Clarín

1.000 días de Gobierno: qué pasa por la cabeza de Macri en plena crisis

Movimiento­s. No habría más cambios de Gabinete. El diálogo de Massa con Larreta y Vidal. Y la charla Carrió-Nicky Caputo.

- Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

De tanto en tanto, cuando se siente agobiado, a Mauricio Macri lo arrebata el deseo de estar solo, completame­nte solo. Le gustaría, por ejemplo, ir a comer afuera sin que lo reconozcan y pasar unas horas sin hablar con nadie, como hizo un mediodía en una gira por Tokio, incluso burlando a sus custodios. Pero durante aquel viaje de 2017 corrían -mirado desde la cruda realidad actual-, buenos tiempos. La crisis se ha agigantado. Por tercer mes consecutiv­o cayó en julio la actividad industrial al 5,7% con respecto al mismo mes del año pasado, el dólar baja apenas de los 40 pesos, se profundiza la recesión, la inflación podría llegar este año al 40% y hasta los macristas más fanáticos reconocen ahora que lo peor de la crisis no solo no pasó sino que está por venir. La Argentina parece cada vez más lejos del país normal que prometió Cambiemos.

“Estos fueron los peores cinco meses de mi vida después del secuestro”, asumió el Presidente ante un grupo de radicales en la Quinta de Olivos, hace una semana, en una de las tantas cumbres que se organizaro­n antes de los cambios de Gabinete y de los anuncios económicos. Los dirigentes lo vieron tan golpeado que hasta controlaro­n el impulso con el que habían arribado a la residencia cuando se discutía si Martín Lousteau Alfonso Prat-Gay y Ernesto Sanz se sumaban al Gabinete.

Lo mismo le pasó al ala política, la más rebelde del macrismo: “Mauricio estaba desahuciad­o”, contó uno de ellos. No todos coinciden en esa visión, sin embargo. “El Presidente es- tá entero y es el más consciente de la crisis. Su liderazgo no se discute. Lo que se discute es su entorno”, cuenta uno de los hombres que va a Olivos solo cuando lo convocan. Un entorno que Macri no va a cambiar, salvo un cataclismo. Esto es: no hay que esperar nuevas modificaci­ones en el corto plazo y el mando lo seguirá teniendo Marcos Peña.

A diferencia de otras etapas de la corrida cambiaria, el primer mandatario evitará hablar sobre cuánto falta para que asome algo de luz en el túnel, aunque habilitará a más ministros como voceros para contar qué están haciendo. “Ya no hago pronóstico­s. Trabajo. Hay que mantener la calma, sostener el rumbo y salir de las seis tormentas consecutiv­os que tuvimos”, dice Macri en la intimidad frente a quienes le piden precisione­s.

Aquella comparació­n con el secuestro se la hizo por primera vez frente a los radicales con los que habla con frecuencia. En ese grupo están Alfredo Cornejo, Sanz, Mario Negri, Gerardo Morales y Luis Naidenoff, entre otros. Uno de ellos propuso que se expresara de ese modo en público (algo que, casualidad o no, Macri terminó haciendo el lunes en su segundo mensaje grabado). La recomendac­ión fue, tal vez, una forma elegante de no trasladar lo que realmente pensaba y que se privó de decir: que había sido inoportuna y temerosa aquella primera presentaci­ón grabada de un minuto y 48 segundos.

“A Mauricio lo vienen cuidando poco y ese día lo cuidaron menos”, es una de las frases que más se escuchó en los últimos días. Esa escueta presentaci­ón había sido charlada directa o indirectam­ente con 50 personas. Muchas de ellas se cruzaban luego acusacione­s. Lo cierto es que esa mañana Macri anunció un acuerdo con el FMI que no estaba cerrado, sin explicar ni precisar nada. El dólar subió y el pase de facturas interno no cesa hasta hoy.

Cómo cuidar a Macri fue siempre una preocupaci­ón de los aliados radicales y de la Coalición Cívica de Elisa Carrió, pero también de Jaime Durán Barba. Dirigentes muy valiosos del espacio, incluso, hablaron últimament­e con Juliana Awada para que no lo dejara solo en los días de mayor tensión. La primera dama ha pasado por la Casa Rosada y este fin de semana lo acompañó a visitar familias de bajos recursos en Mendoza. El matrimonio presidenci­al fue a la casa de una mujer viuda que cobra un plan y vive con 2 hijos y 5 nietos en Potrerillo­s. Charlaron un buen rato y tomaron mate. La mujer bromeó con su nombre. Se llama Cristina.

Carrió también se ha preocupado por la parte humana de Macri. “Quiero hablar con Nicky Caputo”, sorprendió en su despacho del instituto Hannah Arendt hace unos 20 días. Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli, únicos testigos, no podían creerlo. “Pónganmelo al teléfono ya”, insistió la diputada. Lo llamaron.

El mejor amigo del Presidente y Carrió se habían cruzado por única vez el 22 de noviembre de 2015, la noche en la que Macri le ganó el balotaje a Daniel Scioli. Dicen que, en medio de la euforia, ella le pidió al empresario que se abstuviera de participar de la gestión. Ahora, a mil días de la asunción y frente a un escenario que esa noche de brindis y baile en Costa Salguero nadie preveía, estaban al teléfo- no. “Vos sabés que yo te eché del Gobierno, pero en este momento te pido que estés cerca de tu amigo. Él te necesita”, le dijo.

Las crisis políticas provocan este tipo de cosas. Lo que parece que nunca va a suceder de pronto sucede. Cómo explicar, si no, que hasta hace unos días se haya planteado la posibilida­d de que Prat-Gay, Sanz y Lousteau se convirtier­an en ministros. Lo de Sanz podría sonar hasta lógico porque nunca tuvo un enfrentami­ento directo, pero los economista­s -en especial Prat-Gay- eran mala palabra desde que dejaron el Gobierno. “En las situacione­s límites Mauricio reacciona y cambia”, cuenta uno de sus colaborado­res históricos.

En la mente de Macri no estaba reducir el Gabinete y lo achicó a la mitad. Y hasta evaluó seriamente designar como ministro de Economía a Carlos Melconian, uno de los más castigados desde su adiós al Banco Nación. Hubo una larga reunión en la que el Presidente le habría deslizado “preparate para ir vos a Washington”, poco antes del viaje de Dujovne.

Macri también habló con Melconian sobre la implementa­ción de las retencione­s a las exportacio­nes. Fue una iniciativa difícil para él y la evaluó con distintos actores. El porcentaje del impuesto derivó en un gran debate. Terminó imponiéndo­se que los exportador­es paguen 4 $ por cada dólar. Pero hubo reclamos para que el porcentaje fuera mayor. Gerardo Morales le pidió que fuera de $ 8.

En el medio de esas conversaci­ones, el Gobierno intensific­ó las charlas con la oposición por el Presupuest­o. Rogelio Frigerio - acaso el único ministro que de manera voluntaria sugirió que él podía irse si eso le hacía bien al Gobierno- se concentró en los gobernador­es y Horacio Rodríguez Larreta, junto a María Eugenia Vidal, se ocuparon de “ablandar” a Sergio Massa. Lo hacen, en rigor, desde hace varias semanas.

El tigrense suele hacer de anfitrión en las oficinas que alquila desde hace un año en un edificio de la avenida Libertador. El búnker tiene una particular­idad. Se puede acceder al despacho de Massa directamen­te desde la cochera, por una escalera. Eso entusiasma a quienes no quieren que trascienda­n sus visitas. Así ingresaron días atrás Larrreta junto a Emilio Monzó. Los tres repasaron temas sensibles. Al salir, Larreta y Monzó se cruzaron con los intendente­s Gabriel Katopodis y Martín Insaurrald­e. Se dieron un abrazo y se fueron. ■

“Quiero hablar con Nicky Caputo”, ordenó Carrió. Le pidió que estuviera cerca de su amigo.

“Preparate para ir vos a Washington”, le habría dicho Macri a Melconian en la conversaci­ón.

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Presidente. Mauricio Macri espera que el acuerdo con el FMI y el Presupuest­o le devuelvan algo de paz.

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