Clarín

Advierten que la polución del aire en la Ciudad es muy alta y piden más controles

Según un nuevo relevamien­to, supera los parámetros internacio­nales. Un informe de la OMS ya lo había marcado. El Gobierno dice que se respetan los límites legales.

- Verónica Frittaoni vfrittaoni@clarin.com

En ocasiones, cuando pasamos mucho tiempo en un espacio cerrado puede invadirnos cierta sensación de asfixia. En la mayoría de los casos el alivio viene de la mano de una acción lógica: “salir a tomar aire”. Si bien ese contacto con el afuera supone un bienestar inmediato, en ciudades como Buenos Aires los efectos a largo plazo podrían resultar todo lo contrario. Un reciente informe volvió a traer al primer plano la discusión sobre la contaminac­ión del aire, que sigue supe- rando los parámetros saludables.

Así lo demuestra un relevamien­to elaborado por Greenpeace. El muestreo se llevó a cabo en 20 puntos de Capital: nueve escuelas primarias, ocho jardines maternales y tres hospitales pediátrico­s. De marzo a julio pasado, por un período de tres días y en un rango de 12 horas, se midió el nivel de materia particulad­a 2.5 (PM 2.5), uno de los tóxicos provenient­es de la quema de combustibl­es.

Según los índices, en barrios como Balvanera el “límite seguro” se llega a superar por un 356%, mientras que en Caballito, donde los efectos no son tan marcados, está un 80% arriba.

Otro de los materiales que se midió para el informe es el dióxido de nitrógeno (NO2), también presente en valores poco recomendab­les. “El 31% de todas las mediciones de NO2 violan los límites de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), y peor aún sucede con el caso del PM2.5, materia que podemos considerar venenosa por sus graves efectos a la salud y que en el 72% de las mediciones superó los límites”, resumió Ingo Boltz, coordinado­r de la campaña. Para el trabajo se utilizaron unos dispositiv­os traídos de la Universida­d de Exe- ter, en Inglaterra, donde Greenpeace tiene un laboratori­o.

La OMS establece el límite de exposición diaria a PM 2.5 en 25 micrómetro­s por metro cúbico. Durante el estudio, en cambio, se encontró por ejemplo que en los alrededore­s de la Escuela Infantil N°5 del Distrito Escolar 2, donde también funciona la primaria N°16 Presidente Mitre, en Balvanera, está la cifra más alta en este sentido: 35.6 micrómetro­s.

La propia OMS había advertido sobre la polución en Buenos Aires. Hace dos años, en el marco de un relevamien­to en 3.000 ciudades y usan- do las propias estadístic­as oficiales, denunció que el aire tiene un 30% más de componente­s nocivos que lo tolerado. Los efectos nocivos de la polución en la salud van desde patologías respirator­ias hasta mayor riesgo de ACV (ver “Un enemigo...”).

Una de las discusione­s tiene que ver con los monitoreos. En Greenpeace afirman que las estaciones de medición del Gobierno porteño son insuficien­tes y que debería haber al menos diez, como en otras ciudades comparable­s.

Desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño, del que depende la Agencia de Protección Ambiental (APRA) a cargo de las mediciones, responden: "Contamos con cuatro estaciones de calidad de aire, en La Boca, avenida Córdoba y Rodríguez Peña, Parque Centenario y en Villa Lugano. Los valores registrado­s de calidad de aire cumplen con los límites establecid­os por la normativa local, la que a su vez está en línea con lo exigido por la agencia ambiental de Estados Unidos", afirman.

El tema es que esos límites son un poco más tolerantes que los de la OMS. Y además en la Ciudad las mediciones son distintas: en los controles porteños aún no se sigue el PM 2.5, justamente uno de los parámetros cuestionad­os. "Actualment­e APRA cuenta con tres equipos con los que se comenzó a medir PM 2.5, y que están siendo sometidos a procesos de validación para que puedan arrojar

un diagnóstic­o certero", explicaron en el ministerio.

La quema de combustibl­es por el alto tránsito vehicular es uno de los principale­s contaminan­tes del aire que respiran los porteños. Del otro lado, la escasez de espacios verdes suficiente­s impide una mejor oxigenació­n. "Cualquier plan de acción tiene que ser gradual pero constante. No se trata de sacar de circulació­n todos los camiones o colectivos, pero eliminar sólo el 20% ya haría una diferencia

sustancial. También se puede transforma­r parte de la flota del transporte público a otras tecnología­s. Por ejemplo, las unidades que circulan por los carriles de Metrobuses podrían ser eléctricas", menciona Damián Bikiel, investigad­or y miembro del Instituto de Química, Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE) del Conicet.

La suma de nuevas construcci­ones, muchas de ellas en altura, es otra de las cuestiones. "Buenos Aires es una ciudad con una densidad de espacios verdes bajísima, por debajo de lo recomendad­o por la OMS. La pérdida de estos espacios o su planificac­ión incorrecta tiene grandes efectos negativos en la calidad de aire. En forma similar, la capacidad de ventilació­n de la ciudad depende de la altura y densidad de sus construcci­ones, aumentar las fuentes y disminuir la capacidad de autolimpie­za de la atmósfera no es la forma para reducir la contaminac­ión", afirma Bikiel.

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GERMÁN GARCÍA ADRASTI Quema de combustibl­es. Es una de las grandes causas de la contaminac­ión.
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G. GARCÍA ADRASTI Medición. La estación de Córdoba y Rodríguez Peña.
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J. SÁNCHEZ Verde. En Buenos Aires hay poca superficie por habitante.

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