Clarín

El FMI quiere que el dólar gire en torno de los 40 pesos

- Marcelo Bonelli mbonelli@clarin.com

El Fondo Monetario considera que el dólar ya subió demasiado y que la actual paridad es “de equilibrio” para la economía argentina. Así, Washington estaría de acuerdo con que el precio del dólar oscile en torno de 40 pesos. Después, que se ajuste por la inflación.

Para eso autorizó ahora -de manera transitori­a- las intervenci­ones del Banco Central que tranquiliz­aron un poco la locura del billete.

Este sería el principal motivo por el cual esa moneda frenó su carrera.

David Lipton, el vicedirect­or del Fondo, fue quien monitoreó y autorizó en las últimas jornadas al BCRA a intervenir en el mercado de cambios. Hubo contacto directo con Luis Caputo.

Pero -y finalmente lo más trascenden­te- es que la habilitaci­ón se incluirá en el futuro “memo de entendimie­nto”. En su texto constará la posibilida­d de que el Central haga ofertas en el mercado.

Así se corregirá el grosero error conjunto que cometieron el FMI y la Casa Rosada: en el acuerdo de junio se prohibió al BCRA intervenir y los “lobos” del mercado se llevaron todo puesto: apostaban contra el peso porque la entidad renunció a defenderlo.

Fue una seria equivocaci­ón de la que participar­on Federico Sturzenegg­er y los burócratas del FMI, Roberto Cardarelli y Alejandro Werner.

Ahora, ambas decisiones -dólar oscilando en 40 e intervenci­ón moderada- ya se negociaron con Washington y fueron clave para el respiro que tuvo esta semana esa divisa.

También influyó que los funcionari­os del Fondo Monetario elaboraran un hermético informe técnico: en su texto dice que la actual paridad real del dólar es similar a la ya elevada que existía en el año 2003.

Este dato resulta clave para lo político: es confidenci­al, pero se conoce que los funcionari­os de Washington alentaban -en las últimas dos semanas- la suba de la cotización.

Cuando el billete tocó los 30 pesos, el equipo de Werner dejó trascender en Wall Street un dato inquietant­e: que para el FMI el billete seguía atrasado y tenía que ajustarse más.

Por suerte, Christian Lagarde contribuyó a la pax cambiaria: el domingo se comunicó dos veces con el Presidente. En ambas le aseguró que la Argentina tendrá disponible los fondos para garantizar el pago de la deuda externa.

Así lo dijo Macri para calmar la convulsion­ada noche de Olivos: “Hablé dos veces con Lagarde. Prometió ayuda. Vamos a tener buenas noticias del FMI”.

Los avances no implican una solución a la crisis económica. La estabilida­d del dólar no evita la grave situación que combina inflación alta y recesión.

Pero -además- los informes confidenci­ales de Wall Street exigen ahora pruebas de gobernabil­idad.

Los banqueros tienen dudas por dos cosas: cómo hará Argentina para cumplir sus pagos en el 2020 y qué continuida­d política habrá después de las elecciones.

En concreto: quieren ver un acuerdo de Macri con el peronismo “racional”. En Washington dicen que esa es la condición para que el FMI amplíe el monto del préstamo de 50.000 millones de dólares.

También observan que continúan las internas políticas de la Casa Rosada. Sin duda aún no hay un frente único en la dupla DujovneCap­uto. El titular del BCRA decidió no viajar -a último momento- a Washington y eso abrió un sin fin de versiones en la Casa Rosada.

Caputo tomó la decisión por una cuestión: el lunes, los mercados estuvieron bravos y el martes era una día muy difícil. Quería controlar en forma personal la mesa de dinero.

Pidió autorizaci­ón a Macri: “Mauricio, no viajo. Los mercados están heavy”.

A las 18.06 le envió un WatsApp con la decisión a la propia Lagarde. La jefa del FMI estuvo de acuerdo, en una rápida respuesta que llegó dos minutos después.

La ausencia generó otro efecto: estuvo sólo, en el centro de la escena, Nicolás Dujovne. Le vino bien para recuperar el oxígeno, que el propio Gobierno le había escatimado.

Porque el principal negociador argentino sufrió un insólito desgaste político de la propia Casa Rosada. Fue en vísperas del clave anuncio del déficit cero y de encabezar la misión al FMI.

El intento de cambio de Gabinete para aliviar al Gobierno produjo el efecto contrario: los ministros terminaron el último viernes de agosto cuestionad­os y comenzaron el primer lunes de septiembre más débiles.

El fin de semana el clima fue frenético en la Quinta de Olivos. Las reuniones fueron calientes y hubo intercambi­os duros.

Fue ahí mismo donde se abrió la negociació­n con la cúpula radical y el peronismo. El domingo fracasó. Pero las conversaci­ones siguen: aún se negocian cambios para oxigenar la gestión del Gobierno. ■

Los avances no implican una solución a la crisis económica. La estabilida­d del dólar no evita un mix serio: inflación alta y recesión.

Los banqueros tienen dudas por dos cosas: cómo hará Argentina para cumplir sus pagos en el 2020 y qué continuida­d habrá.

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