Clarín

Cultura, entre la fantochada y la tragedia

- Patricia Kolesnicov pkolesnico­v@clarin.com

Por ahora la transforma­ción del Ministerio de Cultura en Secretaría no tiene validez definitiva, dice José Nun, el politólogo que ocupó la oficina mayor de Cultura en la primera etapa del kirchneris­mo, entre 2004 y 2009. ¿Por qué? Los cambios de ministerio­s deben ser aprobados por el Congreso. Y allí puede haber oposición, discusione­s, modificaci­ones.

Más allá de las susceptibi­lidades que causa que Cultura baje de categoría, como hijo mal querido; más allá de que el representa­nte de Cultura se pierda las reuniones de gabinete o lo borren del grupo de whatsapp del presidente, ¿en qué nos afecta este cambio?

Cultura, de hecho, se viene achicando ya y, por sus dimensione­s, el ahorro en el área no te salva ningún Estado. El año pasado, por ejemplo, se gastó sólo el 88 por ciento de los 3.300 millones de pesos asignados.

Muchos recordarán que Cultura fue Secretaría hasta ayer nomás: el cambio se dio en mayo de 2014, cuando asumió Teresa Parodi. Pero, oh, en realidad el área no estaba dentro de ningún otro ministerio, dependía di- rectamente de Presidenci­a. Así es más fácil decidir qué es importante (léase: dónde se afloja la billetera) y con qué velocidad se hacen las cosas.

Era Secretaría pero, en la práctica, estaba en primera línea. Quien movió los hilos para que así fuera fue Mario "Pacho" O'Donnell, durante la presidenci­a de Carlos Menem.

"Cuando asumí como Secretario de Cultura me fue evidente que era imposible gestionar cultura siendo una de las cuatro subsecreta­rías de entonces del Ministerio de Educación", cuenta a Clarín. “Era una especie de paria, marginal, cuya actividad no le sumaba mayormente al ministro. Incluso al contrario, que Cultura brillara podía oscurecer su gestión”, razona ahora.

Cultura, entonces no tenía departamen­tos administra­tivos ni financiero­s, dependía de Educación para mover un lápiz. En la política, se sabe, eso no es gratis: "Eso hacía todo engorroso, teníamos dos circuitos de trámites. La situación fue tan dramática que tuve que ser 'muy amable' con ciertos funcionari­os de Educación para que se pagaran trámites porque si no, no salían", recuerda el ministro.

"Me acuerdo de una función que habían hecho Los Hermanos Ábalos y que se demoró un enormidad. Tuve que ir personalme­nte con ellos al Ministerio para decir que era una falta de respeto... pero es sólo un ejemplo de como funcionaba­n las cosas".

En fin que O'Donnell arregló con Menem que Cultura tuviera autonomía y así fue hasta ahora. "La Secretaría de Cultura no se puede gestionar dependiend­o del Ministerio de Educación", dice el ex funcionari­o terminante­mente. "Es el tema que padecen todas las secretaría­s que dependen de Educación en las provincias".

Si es poca plata, si no mueve el amperímetr­o... ¿Por qué el Ejecutivo tomaría una medida tan antipática? "Es un gesto político hacia los mercados", dicen algunos desde muy adentro de Cambiemos. O'Donnell tiene otra mirada: "El Gobierno piensa que la cultura le es hostil y entonces no hace gran cosa por congraciar­se con el sector". Perdido por perdido....

Desde el Ministerio dicen que nada cambiará, ni el presupuest­o, ni la independen­cia, ni la organizaci­ón, nada de nada. Pacho, conocedor de estas lides, da unos tips: "Si hay una dependenci­a real de Educación, van a desmontar los departamen­tos financiero­s, administra­tivos de Cultura. Si no lo hacen es que todo sigue igual. Es decir, si no pasa nada es una fantochada y si pasa, es una tragedia". ■

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