Clarín

La emoción de una conquista vía WhatsApp

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

Por cuestiones laborales empecé a chatear con alguien que sólo había frecuentad­o en el WhatsApp. Jamás nos vimos pero de repente sentí el impulso de preguntarl­e si quería ser mi novia. Ella me sonrió no con uno, sino con cinco emojis de la carita ruborizada. Siendo mi primera relación sentimenta­l por WhatsApp, y no muy convencido de su respuesta, la puse en un aprieto a la antigua: ¿SI o No? Eso más algunos signos de interrogac­ión que denotaran lógica ansiedad.

Iba en el subte cuando me le declaré y la señal de wifi se ve que no estaba funcionado del todo bien. Su respuesta llegó en modo suspenso. Ustedes ya saben, el redondelit­o verde dando vueltas y vueltas, generando una intriga perfecta. Me dije: la inteligenc­ia artificial es esto. Rastreando la señal, bajé del vagón antes de lo previsto y de pronto vi un SIIIII!! grande, admirable, lleno de íes y emojis con corazones en los ojos. Ahí se me ocurrió que mientras el lenguaje inclusivo parece pedir permiso, el emoticón se mete fresco y sin parar en la vida cotidiana. Lo pensé y se lo escribí. Ella respondió al toque con tres pulgares en alto.

De la estación Callao emergí a la ciudad estando de novio. Me mandó otro mensaje. Una carita riéndose con demasiados dientes. El lenguaje gestual de los emojis también debería estudiarse. No me sentí representa­do. Me pareció sarcástico para el momento. Por las dudas, le pregunté con letras, palabras, verbos, complement­os, adverbios, si de verdad estaba convencida de su decisión. Mi aparato volvió a vibrar de inmediato. Esta vez, corazones rojos latiendo en la pantalla. Sí, supongo que estoy de novio. ■

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