La elite de los siete argentinos que jugaron finales de Grand Slams
El récord de mayor cantidad de definiciones en torneos “grandes” lo tiene Vilas con ocho.
Es bien selecto el grupo de argentinos que saben lo que es jugar una final de Grand Slam. Apenas siete tenistas de nuestro país alcanzaron alguna vez la instancia decisiva en alguno de los cuatro torneos más importantes del circuito. Y es aún más pequeño el club de quienes fueron finalistas en un “grande” en más de una ocasión.
Gracias a su triunfo ante Rafael Nadal en las semifinales del Abierto de Estados Unidos, Juan Martín Del Potro se transformó en el tercer miembro de esa elite que ya integraban dos nombres que marcaron la historia: Guillermo Vilas y Gabriela Sabatini.
Vilas, el mejor jugador -y el más exitoso- de tenis argentino de todos los tiempos, el que popularizó el deporte y supo codearse con los mejores, disputó a lo largo de su carrera ocho finales de Grand Slam. En cuatro se llevó el título y perdió las definiciones de Australia en 1977 (con el estadounidense Roscoe Tanner) y Roland Garros en 1975, 1978 (ambas con el sueco Bjorn Borg) y 1982 (con el también sueco Mats Wilander). En 1977 se coronó en Roland Garros (6-0, 6-3 y 6-0 frente al estadounidense Brian Gottfried) y en Forest Hills (2-6, 6-3, 7-6 y 6-0 contra el también estadounidense Jimmy Connors). Y luego conquistó Australia en 1978 (6-4, 6-4, 3-6 y 6-3 ante el australiano John Marks) y 1979 (7-6, 6-3 y 6-2 frente al estadounidense John Sadri).
Sabatini alcanzó tres veces la instancia final en Grand Slams y conquistó Flushing Meadows en 1990. Ese año superó a la alemana Steffi Graf por 6-2 y 7-6 y levantó el trofeo. Contra la misma adversaria, su gran rival de todos los tiempos, perdió las definiciones de Flushing Meadows 1988 y Wimbledon 1991.
David Nalbandian, uno de los grandes talentos de la Legión argentina, jugó sólo una final de Grand Slam en su carrera, pero puede jactarse de ser el único argentino que llegó a esa instancia en Wimbledon, el torneo más prestigioso del mundo del tenis. Fue en 2002, cuando con sólo 20 años y ubicado en el 32° lugar del ranking, perdió ante al australiano Lleyton Hewitt, por entonces número 1 del mundo. La hazaña del unquillense cobra aún más dimensión si se pien- sa que al llegar a Londres para disputar ese torneo -el cuarto Grand Slame de su carrera- nunca había jugado sobre césped en el circuito.
En la edición 2004 de Roland Garros, Gastón Gaudio y Guillermo Coria protagonizaron una final -la única de ambos en un Grand Slam- que quedó en la historia y le dio al primero su único título en un “grande”. Coria arrancó muy sólido, se llevó los dos primeros sets y se imponía 3-1 en el tercero. Pero, como confesó años después, se dejó ganar por los nervios. Gaudio, aprovechó el bache en el que cayó su rival y tras levantar dos match points en contra en el quinto set selló la victoria por 0-6, 3-6, 6-4, 61 y 8-6.
Mariano Puerta disputó en Roland Garros 2005 la única final de Grand Slam en su carrera, que con el correr de los años quedó en la historia grande del tenis. Porque en esa definición enfrentó a un jovencito español de 19 años que llegaría a transformarse en el rey absoluto del polvo de ladrillo. Puerta perdió ante Rafael Nadal, que conquistó el primero de sus 11 títulos en París.
Hace nueve años, Del Potro se transformó en el sexto argentino en alcanzar la final en un Grand Slam. El tandilense de 20 años llegó a Nueva York como sexto favorito y con la confianza en alto tras haber conquistado el título en Washington y llegado a la final en el Masters 1000 de Montreal.
En Flushing Meadows dio el primer gran golpe al vencer en las semifinales a Rafael Nadal y en la final sorprendió al suizo Roger Federer, número 1 del mundo y campeón defensor, a quien derrotó en un partido histórico por 3-6, 7-6, 4-6, 7-6 y 6-2. Ese triunfo lo puso en boca de todos y lo posicionó como uno de los talentos que podía darles pelea a los grandes. Pero en su mejor momento las lesiones en la muñeca derecha primero y en la izquierda después, pusieron en riesgo su carrera.No bajó los brazos, se recuperó y volvió a la cima. Y en el torneo que más le gusta volvió a jugar en un altísimo nivel y volvió a meterse entre los dos mejores. Mañana intentará gritar campeón por segunda vez en Nueva York y hacer historia una vez más. ■