Guerra en el Vaticano: le exigen al Papa que responda por los abusos sexuales
El cardenal Raymond Burke reclamó aclarar las acusaciones contra Francisco de que encubrió a pedófilos.
La dura interna que ha estallado en el Vaticano en torno al Papa Francisco se agravó ayer. El cardenal norteamericano Raymond Burke, uno de los líderes de la conspiración ultraderechista contra el pontífice, dijo que se había sentido “profundamente perturbado” por las acusaciones lanzadas hace unas semanas por el arzobispo Carlo María Viganó, ex nuncio apostólico en Washington, contra el Papa, acusándolo de encubrir abusos sexuales. Burke pidió ahora que se investigue el caso.
Aunque Burke afirmó que no conocía previamente las denuncias de Viganó, detrás del arzobispo italiano está la nueva maniobra de los conjurados, provenientes sobre todo de Estados Unidos, que en lugar de criticar a Jorge Bergoglio por cuestiones doctrinales han elegido lanzar una gran ofensiva acusándolo de complicidad con los abusadores sexuales.
Al día siguiente de que Viganó hiciera circular su denuncia a través del diario ultraconservador italiano La Veritá y medios del mismo talante político en Estados Unidos, Burke se lanzó de cabeza contra el Papa en ese periódico, que lo entrevistó. “La Iglesia se encuentra en una situación gravísima y el Papa debe aclarar. El documento del arzobispo Viganó perturba a todos”.
Viganó acusó al Papa de haber protegido al ex cardenal Theodore McCarrick, 88 años, arzobispo de Washington, que durante veinte años se llevó a la cama a seminaristas adultos. Según el arzobispo, Jorge Bergoglio “no podía no saber” que McCarrick era un atleta de la homosexualidad. Este año, cuando se descubrió que McCarrik, ya retirado, había abusado hace años sexualmente de un menor, Francisco le quitó el título cardenalicio y lo confinó a una vida de aislamiento y reflexión. Burke dijo a La Veritá que el único modo de ir adelante es “purificar la corrupción por la raíz”. Agregó que, ante el pedido de re- nuncia de Viganó, el Papa “debe aclarar personalmente la cosa”.
Esta nueva ofensiva de los ultraderechistas, sobre todo norteamericanos, se agudiza con denuncias y acusaciones. El Papa, que calificó a quienes lo atacan como “perros salvajes”, citando a los Evangelios, dijo que su respuesta es el silencio y la oración.
Ante esa posición del pontífice, el ex nuncio Viganó agudizó ayer las internas vaticanas al acusar también a dos importantes cardenales cercanos al Papa argentino, que ahora bailan en la cuerda floja. Se trata del arzobispo de Washington, Donald Wuerl, y el prefecto del dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Kevin Farrel. Viganó sostuvo que el cardenal Wuerl conocía las andanzas homosexuales de su predecesor, el ex cardenal McCarrick. A Wuerl se le imputa también haber cubierto a los sacerdotes abusadores sexuales mientras estaba a cargo de la diócesis de Pittsburgh. Una investigación de seis años reveló que, en seis de las ocho diócesis del Estado, se comprobó que 301 clérigos abusaron de más de mil niños y menores.
El otro cardenal norteamericano cercano a Bergoglio que fue acusado es Kevin Farrell, que fue vicario general en Washington durante la gestión del cardenal abusador McCarrick. “Nunca supe de comportamientos inapropiados”, asegura Fa- rrel, ahora uno de los más altos prelados del Vaticano, en una entrevista con el vaticanista de La Stampa, Andra Tornielli.
El cardenal Burke lanzó el enésimo ataque contra Jorge Bergoglio hablando en una conferencia al cumplirse el aniversario de la muerte del cardenal ultraconservador Carlo Caffarra, de Bolonia. Caffarra, Burke y otros dos cardenales presentaron al Papa una lista de “dubia” (dudas), en la que piden que Francisco responda por sí o por no a las denuncias de los tradicionalistas, que consideran hereje el documento pontificio “La Alegría del Evangelio”, que en 2016 puso fin a los dos Sínodos sobre la Familia. En esa exhortación apostólica se ad- mite sin mucha claridad que los católicos divorciados y vueltos a casar por el registro civil puedan a juicio del obispo de su jurisdicción seguir un “camino de penitencia” al final del cual se les levantarían las prohibiciones de recibir algunos sacramentos. Burke habló de la “profunda de tristeza de Caffarra” porque el Papa no les respondió y se preguntó maliciosamente si ese dolor “no había contribuido a su muerte”.
El tema de los divorciados vueltos a casar plantea el único conflicto doctrinario importante que enarbolan los tradicionalistas contra el Papa. Burke, un ex ministro del gobierno central de la Iglesia, fue quitado de su cargo por el Papa argentino. ■
Dos cardenales cercanos a Bergoglio también fueron acusados ayer de proteger a pederastas.