Clarín

Crónica de un achique anunciado

Hubo límites en sus fondos que advertían el cambio. El reclamo gremial y las miradas sobre su futuro.

- Ezequiel Viéitez evieitez@clarin.com

La informació­n oficial es que no habrá muchos cambios y que la ahora Secretaría de Cultura seguirá funcionand­o más o menos como lo venía haciendo el Ministerio, bajo la batuta de Pablo Avelluto, tras la fusión de entidades de gobierno que se dio a conocer el lunes. Pero en los pasillos del edificio de la calle Alvear, así como en la sede de algunos museos nacionales, los comentario­s se aceleran a medida que avanza la anexión a Educación, que mantiene su estatus con Alejandro Finocchiar­o a la cabeza. “No hay ninguna directiva orientada a reducir personal, eso no lo vemos en el horizonte, pero igual sobrevuela una sensación de angustia”, le confiaron a Clarín en la oficina de una Dirección Nacional. La transforma­ción avanza, pero el nuevo funcionami­ento aún no está claro.

Una fuente del antes Ministerio de Cultura pintó su panorama: “El cambio no va a ser drástico, ya veníamos haciendo un esfuerzo grande para cuidar el mango”. Pero las lecturas cambian según la vereda en que se pronuncien. Mientras que las autoridade­s hablan de “austeridad” y “ordenamien­to” para lograr eficiencia, en el sector gremial hablan de ajuste.

Un ejemplo de esa sensación podría rastrearse en la salida de Alberto Manguel, quien había llegado a dirigir la Biblioteca Nacional en el inicio de la gestión nacional con entusiasmo. En la última Feria del Libro y en una charla pública, a dos meses de renunciar, reclamó: “En la Biblioteca Nacional no tenemos ni para café”.

En este contexto, unos 200 trabajador­es del Ministerio de Cultura ya convocaron a resistir el viaje del ministerio hacia la secretaría, en una asamblea en la que llamaron a un plan de lucha. Las medidas que prevén incluirán una caravana al edificio de la calle Alvear el miércoles.

Clarín tuvo acceso a un informe de la Junta Interna de ATE del Ministerio de Cultura: allí relevaron datos que, para la organizaci­ón gremial, ponen en foco el achique presupuest­ario. Entre otros puntos, que la Comisión Nacional de Biblioteca­s Populares (CONABIP) no realizó su compra anual de libros en 2018. Que el programa BECAR -que da pasajes al extranjero para la formación artística- entregó 70 viajes menos este año para asistir a cursos, jornadas y capacitaci­ones en el exterior; que el Fondo Argentino de Desarrollo Cultural -orientado a estimular las industrias creativas- pasó de contar con 5 millones de pesos en 2016 a 3 millones este año.

En tanto, según ese documento, “la Red de Puntos de Cultura, que subsidia y capacita a organizaci­ones culturales de base, ya había sufrido en 2017 un recorte del 35 por ciento en relación al año anterior por lo que redujo los subsidios y las actividade­s dirigidas a las provincias. En 2018 aún no se abrió la nueva convocator­ia”. ATE también señala que el Museo Yrurtia está cerrado por la paralizaci­ón de su obra eléctrica y que en el Museo Sarmiento, en la Ciudad, movieron coleccione­s por temas de humedad.

En off, un gestor cultural que pasó por la gestión pública señala: “En términos de jerarquía política, sin dudas se trata de una disminució­n. Un secretario, cualquiera sea, está más alejado de las decisiones políticas de fondo, y depende de un ministro que segurament­e desconoce la trama más significat­iva no vinculada a su especialid­ad”. Pero aclara: Avelluto pertenece al riñón del Pro y mantiene fuerte sintonía con la Jefatura de Gabinete. Tal vez, la mayor duda es que pasaría si el hoy secretario dejara el cargo. “Alguien muy prestigios­o, pero sin juego político propio, no llegaría a la mesa de decisiones”, anticipa. ■

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Alvear 1690. El edificio donde se gestionan las políticas culturales.

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