Cómo compiten los jugadores más bajos en un deporte de gigantes
Schwartzman, de 1,70 metros, es una rareza en un circuito que tiende a favorecer a los de mayor estatura.
Si bien es difícil que los más grandes tenistas sean gigantes, el equilibrio de poder se volcó hacia los altos y los más bajos deben adaptarse en el circuito actual; y no sólo agregándose unos centímetros en sus biografías de tenistas.
El tamaño tiene importancia: por el mayor alcance, el ritmo y los ángulos, en la red, para el drive y el revés y especialmente en el saque. Cinco de los 16 hombres que llegaron a los octavos de final en Flushing Meadows miden por lo menos 1,95 metros y siete de las 16 mujeres, al menos 1,78.
La falta de estatura, de todas maneras, no es inhabilitante. La campeona de 2017, Sloane Stephens, mide 1,70 metros y en los octavos de final estuvieron junto a ella Ashleigh Barty de 1,65, Carla Suárez de 1,63 y Dominika Cibulkova de 1,60. Y la número 1 del mundo, Simona Halep, mide sólo 1,68 metros.
Una de las mayores sorpresas en el cuadro masculino se produjo en la tercera ronda cuando el alemán Philipp Kohlschreiber, que mide 1,78 metros, eliminó al cuarto del ranking, su compatriota Alexander Zverev, 20 centímetros más alto.
Los jugadores más bajos suelen ser más rápidos, más ágiles y tienen un mejor manejo de pies que sus rivales tamaño NBA, pero también tienen que tener una mayor técnica y precisión en los tiros y una fuerte mentalidad y estabilidad emocional.
Ricardas Berankis, de 1,75 metros, saca generalmente a unos 195 km/h, pero nunca alcanzará las velocidades habituales de John Isner (2,08) o Kevin Anderson (2,03).
Mientras los mejores sacadores del circuito masculino son muy altos o se llaman Rafael Nadal o Roger Federer, seis de los que mejor devuelven el servicio miden 1,82 metros o menos incluido Diego Schwartzman, de 1,70, el segundo de todos ellos. ■