Clarín

Cómo convertir al tímido en un N° 5 completo

- Miguel Jurado mjurado@clarin.com

Ahora todos dicen que es un cinco completo, con marca, quite, distribuci­ón y visión del juego, pero te digo que lo único que siempre tuvo ese pibe es miedo, miedo de quedarse afuera del equipo. Desde chico quería jugar pero siempre era el último que elegían en la pisada. Como en la cancha nadie se la pasaba porque sabían que la perdía, empezó a correr a los contrarios para sacársela y así, por lo me- nos, tenerla un ratito. Aprendió a soltarla enseguida y asegurar el pase al que jugaba mejor. Quitaba y pasaba. Así lo empezaron a valorar y cuando el capitán, que en los picados siempre era el que jugaba mejor, debía elegir a uno que asegurara la pelota, se acordaba de él.

Con eso solo fue progresand­o, pero llegaron los partidos chivos, y había momentos en los que el capitán estaba tan marcado que no la podía recibir, y el pibe empezó a buscar al que estaba más suelto. Ahí empezaron los pases largos al pie del receptor, siempre con miedo, asustado de que una macana lo dejara afuera.

Con quite, toque y algún que otro pase en profundida­d, el pibe empezó a llamar la atención. El problema era que le faltaba gol. Para él, el fútbol se jugaba sin arcos, todo lo que quería hacer era no perder la pelota y quedar bien con sus compañeros.

En un partido difícil echaron al mejor de los nuestros y el pibe no tenía a quién entregarle cada pelota que recuperaba. Además necesitába­mos un gol. Entonces mandé al expulsado detrás del arco contrario. Cuando el pibe quitó una bola, le dije que le gritara para que se la pasara. Sin pensarlo, el pibe le pegó de 30 metros. La pelota casi le llega al pie si no fuera porque la frenó la red. Así hizo su primer gol.

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