizan las superpotencias, reacomodándose a estrategias políticas dictadas por necesidades propias o de aliados, suelen resultar devastadores para algunas comunidades. En este caso les tocó a los palestinos, ya de por si pauperizados a lo largo de la historia reciente.
Los refugiados palestinos, olvidados por gran parte del mundo, incluidas las propias potencias árabes que se desligan del tema, sufrieron otro golpe catastrófico de parte de Estados Unidos, que ya había anulado más de 200 millones de dólares de ayuda. Este viernes, el gobierno de Donald Trump anunció que también frenaba la financiación de la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés).
Este organismo internacional sostiene trabajosamente centenares de escuelas y centros de salud para hijos de refugiados en distintos países de la región. La UNRWA se estableció después de la Guerra de Independencia de Israel en 1948 con el fin de ayudar especialmente a unos 700.000 palestinos que huyeron o se vieron obligados a abandonar sus hogares.
Con el paso del tiempo el número aumentó a unos 5,3 millones de refugiados y sus descendientes, en su mayoría dispersos por todo Oriente Medio. La decisión unilateral de Washington choca con las premisas de solidaridad internacional: la UNRWA se creó en base a una resolución de la ONU, la cual representa la postura y la voluntad de la comunidad internacional respecto a los refugiados.
El gobierno de Trump respalda a Israel en su acusación de que la UNRWA, con casi 70 años de existencia, perpetúa el conflicto en Oriente Medio manteniendo la idea de que muchos palestinos son refugiados con derecho a regresar a sus hogares en lo que actualmente es Israel, algo a lo que ambos se oponen. Por eso ayer el gobierno del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu aplaudió la medida. “Israel da la bienvenida a la decisión estadounidense”, dijo.
Para los palestinos, el derecho al retorno de los cientos de miles de personas que huyeron o fueron expulsados es un punto fundamental de su causa, y es algo que los sectores conservadores de Israel no aceptarán nunca.
El presidente norteamericano, que a diferencia de su antecesor tiene total sintonía política con el gobierno conservador del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, ya adoptó dos polémicas decisiones que favorecieron a Israel en detrimento de los palestinos.
El 6 de diciembre, desoyendo las advertencias internacionales, Trump reconoció a Jerusalén como capital de Israel, pese a que la ciudad está en disputa ya que los palestinos también la reclaman como capital de su futuro Estado. La medida provocó indignación y condenas en gran parte del mundo, especialmente de Europa. Desde entonces, los palestinos rechazan mantener contacto con el gobierno estadounidense y le niegan un papel de mediador en el proceso de paz.
“Es muy lamentable. La gente se va a ver más desesperada y marginada, y esto tendrá consecuencias dramáticas, profundas e impredecibles”
El 14 de mayo se concretó otra medida irritante para los palestinos, el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, reafirmando así el reconocimiento de la histórica ciudad como dominio israelí. Se desata un baño de sangre en la Franja de Gaza, donde unos 60 palestinos mueren al ser alcanzados por disparos israelíes.
EE.UU. aporta el 30% de los fondos de la UNRWA, alrededor de unos 300 millones de dólares. Por eso esta decisión es fatal para la agencia. Lo más probable es que deba cerrar escuelas y centros asistenciales, dejando desamparados a cientos de miles de refugiados palestinos.
A finales de septiembre la agencia “no tendrá ni un centavo”, señaló el vocero de UNRWA, Chris Gunness. “Es muy lamentable; la gente se va a ver más desesperada y marginada, y esto tendrá consecuencias dramáticas, generalizadas, profundas e impredecibles”, advirtió.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, indicó que el organismo “provee educación de alta calidad, salud y otros servicios esenciales en circunstancias extremadamente difíciles para los refugiados palestinos, que están en gran necesidad”. Por eso pidió que otros países cubran la brecha financiera que deja EE.UU. y así puedan continuar brindado ayuda.
Para la Liga Arabe, esto no sólo repercutirá en los refugiados palestinos, sino también en los países árabes que los hospedan, particularmente el Líbano y Jordania que también reci- bieron un gran número de refugiados sirios. Jordania, uno de los dos países árabes que firmaron un tratado de paz con Israel, ya anunció sus planes para organizar una conferencia de donantes al margen de la Asamblea General de la ONU de septiembre en Nueva York.
“Si detienen completamente la ayuda, tendrá un efecto tremendo en nuestros niños”, comenta Abu Mohamed Huweila, de 40 años, en el campamento de refugiados de Jabalia, en el norte de la Franja de Gaza. Para él, cuyos nueve hijos asisten a escuelas de la UNRWA, la decisión es “absolutamente injusta”.
Muchos la califican de “cruel”, pero otros consideran que se trata de un “chantaje político” destinado a desarmar la causa palestina. Uno de ellos es Hugh Lovatt, analista de European Council on Foreign Relations. En su opinión, la decisión es un intento de “sacar unilateralmente de la discusión el derecho de los palestinos al retorno”. “La acción de Estados Unidos es errónea, peligrosa y no funcionará. Los refugiados palestinos se mantendrán y seguirán solicitando su derecho al retorno”, aseguró.
Los países árabes ya advirtieron que dejar desamparados a los refugiados palestinos provocará mayor indignación y los inclinará a buscar amparo en sectores fundamentalistas. Tal vez es lo que se busca. La superpotencia ya comenzó su giro estratégico, y lo completará sin misericordia alguna, como lo hizo en otras oportunidades. ■