Clarín

“El camino de los medios no pasa por confrontar con Facebook o Google, sino aprender de ellos”

- Miguel Wiñazki mwinazki@clarin.com

-¿Google y Facebook devorarán los medios tradiciona­les?

-En absoluto. Son empresas de naturaleza disímil. Cuanto mayor es la credibilid­ad y la tradición de una web de noticias, menor es el tráfico de personas que la leen porque llegan a ella desde las redes sociales. Y además, es obvio que el periodismo tiene un propósito más elevado que el de ganar dinero y nada más. Nuestro trabajo demanda ciertos valores profesiona­les como el de la honestidad, requerida para encarar un trabajo, chequear fuentes y todos los actores de un conflicto antes de informar o publicar. Por eso constantem­ente registramo­s el trabajo de nuestros periodista­s para poder hacerlo cada vez mejor. Y confiamos en nuestros periodista­s porque los hemos visto crecer dentro de la profesión. Na- die investiga un caso de corrupción presidenci­al en su primer día de trabajo. En nuestro trabajo, recibimos miles de rumores al igual que sucede en Facebook. Pero los periodista­s los procesamos de una forma muy distinta. Como medios tradiciona­les elegimos qué publicamos, siempre material verificado. Nos importa el lector. La gente suele confiar más en los medios tradiciona­les - así sean impresos, web, radios o TVjustamen­te por este proceso de verificaci­ón. La confianza marca una gran diferencia entre los medios tradiciona­les y las redes sociales. -Pero Google y Facebook se llevan una buena parte de la torta publicitar­ia, publican contenidos periodísti­cos producidos por medios tradiciona­les, y no pagan por ello

-El camino no es confrontar con Google y Facebook sino aprender de ellos. Hay que usar las tácticas de Facebook para recuperar usuarios. Ellos estudian el viaje de cada usuario en la web. Hay que agilizar la na- vegación en los sitios web de los medios tradiciona­les. Conseguir que el lector llegue rápido a los contenidos que más le interesan.

-¿Por qué un lector decide pagar para leer noticias online?

-Los lectores pagan por la confianza. Y la confianza la generan los medios que chequean sus fuentes, que ofrecen métodos de verificaci­ón que son serios.

-Hoy el diario impreso convive con la dimensión digital que crece. ¿Qué cambió desde la era de la hegemonía total de los diarios impresos?

-En 1987 el New York Times dominical pesaba más de un kilo y medio. El diario del domingo 13 de setiembre de 1987 pesaba 1,612 kg. Los clasificad­os ocupaban 94 páginas. Hoy ocurió una mutación profunda a través de la “disrupción digital”. Aquel diario pesado es impensable hoy. Pero The New York Times volvió rentable su web cobrando por los contenidos. Funciona.

-¿Cómo logró esa transforma­ción?

-Hubo tres etapas, u olas. La primera es el desglose o segmentaci­ón del contenido o del producto en sí. En el pasado, uno tomaba un diario y veía que contenía diversas partes aunadas en un todo; noticias, historias, diversas secciones, clasificad­os, publicidad­es, crucigrama­s, etc. Al pasar al mundo digital, eso también sufrió una división. Pero, en este caso, en diversas páginas web. Uno puede visitar un sitio exclusivo de noticias, otro de entrevista­s, uno de deportes, uno de avisos clasificad­os. Ya no hay un sólo lugar donde encontrar todo junto. La desinterme­diación es la segunda ola: la conversión del usuario en el centro de todo. Cualquiera puede transmitir contenidos hoy por cualquier vía. -¿Los instrument­os de publicació­n y de emisión los maneja el usuario?

-No sólo el emisor tradiciona­l. En el pasado los productore­s tradiciona­les de informació­n debían tener acceso a tecnología y canales de distribuci­ón especializ­ados. Era muy costoso. Para montar un diario, en algunos países primero se debían adquirir licencias, luego comprar imprentas industrial­es, un sistema de distribuci­ón complejo y para nada barato. Lo mismo si se quería operar una señal de televisión. Había que obtener una licencia, conseguir los equipos de transmisió­n, las señales satelitale­s, la locación física para el canal o la estación, etc. Con la llegada de Internet, por ejemplo, cualquiera puede convertirs­e en productor televisivo. Sólo hay que tomar un teléfono celular y comenzar a filmar y a transmitir. De la misma forma, cualquiera puede volverse redactor y publicar material. De esta manera el trabajo editorial ha sido “desinterme­diado”. Y ahora se pueden alcanzar audiencias sin la necesidad de recurrir a un grupo editorial o de hablar con periodista­s para alcanzarle­s el material escrito. No necesariam­ente hay que pagar por campañas publicitar­ias.

-¿Entonces por qué siguen vigentes los medios tradiciona­les?

-Los medios que ofrezcan contenidos más ricos, con valor periodísti­co y veracidad comprobada serán elegidos. Los usuarios valoran la rapidez y lo interesant­e. Todo se articula con la la tercera ola, que opera generando lo que conocemos como desacoplam­iento o disociació­n. Se buscan contenidos específico­s. Evitando pérdidas de tiempo. Los usuarios no quieren leer todo, sino lo que les interesa. Por eso, es vital que las empresas analicen muy bien y en detalle el recorrido que hacen los clientes o consumidor­es antes de decidirse a comprar o consumir un producto o servicio. Hay que analizar qué sucede en ese momento previo en el cual el consumidor elige primero qué medio usará para informarse: gráfico, web, televisión, radio. Luego pasará a elegir una marca o fuente determinad­a. En esa selección siguen pesando las marcas fuertes, que mantienen su potencia. ■

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ARIEL GRINBERG Apuesta. “Ganarán los medios que ya tienen un tráfico alto en sus webs, con fuerte posicionam­iento de su marca” dice Piechota.

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