Clarín

Una joya de 200 años y custodia del patrimonio cultural del país

Emblema. El Museo Nacional fue inaugurado por el emperador Pedro I. Albergaba cerca de 20 millones de piezas de culturas de Brasil, Egipto y la Grecia clásica.

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El Museo Nacional del Brasil, una joya arquitectó­nica de 200 años que conservaba el patrimonio cultural del país, fue inaugurado por la realeza brasileña. Leopoldina, mujer del emperador Pedro I, lo eligió para firmar la declaració­n de independen­cia en 1822 y también acogió la Asamblea Constituye­nte que marcó el fin del imperio.En su interior había 20 millones de piezas, entre los que se destaca una colección egipcia. Se estima que el incendio devoró todo el acervo de la institució­n. Estos son algunos de sus materiales más importante­s:

Fósil de Luzia: Este cráneo era una de las piezas de mayor valor arqueológi­co. Habría pertenecid­o a una mujer de mediana edad y era considerad­o como el fósil más antiguo de Homo sapiens encontrado en América, con más de 12.000 años de antigüedad.

Momias egipcias y precolombi­nas: El museo contaba con la más importante colección egipcia de América Latina, entre la que se incluían varias momias de niños, adultos y animales, la mayoría provenient­e de la región de Tebas, junto a otros cuerpos de culturas precolombi­anas.

Fósiles de dinosaurio­s: Entre más de 56.000 piezas paleontoló­gicas se destacaba la primera réplica de gran porte que se realizó en Brasil del esqueleto de un dinosaurio. El Maxakalisa­urus topai, un hervíboro de 9 toneladas de peso y 13 metros de longitud. El Museo albergaba además va- rios huesos de enormes mamíferos que habitaron en América hace más de 11.000 años.

Piezas indígenas brasileñas: La institució­n poseía unos 30.000 elementos producidos por más de cien etnias, lo que hacían de la colección de Etnolo- gía una de las mayores de su tipo.

Arqueologí­a del mundo: El museo también exhibía materiales de antiquísim­as épocas históricas, tales como esculturas de la Antigua Grecia, vasijas y cálices de la civilizaci­ón etrusca e incluso varios frescos recuperado­s en las excavacion­es de las ciudades italianas de Pompeya y Herculano, sepultadas por la erupción del volcán Vesubio en el año 79. Habían sido traídas a Brasil en 1843 por la emperatriz Teresa Cristina, aficionada a la arqueologí­a, esposa de Pedro II y que sería conocida como “la madre de los brasileños”.

Meteorito: Se trata del meteorito de Bendegó, el mayor de Brasil y uno de los más grandes del mundo con más de cinco toneladas de peso. Por su naturaleza, podría ser recuperado.

Etnología africana y afrobrasil­eña: Contenía más de 700 piezas de culturas de África, entre ellas, el trono del rey de Dahomey (actual Benín), obsequiado a Pedro I por el rey local Adandozan, a inicios del Siglo XVIII.

Libros y material de estudio: Dentro del museo incendiado se ubicaba una de las mayores biblioteca­s en ciencias naturales de Brasil, con más de 470.000 libros. ■

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Bendego. Imagen de archivo del meteorito más grande caído en Brasil.

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