Indignación y ola de críticas en Río por el incendio del Museo Nacional
La clase política cargó contra el gobierno por el recorte de fondos. La vicedirectora admitió que no funcionaron las alarmas y dijo que en 2018 apenas recibió 60.000 dólares para mantenerlo. Sólo se salvó un 10% de los más de 20 millones de piezas.
El mayor museo del país carecía de un sistema de protección contra el fuego. Y los bomberos no tenían agua suficiente para apagarlo. Se perdieron piezas de valor incalculable.
La sociedad brasileña no superó, todavía, el estado de shock en que se sumergió con el incendio pavoroso del Museo Nacional en Río de Janeiro. Un acto masivo se desarrolló por la noche en el centro histórico carioca, frente a la intendencia. Miles de brasileños se dieron cita para manifestarse contra lo que sintieron como un “robo” a su historia. Lo que resta de las grandes colecciones y de los hechos históricos que albergaba ese palacio de principios del siglo XIX son apenas unas columnas y paredes que podrían dar por tierra, en una réplica del desastre. La vicedirectora del edificio, que ocupa con su parque más de dos manzanas, dijo que apenas se salvó un 10% de los más de 20 millones de piezas que acumulaba.
Según Cristiana Serejo, que ofreció una conferencia de prensa por la tarde de este lunes, indicó el estado de abandono en el que se encontraban las instalaciones. “No funcionó la alarma contra incendios”, confirmó. Y tampoco había agua en las inmediaciones ni extinguidores.
También declaró que la institución había recibido apenas unos 60.000 dólares a lo largo del año para mantener semejante estructura. Un relato de la Cámara de Diputados de Brasil reveló la caída del presupuesto girado para el museo: en 2011 había recibido 371.000 dólares, una partida que se mantuvo hasta el final de la gestión de Dilma Rousseff en la presidencia del país. Ya con el actual jefe de Estado Michel Temer comenzó el recorte. El año pasado se había restringido a 200.000 dólares y este año batió todos los record al bajar apenas a 60.000 en el período enero-agosto.
-¿Qué se salvó del acervo?, preguntaron los periodistas a la vicejefa del museo. “El edificio y, tal vez, hasta 10% de las piezas”, contestó.
En un comunicado, las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura compararon la catástrofe con la tragedia del Palmira, en Siria, que desapareció virtualmente del mapa por obra y gracia de la bestialidad del ISIS. Aquella ciudad con ruinas monumentales fue bombardeada y destruida en sucesivos ataques que destruyeron el lugar. Para la Unesco el incendio del museo de Historia Nacional es “una gran pérdida para Brasil y para la humanidad”.
Angustiados por ver en cenizas 200 años de su historia, los brasileños se volcaron hacia el palacio en manifestaciones donde se escuchaba vocear con rabia: “Fuera Temer”. Y luego unieron las manos para abrazar el edificio. Este museo no sólo era el más antiguo del país. En el predio se albergó la familiar real que gobernaría la nación ya independizada, en 1822, hasta la caída de la monarquía en 1889. Considerada uno de los peores desastres mundiales, porque no sólo afectó la cultura brasileña, el Museo Nacional de Historia acababa de cumplir 200 años. Entre los tesoros
que albergaba, estaba Luzia, el esquelo de una joven que había sido encontrado en Minas Gerais y que tenía 12.000 años. Era el resto humano más antiguo de las Américas. En dos salas del edificio podían visitarse el mayor dinosaurio brasileño que vivió hace más de 80 millones de años y fue hallado en Minas Gerais.
Todo eso se perdió en forma irremediable. Pese a todo esto, al ministro de Educación de Brasil no le ocurrió nada mejor que tratar de zafar de las responsabilidades. Rossieli Soares da Silva declaró que la culpa por la falta de inversiones “no es exclusiva del gobierno federal”.
Su posición contrastó de manera flagrante con el pronunciamiento del rector de la Universidad Federal de Río de Janeiro Roberto Leher, como también del director de la institucion Alex Kellner. Ambos dijeron lo que después quedó demostrado en las planillas de remisión de fondos al Museo. “El gobierno no envió los fondos que deberían habernos llegado”. Para el ministro Rosielli, “la responsabilidad debe ser compartida con las gestiones anteriores”.
El mundo político reaccionó a la tragedia con distintos tonos. “Muy triste lo ocurrido. Desaparecieron 20 millones de piezas de nuestra historia. Y esto es culpa del gobierno de Michel Temer”, expresó Guilherme Boulos, candidato por el Psol.
Y Henrique Meirelles, postulante del oficialismo, recordó: “Además del acervo de valor inestimable, el palacio incendiado fue el escenario de momentos decisivos en la historia del país”. Geraldo Alckmin fue más enfático: “Agrede a la identidad nacional y entristece a todo el país”. Para Marina Silva, de Red Sustentable, “esta catástrofe equivale a una lobotomía de la memoria brasileña”.
En una nota, el PT señaló: “La tragedia no se limita a la negligencia del país con su historia y su cultura. Sin embargo, hubo una disonancia y fue la del derechista Jair Bolsonaro, para quien “no hay que invertir dinero en los museos”.