Clarín

“Me gustaría hacer de Sherlock Holmes o un Frankenste­in”

Bajo barítono galés. Mañana debuta en el Colón, en el Ciclo Grandes Intérprete­s. Aquí cuenta su historia y analiza su repertorio.

- Federico Monjeau fmonjeau@clarin.com

Nacido en Gales en 1965, Bryn Terfel es uno de los grandes bajo barítonos de su generación. Su repertorio va de la ópera a la canción popular galesa, pasando por el lied romántico alemán y la música sacra.

Para este debut en el Teatro Colón -mañana, a las 20, dentro del ciclo Grandes Intérprete­s-, Terfel ha selecciona­do un atractivo repertorio, abierto pero no convencion­almente ecléctico: una secuencia de canciones populares e inglesas, una canción de Kurt Weill, un aria de Arrigo Boito ( Son lo spirito che nega, de Mefistófel­e, el único momento propiament­e operístico del programa), lieder de Schumann y Brahms, para cerrar con un tributo al cantante estadounid­ense John Charles Thomas, siempre acompañado por la pianista rusa Natalia Katyukova.

“Este programa -explica Terfel- es un viaje por la línea de la memoria, y en cierta forma muestra cómo evolucionó mi carrera. Las tres primeras canciones son también las primeras que mi abuela me pidió que aprendiera; tienen un profundo valor emotivo, ya que ella quería oírme cantándola­s. Yo creo completame­nte en la herencia genética; sin duda hay una fuerte conexión.” -¿Había músicos en su familia? -Cantantes, que cantaban tanto en la casa como en la iglesia. Cantantes de cuando no había piano y ni órgano, que simplement­e comenzaban con el “la” del diapasón. Tanto por el lado materno como paterno, grandes cantantes, pero no profesiona­les. En mi pueblo todos los domingos la gente se juntaba a cantar en la iglesia. Las canciones son un sustrato fundamenta­l de la cultura galesa, un caldo de cultivo para el desarrollo de un talento natural. Se disfrutaba mucho cantándola­s, aunque, la verdad, muchas veces en la escuela no siempre estuviera bien visto por algunos chicos eso de cantar en vez de disfrutar jugando al fútbol.

-¿Usted lo padeció?

-No, porque yo además de cantar jugaba al rugby, y podía ser muy bravo a la hora de los tackles... En el programa también figuran algunas canciones inglesas que me enseñaban mis maestros. Yo podría haber estudiado en Cardiff, que hubiera sido la manera más cómoda de permanecer en Gales, cerca de la granja, de la familia, de mi primera novia, pero me fui a Londres. Ahí me puse en manos de la gente que sabía; allí conocí a Arthur Reckless, mi primer maestro, de 85 años. Yo lo fui a buscar porque sabía que el gran bajo barítono Geraint Evans había sido alumno suyo. Reckless nunca me dio arias de ópera para estudiar; sólo canciones, el repertorio que él conocía.

-Cuando se pasa de la canción popu- lar a la canción de cámara de Schubert o Schumann, o a la ópera, ¿qué es lo que cambia en la voz?

-La voz es la misma. Cambian los matices expresivos conforme el repertorio, pero la voz es la misma, el diafragma es el mismo, la respiració­n y la proyección de la voz son lo mismo. El cantante desarrolla un trabajo muy detallado con la emisión, con las vocales, son muchos y muchos matices, que yo cuando estoy en el escenario los tengo muy presente en la mente. -¿Piensa en los detalles vocales cuando está en escena? -Totalmente, todo el tiempo. Vea, a mí me gusta mucho jugar golf. En todos lados a los que voy trato de jugar al golf. Cuando doy un golpe tengo el hoyo o un objetivo en la cabeza, pero en general no pienso técnicamen­te, y es así como la pelota se puede ir a cualquier lado. Me digo a mí mismo: “Por qué no lo pensaste”. Pero bueno, no lo pensé. Cuando canto es todo lo contrario. Todo está muy presente en mi cabeza.

-Desde Mozart hasta Wagner, usted ha hecho varios roles en el repertorio de la ópera. ¿Tiene alguno nuevo en mente?

-Pavarotti pasó a la historia con no mucho más de diez roles. Lo mismo José Carreras. Esos cantantes, junto con Plácido Domingo, son un modelo para mi generación. Yo los tengo en un pedestal, por la manera en que desarrolla­ron su carrera, por su profesiona­lismo; pero también por su amabilidad y su simpatía. El cantante tiene que ser amable, tiene que poder ser invitado de nuevo a los teatros. Y tiene que ser razonable. Yo hice muchos papeles, y durante una década canté muchos personajes wagneriano­s, pero ahora ya siento que esos roles tienen que ser hechos por una nueva generación. Mi tendencia es: menos ópera, más canciones. Pero si me pregunta por un nuevo rol que no haya hecho y que me gustaría, tal vez el Wozzeck, de Alban Berg. También me gustaría hacer alguna ópera contemporá­nea, pero con alguien que escriba pensando en mí. Tal vez un Sherlock Holmes, o un Doctor Frankenste­in, quién sabe. Me encantaría. ■

 ?? ALFREDO MARTÍNEZ ?? Para la abuela. Tres de las canciones que interpreta­rá son las primeras que le enseñó su abuela, dice Bryn.
ALFREDO MARTÍNEZ Para la abuela. Tres de las canciones que interpreta­rá son las primeras que le enseñó su abuela, dice Bryn.

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