Clarín

El Papa acusó de “perros salvajes” a los grupos de la Iglesia que lo atacan

En su homilía de ayer citó el Evangelio de San Lucas para referirse a los sectores ultraconse­rvadores.

- Julio Algañaraz jalganaraz@clarin.com

En la más dura y enconada respuesta de su pontificad­o contra la ofensiva de los personajes y grupos ultraderec­histas que lo atacan dentro de la Iglesia, a partir del arzobispo Carlo María Viganó, que lo trató de mentiroso y le pidió la renuncia, el papa Francisco dijo ayer que “callar y rezar” es la única respuesta que sirve. “No sirve nada más, frente a quien provoca el escándalo y las divisiones, frente a los perros salvajes que buscan la guerra y no la paz”.

En su homilía de este lunes por la mañana durante la misa cotidiana que encabeza en la capilla de la Casa de Santa Marta, el hotel interno vaticano donde Jorge Bergoglio se aloja desde el primer día de su pontificad­o, el Papa argentino eligió el Evangelio de San Lucas, en el que se narra que, regresado a Nazaret, Jesús es acogido “con sospecha”.

Francisco dijo cuál es la actitud a adoptar en las situacione­s de la vida en las que “el padre de la mentira, el acusador, el Diablo, actúa para destruir la unidad de una familia, de un pueblo”. Para contrastar “los pequeños malentendi­dos” o “los grandes ataques”, afirmó el Papa en sus refle- xiones, “sirve el silencio”. El silencio como “el de Jesús en la sinagoga, donde todos esperaban ver con sus propios ojos las grandes obras de las que fue capaz de hacer en otras tierras”.

“Frente al Mesías no había ‘personas’”, dijo Francisco, sino “un grupo de perros salvajes que lo echaron fuera de la ciudad. No razonaban, gritaban. Jesús callaba. Lo llevaron a la cumbre del monte para tirarlo abajo”.

El Papa recordó que Jesús pasó en medio de los perros salvajes y con su silencio los venció, y se fue. No había llegado la hora. “Jesús usaba sólo la palabra de Dios, como cada vez que quiere vencer al Diablo”.

Bergoglio agregó que “con su silencio Jesús venció a los perros salvajes y al Diablo que había sembrado la mentira”. Francisco invitó a “reflexiona­r sobre el modo de actuar en la vida cotidiana cuando se crean situacione­s incómodas”.

“La verdad es leve, la verdad es silenciosa, la verdad no es rumorosa”, remarcó el pontífice. “Por eso, con las personas que buscan sólo el escándalo, que buscan solo la división, el único camino a recorrer es el silencio”. Dijo que muchas veces las discusione­s en familia terminan con la destrucció­n de la misma familia y en esas discusione­s “sé que el Diablo es el que destruye”.

“Con las personas que no tienen buena voluntad, con las personas que buscan el escándalo, que buscan solo la división, que buscan solo la destrucció­n, también en las familias: silencio. Y oración”, agregó Francisco. El Papa concluyó implorando que “el Señor nos dé la gracia de discernir cuándo debemos hablar y cuándo de- bemos callar”.

El domingo 21 se desató la grave crisis que se vive en la Iglesia cuando el arzobispo Carlo María Viganó, ex embajador pontificio en Estados Unidos, lanzó una gran bomba metafórica que sacudió a la Iglesia, mientras el Papa presidía una misa ante una multitud en el cierre de las Jornadas Mundiales de la Familia en Dublín, Irlanda. Fue una acción deliberada y enconada de Viganó, que acusó al pontífice argentino de haber mentido respecto al escándalo causado por el ex cardenal de Washington, Theodore McGarrick, que durante años invitó a su cama a jóvenes seminarist­as. La acusación del arzobispo Viganó se extendió a las épocas de San Juan Pablo II y Benedicto XVI, el ex cardenal Joseph Ratzinger y a numerosas altos personalid­ades del Vaticano.

Viganó insistió en que Ratzinger había prohibido al cardenal McGarrick a mostrarse más en público, pero el hecho fue negado por los prelados cercanos a Benedicto XVI, actual Papa emérito de 91 años.

La única medida contra McGarrick la tomó Jorge Bergoglio, que este año, después de que el ex cardenal de Washington fuera acusado de abusos sexuales contra un menor, le quitó la púrpura cardenalic­ia y le ordenó una vida de aislamient­o y penitencia.

Pero Viganó sostiene que Francisco protegió a McGarrick y le pidió la renuncia. Con un mecanismo que demuestra una perfecta coordinaci­ón, personajes de la conspiraci­ón ultraconse­rvadora, como el cardenal Raymond Burke, de inmediato hicieron declaracio­nes de apoyo a Viganó.

En Estados Unidos se encuentra el centro de la conjura de los grupos de extrema derecha, vinculados en muchos casos a los republican­os más conservado­res y al presidente Donald Trump. Varios obispos dieron su apoyo a Viganó. La Iglesia norteameri­cana está completame­nte dividida en torno a la actitud de apoyo o ataque al Papa argentino, por sus planteos de reformas de la Iglesia y sus ideas sociales que no ahorran críticas a los excesos del capitalism­o.

El último golpe de efecto de la conspiraci­ón fue del arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput, que envió una carta a Jorge Bergoglio pidiéndole que anule el Sínodo Mundial de Obispos dedicado a la Juventud, cuya preparació­n está muy avanzada, incluso con el Instrument­um Laboris, guía principal de discusión. Chaput es un conservado­r que se ha opuesto en varias oportunida­des a Francisco. ■

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AFP Obsequio. El Papa recibe a miembros de la Asociación Vespa Piaggio, que le regalaron una moto con su nombre. Francisco donará el presente.

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